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miércoles, 3 de marzo de 2021
martes, 22 de octubre de 2019
Dos modelos para el universo
Hiperesferas
El universo se creó a partir de
una gigantesca explosión, el "big bang".
Debido a la fuerza de la explosión, el universo comenzó a expandirse muy
rápidamente.
No se sabe a ciencia cierta si el
universo seguirá creciendo indefinidamente o si llegará un momento en que la
fuerza de la gravedad logre contrarrestar por completo la inercia del big bang.
Si lo logra, comenzará a disminuir el tamaño del universo hasta que todo él se
concentre en solo punto. Es lo que llaman el “big crunch”. También podría ocurrir el
caso límite entre los dos: que la cantidad de materia existente en el universo
sea exactamente la necesaria para que el universo vaya poco a poco acercándose
a un cierto tamaño, su máximo, sin llegar nunca a él.
Parece que los científicos se
inclinan por el crecimiento indefinido del universo, pues, por un lado, no
encuentran en él materia suficiente para pararlo y, por otro, detectan que se
está produciendo una aceleración en la velocidad de expansión. Esto último
quiere decir, por otra parte, que, además de la inercia del big bang y de la
gravedad, hay otro factor que influye en la velocidad de expansión del universo
al que llaman “constante
cosmológica Lambda”.
Por otra parte, la expansión del
universo no hay que interpretarla como si el universo fuera una esfera, o el
interior de un globo, que se va hinchando, porque el globo y la esfera tienen
un límite: su superficie, que podríamos alcanzar si viajáramos a una velocidad
superior a la de la expansión. Y el universo no tiene límites. Es de tamaño
finito, pero ilimitado.
El símil que utilizan los
científicos para explicar nuestro universo ilimitado es un globo inflándose,
pero no su interior, sino su superficie. A medida que el globo se hincha, los
puntos de su superficie se alejan unos de otros. Si nosotros fuéramos
bidimensionales y viviéramos en la superficie del globo, no veríamos nunca su
interior, ni el exterior, sino solo su superficie, y, moviéndonos por ella,
nunca encontraríamos sus límites, a pesar de tratarse de una superficie finita.
Podemos imaginar que nuestro
espacio tridimensional es la hipersuperficie de una esfera de cuatro
dimensiones que aumenta de tamaño con el tiempo.
Intentemos, con un poco de
geometría, aclarar esta idea:
En un hiperespacio de n
dimensiones, definido un sistema de coordenadas, cualquier función f(X, Y, Z,…
W) = k en que intervengan todas o algunas de sus coordenadas representa una
hipersuperficie o hiperespacio de dimensión n-1 para cada valor de k.
La intersección de dos de esas
funciones, f(X, Y, Z,… W) = k y g(X, Y, Z,… W) = m, representa una
hipersuperficie o hiperespacio de dimensión n-2 para cada valor de k y de m.
En concreto, la ecuación X2+Y2+Z2+…
+W2=R2 (interviniendo n coordenadas) es una hipersuperficie
esférica de dimensión n-1 y radio R centrada en el origen de coordenadas, y la
ecuación W=k es un hiperespacio o hiperplano, también de dimensión n-1. Para
valores de k comprendidos entre –R y +R, la intersección de estas dos
hipersuperficies es una hipersuperficie esférica de dimensión n-2 y radio igual
a la raiz cuadrada de R2-k2.
En particular, en un espacio de
dimensión n=1 (una recta) la ecuación X2=R2 representa
una “hipersuperficie” de dimensión 0 (dos puntos, X=R y X=-R) que enmarcan una
“hiperesfera” de dimensión 1 (el segmento comprendido entre ambos puntos)
En un espacio de dimensión n=2
(un plano), X2+Y2=R2 representa una
“hipersuperficie” de dimensión 1 (una circunferencia) que contiene una
“hiperesfera” de dimensión 2 (un círculo). Si cortamos esta “hipersuperficie”
de dimensión 1 con una recta (espacio de dimensión 1), lo que obtenemos es una
“hipersuperficie” de dimensión 0 (dos puntos) de radio menor o igual que R.
