jueves, 25 de julio de 2013

La creación según Ovidio

Publio Ovidio Nasón nació en el año 43 a.C. y murió en el 16 d.C. Uno de sus poemas más conocido es “Las metamórfosis” , sucesión de fábulas en las que, como el dice en su introducción, “He tomado la resolución de escribir en versos las transformaciones que ha habido de los cuerpos en nuevas formas… desde el principio del mundo hasta estos últimos tiempos”.

Extraigo parte de las dos primeras “fábulas”, que tratan sobre la creación del mundo, tomándolas de la traducción de Francisco Crivell, del tomo “Poetas latinos” de la colección “Los clásicos” editada por E.D.A.F. en 1962.

El mar, la tierra y el cielo, que por todas partes le sirve de bóveda, no eran antes otra cosa que un aspecto uniforme de la Naturaleza en todo el universo, al que los antiguos llamaron Caos, porque era una masa tosca e informe y un peso inerte, en que los principios de todos los seres estaban encerrados y confundidos… ni la tierra era sólida ni el agua fluida; al aire faltaba la luz, y en suma, ningún elemento tenía aún su propia figura… Hasta que últimamente Dios, o la Naturaleza más próbida, puso fin a todas estas desavenencias separando el cielo de la tierra; esta de las aguas, y el aire más raro del más denso.

Luego que aquel Dios, quienquiera que sea, dividió aquella masa, y así dividida la distribuyó en sus partes, hizo redonda primeramente la superficie de la tierra a modo de un grande globo, para que su superficie quedase por todas partes a igual distancia del centro. Extendió los mares y ordenó se embraveciesen con la rapidez de los vientos y que circundasen las riberas de la tierra, ceñida por todas partes de las aguas. Las distribuyó también en fuentes, estanques y lagunas; enfrenó en sus tortuosas márgenes… También mandó a los campos extenderse, a las selvas cubrirse de hojas, a los escarpados montes elevarse y a los valles abatirse… La providencia de aquel Dios dividió la tierra… La zona del medio es inhabitable a causa de su excesivo calor; la de los extremos están siempre endurecidas con el rigor de la nieve y el hielo; pero las otras dos son templadas, con la agradable alternativa de calor y frío. Sobre ellas está el aire… en él determinó que habitasen las nieblas, las nubes, los truenos, que atemorizan al hombre, y los vientos, que forman el rayo y el granizo… Colocó sobre estos el éter, más puro y ligero, que nada tiene del aire denso que nos rodea, y apenas había prescrito a todos estos seres límites fijos, cuando los astros, que habían estado ocultos en la masa común del caos, empezaron a brillar por todo el cielo… los plateados peces habitaron las aguas, las fieras poblaron la tierra, y las aves el aire. Faltaba aún en el mundo un animal más perfecto que todo esto, el cual, dotado de un espíritu más sublime, fuese capaz de mandar a los otros. Fue hecho el hombre, sea que le formase de su divina semilla el autor de la Naturaleza, origen del mundo más excelente, o que la nueva tierra, separada poco antes del sublime éter, encerrase dentro de su seno algunas partículas del cielo, nacido al mismo tiempo que ella, y Prometéo, amasándola con las aguas de los ríos, le dio una forma semejante a los dioses que todo lo gobiernan.

Y dice la Biblia: “Díjose entonces Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todas las bestias de la Tierra y sobre cuantos animales se mueven sobre ella”.

Evidentemente Ovidio, aunque habla de Prometeo como creador del hombre, es más “científico” en su descripción de lo que se supone en un mito de origen remoto. Me parece destacable su descripción de la tierra, esférica y con una región ecuatorial, dos regiones templadas y dos polares. Y su suposición de que sobre el aire que nos rodea está el "eter", más puro y ligero.

También resulta curiosa su indeterminación sobre si la creación fue obra de un “Dios” o de la “Naturaleza”.

sábado, 20 de julio de 2013

Un susurro

- … prrr…

Elsa levantó la vista del libro que estaba leyendo.  La televisión estaba apagada, el Bigotes leía el Marca, Gigi l’amoroso  jugaba una partida de ajedrez contra sí mismo, y Doña Urraca tejía una bufanda para uno de sus nietos. Permaneció atenta unos segundos. Luego siguió leyendo.

- … porrr favorrr…

 Volvió a levantar la vista.

- ¿Decía Usted algo, Pedro?

- El Betis ya no es lo que era. – contestó el Bigotes.

Gigi y Doña Urraca la miraron sin decir palabra. Luego siguieron con sus tareas.

-  Suba… porrr favorrr…

Los demás residentes debían estar en sus cuartos o en el jardín, pero Elsa estaba segura de que sus compañeros del salón no habían movido los labios. Miró hacia la puerta, pero estaba cerrada y no había nadie tras el cristal.

- … volummmm…

- ¿Que suba el volumen?

Gigi y Doña Urraca volvieron a mirarla, pero esta vez con reprobación.

- ¿Decías algo? - preguntó Doña Urraca.

- No, Luisa, es que me pareció que alguien quería que subiera el volumen. - Contestó Elsa.

- La tele está apagada. - Dijo Gigi enarcando una ceja y volviendo a su partida.

