martes, 5 de marzo de 2013

Por qué me fui a Barcelona

El Doctor Segundo Torrente era el catedrático-jefe del Departamento de Astrología en la Facultad de Astrosofía de la Universidad Turolense de Madrid. También era Director de la Escuela Oficial de Numerología, donde podían cursarse asignaturas que no se dictaban en la especialidad de Astrología, pero que resultaban complementos muy convenientes para ella.

El año anterior a los hechos que voy a narrar, el Doctor Torrente estuvo de año sabático, dictando conferencias en diversas universidades extranjeras. La asignatura de Fundamentos de la Astrología, troncal en tercero de Astrosofía, la dictó ese año su ayudante, el Profesor Ángel Bueno.  

El Profesor Bueno era un buen profesor que entusiasmó a sus alumnos, consiguiendo que más de la mitad se matriculara en la Escuela de Numerología y que, el año siguiente, escogiera la especialidad de Astrología.

El Doctor Torrente debió pensar que si un simple ayudante había conseguido tanto, él conseguiría un éxito aún mayor. Es posible que fuera un sabio, pero como profesor era un desastre. Insistía todos los días en la conveniencia de que nos matriculáramos en Numerología, ya que, junto con la especialidad de Astrología, era la salida más rentable, desde el punto de vista económico, de la carrera de Astrosofía. Pero solo consiguió que siguiera sus indicaciones uno de los alumnos, Luis de la Rambla.

De todas formas el curso siguió con normalidad hasta que celebramos el “Paso del Ecuador”.

Era costumbre, al llegar en tercero a la mitad de la carrera, organizar una comida en la que los estudiantes invitaban a los profesores que les daban clase.

Yo me senté en un lugar relativamente alejado de la presidencia de la mesa, en donde se sentaban los catedráticos, pero, para mi mala fortuna, el Doctor Torrente se sentó enfrente mía. Y,  hacia mitad de la comida, después de algunos ratos de charla banal, me preguntó:

- Señor Bonifaz, ¿piensa Usted seguir el año que viene la especialidad de Astrología?

- Pues la verdad es que no. – contesté inocentemente – La Astrología es muy interesante, desde luego, pero a mí me gusta más la Exobiología Paracientífica.

- ¡Ah, muy bien!, pero recuerde que también tiene que aprobar Fundamentos de la Astrología.

- Por supuesto, Don Segundo, por supuesto.

- ¿Y Usted, Señor Ramírez? – preguntó al que estaba a mi lado - ¿se va a especializar en Astrología?

- No, yo tampoco…

- ¿Y Usted, Señor Alberdi?... ¿Y Usted, Señorita López?... ¿y Usted…?

Y siguió preguntando a todos los que tenía a su alrededor, obteniendo evasivas o respuestas directamente negativas, hasta que uno contestó horrorizado:

- ¿¡Yooooo!?... ¡Pero si abro su libro por la primera página y no entiendo nada…!

Su libro. ¡El libro de Fundamentos de la Astrología escrito por el propio Doctor Torrente!

Al día siguiente teníamos clase de Astrología.

- Señor Bonifaz, - me dijo mientras miraba unos papeles que llevaba en la mano – salga a la pizarra y explíquenos la lección.

Era la primera vez que sacaba a alguien a la pizarra. Hasta entonces él se había limitado a ir explicando las lecciones a su manera, impidiendo constantemente con su cuerpo que viéramos lo que escribía delante de su barriga.

Afortunadamente había repasado los apuntes del último día, así que salí a la pizarra y empecé a dibujar el primer diagrama.

- Eso es lo que expliqué yo el último día.- dijo Don Segundo secamente.

- Sí. – dije yo mientras continuaba con el diagrama.

- ¿Son Ustedes estudiantes de primaria o de universidad? – preguntó irritado – Aquí se viene con la lección estudiada… ¡La lección de hoy!¡No la del día anterior!.

Y se marchó.

El siguiente día de clase volvió a sacarme a la pizarra. Y, durante una hora, estuve escribiendo fórmulas y dibujando diagramas y cartas astrales, sin que él dijera nada.

El día siguiente volvió a sacarme. Y volví a llenar la pizarra de cartas, diagramas y fórmulas.

Al siguiente día volvió nuevamente a sacarme y, después de estar explicando un rato la siguiente lección, dije mientras dibujaba una nueva carta astral:

- Según su libro, es fácil pasar del anterior diagrama a esta carta astral, pero la verdad es que no he conseguido averiguar como…

- ¡Naturalmente! – gritó Don Segundo - ¿Cómo iba Usted a averiguar una cosa tan sencilla?

Y soltó una carcajada.

- A ver, Señorita Elena ¿lo sabe Usted?

- No… yo no…

- ¿Señor Alberdi?... ¿Señor Antúnez?...

Nadie lo sabía.

- Señor de la Rambla, - dijo dirigiéndose triunfante a su alumno favorito – explíquele a sus compañeros como se pasa de ese diagrama a esa carta astral.

Luisito se levantó lentamente y, con una voz apenas inteligible, dijo:

- No… yo… tampoco he conseguido…

Se hizo un silencio sepulcral mientras la cara del Profesor Torrente se volvía cada vez más roja, más roja… hasta que explotó:

- ¡Inútiles! ¡Descerebrados! ¡Gilimemos! … ¡Retrasados mentales!...

Aquello sí que fue un verdadero “torrente” de insultos, de los que transcribo solo los más finos. Supongo a mis lectores perfectamente capaces de imaginar el resto… Bueno, rectifico… Espero que mis lectores no sean capaces de imaginar todo el resto.

Y se marchó dando un sonoro portazo, no sin antes volverse y espetarnos:

- ¡Nos vemos en Junio!

Y no volvió a dar clase ese año. Y en los exámenes de Junio suspendió a toda la clase menos a Luis de la Rambla, al que le puso un sobresaliente.

Y en Septiembre, incluyéndome a mí, volvió a suspender a la mitad de la clase.

Un amigo vidente profesional, y experto en Cartomancia, confirmó mis temores de que el Profesor Torrente no me aprobaría tampoco el año siguiente, ni el siguiente, ni…

Así que pedí un traslado de matrícula y me fui a estudiar a la Universitat Bilingüe de Barcelona que, junto a la Turolense de Madrid y la Katxonda de Arrasate, era la única en la que se podía cursar Exobiología Paracientífica, que era lo que más me interesaba de la Atrosofía.

Ni que decir tiene que allí aprobé  Fundamentos a la primera a pesar de no haber asistido a clase, porque me coincidía con una asignatura de cuarto, y a pesar de que tuve que hacer el examen en inglés, ya que con menos de un año de estancia, mi dominio del catalán era bastante deficiente.  

2 comentarios:

  1. Leyendo tus post veo amigo Florentino que no paraste la pata ni un momento, no perdiste el tiempo como veo...
    Me alegro..., que pena que otros que nos gobiernan no tenga por lo menos un 20% de esa base...
    Un abrazo.

    elperroverde

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  2. Se comprende perfectamente que te cambiaras de universidad pero te hubiera ido mejor en la katxonda de Bilbao,jejejeje

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