En el espacio en que nosotros nos
movemos (n=3), la ecuación X2+Y2+Z2=R2 representa
la superficie de una esfera, de radio R y centrada en el origen de coordenadas.
En nuestro espacio de tres dimensiones la “hipersuperficie” es la superficie de
dimensión 2 de una esfera. Si cortamos esta hipersuperficie con un plano
(espacio de dimensión 2), obtenemos una circunferencia (“hipersuperficie” de
dimensión 1) de radio menor o igual que R.
Si el plano que corta la esfera
fuera perpendicular a esta página, lo que veríamos sería
que es como representaremos de
ahora en adelante la intersección de una hipersuperficie esférica con un
hiperplano de su misma dimensión.
En un espacio de dimensión n=4, X2+Y2+Z2+S2=R2 es
la “hipersuperficie” de dimensión 3 de una “hiperesfera” de dimensión 4. Si
cortamos esta “hipersuperficie” con un hiperplano de dimensión 3 (un espacio
como el nuestro), el resultado sería una superficie esférica normal (de
dimensión 2) de radio menor o igual que R.
Para terminar, en un espacio de
dimensión n=5, X2+Y2+Z2+S2+W2=R2 es
la “hipersuperficie” de dimensión 4 de una “hiperesfera” de dimensión 5. Si
cortamos esta “hipersuperficie” con un espacio de dimensión 4 obtendremos la
“hipersuperficie” de dimensión 3 de una “hiperesfera” de dimensión 4 y radio
menor o igual que R.
Las dimensiones del universo
Imaginando que
nuestro espacio tridimensional es la hipersuperficie de una esfera de cuatro
dimensiones espaciales, centrada en el origen de coordenadas, que aumenta de
tamaño con el tiempo, su ecuación matemática sería X2+Y2+Z2+S2=R(t)2
Desde el punto de vista
científico, sin embargo, la cosa no está tan clara, y no porque los científicos
no admitan la posibilidad de que existan dimensiones espaciales extra. Hay
quien admite que existen incluso 26. Pero ¿Por qué no las vemos?. Según Hawking
(Capítulo 19 de su "Historia del tiempo") la explicación que dan sus
defensores es que “las
otras dimensiones están curvadas en un espacio muy pequeño, algo así como una
billonésima de una billonésima de una billonésima de un centímetro. Eso es tan
pequeño que sencillamente no lo notamos.”
En la misma línea se expresa
Penrose ("El camino de la realidad", figura 15.1): "La analogía de una manguera. Vista a gran escala,
parece 1-dimensional, pero cuando se examina más minuciosamente se ve que es
una superficie 2-dimensional. Análogamente, según la idea de Kaluza-Klein,
podría haber pequeñas dimensiones espaciales extra inobservadas en una escala
ordinaria."
Esta explicación no es aplicable
a nuestra cuarta dimensión, ya que el radio de nuestra hiperesfera tiene que
ser enorme para que nuestro espacio tridimensional sea su hipersuperficie. ¿Por
qué entonces no la vemos?
Me parece que la explicación más
sencilla es que no la notamos sencillamente porque nuestros sentidos (vista, oído,
tacto,…) no pueden notarla. La vista ve la luz que produce o refleja la
materia. El oído oye determinadas vibraciones que se producen y se propagan en
la materia. El tacto toca la materia… Pero, a partir del big bang, la materia
se fue alejando a gran velocidad del punto en que se produjo la explosión, de
forma que debe estar toda en la hipersuperficie. Y si en el interior de la
hiperesfera no hay materia, no hay nada que ver, nada que oír, y nada que
tocar.
Incluso suponiendo que hubiera
algo en el interior de la hipersesfera, y que ese algo emitiera algún tipo de
señal, no hemos desarrollado ningún sentido capaz de detectarla y, por tanto,
de "verla".
Ignoro si la idea de las
dimensiones pequeñas es solo una idea brillante para explicar que no las
veamos, o si tiene algún fundamento matemático o físico. En todo caso el
razonamiento anterior también se puede aplicar a estas.
En cuanto a la forma de nuestro
espacio ¿hasta qué punto podemos considerar que se trata de la superficie
tridimensional de una hiperesfera?