Elsa notó un pequeño cosquilleo en el oído, junto al audífono, y con un movimiento automático de la mano aplastó a la pequeña hormiga que la estaba molestando. Luego volvió a posar la mirada en su libro, aunque en realidad a lo que estaba atenta era a averiguar quién de los otros ancianos quería tomarle el pelo. Pero el susurro no volvió a producirse y pronto lo olvidó para concentrarse de nuevo en la lectura.   

miércoles, 10 de julio de 2013

La creación según el Kalevala

El Kalevala es un compendio de leyendas finlandesas. La traducción que manejo es la de Juan B. Bergua, editada por Clásicos Bergua en 1967. Dada su longitud, extraigo aquí solo parte del texto sobre la creación:

El Tiempo había nacido, porque el Tiempo nació al hacerlo la primera criatura, y Luonnotar no era la primera criatura. Luonnotar era una virgen, una hermosa virgen hija de Ilma.

Vivía en medio de las vastas regiones del aire, recorriendo, por hacer algo, los espacios inmensos de la bóveda etérea. Más he aquí que de pronto sintió el aburrimiento de aquellos días iguales y sin fin.

Asi, un día aún más insoportable que los precedentes, descendió de las altas esferas y se lanzó mar adentro, hollando con sus pies de plata la blanca grupa de las olas.
Traqueteada por la tempestad… empezó a flotar, indiferente, de ola en ola a través de aquellas cimas líquidas coronadas de espuma. Haciéndolo, el soplo del viento vino a acariciar su seno, y el mar, fuente de vida, la hizo fecunda.
Durante siete siglos, durante nueve vidas de hombre, soportó su pesado fardo sin que el que debía de nacer naciese.

Pasó un instante, breve como instante, largo como espera, y de pronto un águila soberbia de caudalosas alas, tomando impulso empezó a cortar el espacio inmenso… con sus poderosas alas empezó a trazar surcos en el aire con estrépito inmenso, buscando un lugar donde hacer su nido, un lugar que pudiera servirle de morada.

…he aquí que la virgen del aire levantó una de sus rodillas por encima de las olas ofreciendo con ello al águila un espacio en el que establecer su morada, donde construir su nido tan amado.
Entonces el soberbio pájaro detuvo su vuelo al advertir la rodilla de la hija de Ilma sobresaliendo sobre la moviente superficie azul, creyendo que era una tierra capaz de cubrirse de verdura… y allí construyó su nido. Y en aquel nido puso seis huevos. Seis huevos de oro y aún un séptimo de hierro.

…bajó la rodilla para meterla en el mar y… los huevos rodaron al abismo, rompiéndose… Pero ni sus pedazos se perdieron hundiéndose en el légamo del fondo ni se mezclaron con el agua…

De la parte inferior de los huevos se formó la Tierra, madre de todos los seres; de la parte superior el sublime cielo; lo amarillo se tornó en Sol radiante; de lo blanco de los huevos nació la reina de las noches, la brillante Luna; ciertos pedazos moteados se transformaron en estrellas; otros negros, en las nubes del aire, entonces sombrías, porque cuando las cosas empiezan todo es caótico, hasta que el orden hace luz y trae calma.

Y pasó el noveno año y el décimo estío llegó. Entonces Luonnotar sacó la cabeza del agua y se puso, a su vez, a crear en torno a ella.
Por todas partes allí hacia donde extendía su mano, hizo surgir promontorios; donde… tocasen sus pies, horadó agujeros para los peces… abísmos… ensenadas, bahías y golfos… escollos fatales para los navíos… islas… No obstante, Vainamoinén no había nacido aún.

Aún le fue preciso al ya viejo e imperturbable Vainamonien pasearse en el seno de su madre durante treinta veranos.

Al fin, incapaz de soportar más aquella inactiva soledad, golpeó rudamente con el dedo sin nombre la puerta de la fortaleza hasta conseguir forzar el espeso tabique…

… durante siete y ocho años se sintió empujado de ola en ola, hasta que al fin pudo detenerse en un cabo desconocido. En una tierra al parecer no muy hospitalaria, despojada de plantas y de árboles.

A sobra de tiempo, puso en juego su espíritu y meditó a solas con su cerebro “¿Quién habrá de venir para sembrar estos campos? ¿Quién los llenará de gérmenes fecundos?”
Lo hizo… Sampsa, el dios de los campos… en las colinas nacieron pinos, en las alturas abetos, la maleza en los arenales. Los valles los llenó de arbustos jóvenes.

Luonnotar es la versión finlandesa de la griega Eurínome, con las diferencias de que esta se distraía bailando y aquella se aburría solemnemente, y de que la griega puso el Huevo Cósmico mientras que la finlandesa tuvo un hijo (que debió aburrirse aún más que su madre). Aquí el huevo, los huevos, los pone un águila. Lo intrigante es por qué uno de los huevos era de hierro. El Kalevala no lo explica.

viernes, 5 de julio de 2013

Flores Blancas

En mi jardín hay flores de otros colores, y tengo hijas con otros nombres, pero las fotos de hoy son solo de flores blancas (o casi), y algunas, como la de esta celinda están hechas por mi hija Blanca. 


Espino de Cristo


Espírea


Durillo


Rododendro



Pelargonio


 Espino albar

  

Yuca


Rosa


Conejitos


No es la primera vez que publico fotos de flores en el blog. Recientemente publiqué algunas de los jardines reales belgas y, hace más tiempo, las de un cactus y las de las primeras flores de mi jardín.