Según los científicos, la gran
explosión fue absolutamente "simétrica", es decir, exactamente igual
en todas direcciones. Hasta el punto de que si no fuera por lo que ellos llaman
"rotura de la simetría",
nuestro universo sería un continuo completamente homogéneo en el que todos sus
puntos serían exactamente iguales entre sí.
En estas condiciones de simetría,
matemáticamente, las consecuencias de la explosión tendrían que tener forma
esférica (o hiperesférica según el número de dimensiones). Esta forma puede que
no sea, debido a la mencionada "rotura de la simetría", una
hiperesfera perfecta. Puede ser una "hiperpatata" con una
hipersuperficie no totalmente lisa, sino rugosa (como la de una naranja, según
Hawking).
También habría que señalar que
una hiperesfera que crece con el tiempo parece implicar que lo hace dentro de
un espacio de cuatro dimensiones espaciales preexistente. Pero el "espacio" (tri-, tetra- o
pluri-dimensional) solo existe desde la gran explosión. No obstante, esto no impide que podamos asumir como
modelo hipotético que nuestro espacio es la superficie tridimensional de una
hiperesfera.
El tiempo imaginario
En el
espacio euclideo tridimensional normal, fijados unos ejes de coordenadas
ortogonales, un punto viene determinado por tres valores (x, y, z). La
distancia “d” entre ese punto y el origen de coordenadas viene dada por la raíz
cuadrada de x2 + y2 + z2.
En el caso del espacio-tiempo, a
las tres coordenadas espaciales hay que añadir una coordenada temporal,
quedando determinado un punto por un conjunto de cuatro valores (x, y, z, t).
Pero el espacio-tiempo no es un espacio euclideo normal, y la distancia “δ” de
ese punto al origen de coordenadas viene dada por la raíz cuadrada del valor
absoluto de x2 + y2 + z2 – t2,
o sea que δ2 =|d2 – t2|. Veamos con
unos ejemplos por qué esto es así:
Es de noche. Subimos a la azotea
y contemplamos las casas cercanas, la torre de la iglesia, la luna, las
estrellas… En la torre de la iglesia hay un
reloj. Falta un minuto para que den las doce. ¿A qué distancia temporal estamos
del momento en que suene la primera campanada?. La respuesta es sencilla: a un
minuto. ¿A qué distancia espacial estamos de la torre? Supongamos que está a
100 metros. Y ahora viene la pregunta difícil. ¿A qué distancia
espacio-temporal estamos del momento en que el reloj de la torre va a marcar
las doce de la noche? ¿Podemos calcular una distancia mezclando metros con minutos?
El primer problema es, por tanto, tener un sistema de medida común para el
tiempo y el espacio.
Sabemos que la luz recorre 300.000 kilómetros en un segundo. En un minuto recorrerá 18.000.000.000 de metros. Esto es enorme, comparado con los 100 metros de distancia a la torre, por lo que sumemos o restemos los cuadrados de las dos distancias, la distancia espacio-temporal será prácticamente la misma que la temporal, la midamos en metros, en minutos o en segundos. Pero lo que me interesa destacar aquí es que no estamos midiendo la distancia espacio-temporal a la que se encuentra la torre. La torre lleva ahí más de un siglo, y es de esperar que ahí siga al menos un siglo más. En este sentido la torre es atemporal. En el espacio-tiempo no se mide la distancia a objetos, sino a sucesos. Sucesos que ocurren en un punto y un momento determinado.
Pero ¿dónde hemos puesto el
origen de coordenadas?. Supongamos que fijamos el origen de coordenadas en
nosotros mismos. En nuestra retina. Nuestra retina es el punto (0, 0, 0, 0) del
espacio-tiempo. Nos movemos por la terraza. Nos vamos al otro extremo. ¿Cuáles
son ahora las coordenadas de nuestra retina?: (0, 0, 0, 0). ¿Por qué? Porque
hemos puesto el eje de coordenadas precisamente en nuestra retina, y al
movernos hemos movido con ella el origen de coordenadas. Lo que ha cambiado no
son las coordenadas de nuestra retina, sino las de la torre de la iglesia y la
de todas las demás cosas, incluida la luna y las estrellas. Lo que quiero hacer
notar aquí es no tanto que las coordenadas espaciales de nuestra retina son (0,
0, 0), cosa que me parece fácil de entender, sino que la coordenada temporal de
nuestra retina es también siempre 0. Nuestra retina está siempre en el origen
del tiempo.
Miremos ahora a una estrella. Aparentemente
está en el punto (x, y, z), es decir, a una distancia espacial “d” tal que d2 =
x2 + y2 + z2. Las distancias
espaciales se miden normalmente en años-luz, siendo un año-luz la distancia que
recorre la luz en un año. Supongamos que está a 200 años-luz. ¿A qué distancia
temporal está? Cuidado… ¿está o estaba? Porque en 200 años, que es lo que ha
tardado su luz en llegar hasta nosotros, la estrella habrá cambiado de sitio y
donde está “ahora” es en otro punto espacial y a una distancia temporal 0 (allí
está ¡ahora!). La estrella que vemos estuvo donde la vemos hace 200 años, por
lo que su coordenada temporal es -200 años. t = -d. Y la luz que está emitiendo
ahora la estrella ¿cuándo llegará hasta
nosotros?. Si la distancia actual a la estrella es de 201 años-luz, por
ejemplo, la veremos dentro de 201 años. Es decir t = d. En ambos casos t2 =
d2, o lo que es lo mismo d2 - t2 =
0, o x2 + y2 + z2 - t2 =
0. Es decir la estrella que "vemos" está a una distancia
espacio-temporal cero de nuestra retina. Lo que vemos está siempre a una
distancia espacio-temporal 0.
Y con esto llegamos al tiempo
imaginario. Lo que hace Hawking en su "Historia
del Tiempo" (páginas 188-189 de la edición de bolsillo de Alianza
Editorial) es un cambio de variable: τ = it (donde t se multiplica por la
constante imaginaria i, que es la raiz cuadrada de -1). Con esto τ2 =
-t2, y por tanto el cuadrado de la distancia espacio-temporal será δ2 =
d2 + τ2 = x2 + y2 +
z2 + τ2. Observamos que, en esta fórmula, la nueva
variable τ se comporta como si fuera una variable espacial normal, y por eso
Hawking la utiliza como si lo fuera.
Hawking propone
un modelo del universo en el que hay una cuarta dimensión: el “tiempo imaginario”.
El único inconveniente de este modelo es que los “círculos” bidimensionales que representan el “el tamaño espacial del universo” en una hiperesfera de cuatro dimensiones, son esferas de tres dimensiones. Según esto, nosotros estaríamos dentro del globo que se infla, no en su superficie.
Este inconveniente se puede soslayar considerando el tiempo imaginario como quinta dimensión de nuestra esfera tetradimensional. Su representación gráfica sería la misma, y seguiría sirviendo la imagen de la Tierra y sus paralelos, pero ahora los círculos bidimensionales contenidos por estos representan hiperesferas tetradimensionales cuyas superficies tridimensionales son el espacio en expansión, finito pero ilimitado, en el que nos movemos.
Podemos incluso generalizar el
concepto de “tiempo imaginario” y postular simplemente que nuestra quinta
dimensión depende de alguna manera del tiempo. La fórmula para esta hiperesfera
sería X2+Y2+Z2+S2+W2=R2 ,
donde W sería la variable dependiente del tiempo.
Veamos un par de ejemplos más de
coordenadas espacio-temporales:
Supongamos que vemos dos
estrellas una sobre el eje X y otra sobre el eje Y, y que ambas las vemos a una
distancia d. Las coordenadas solamente espaciales de ambos puntos serán (d,0,0)
y (0,d,0) por lo que su distancia espacial será la raíz cuadrada de (d-0)2+(0-d)2+(0-0)2,
que es igual a d multiplicado por la raíz cuadrada de 2. Sus
coordenadas espacio-temporales serán (d,0,0,-d) y (0,d,0,-d). Aplicando la
fórmula, nos sale el mismo resultado: raíz cuadrada de (d-0)2+(0-d)2+(0-0)2-(-d+d)2,
o sea d multiplicado por la raíz cuadrada de 2. Este es un ejemplo de que, para
sucesos que ocurren al mismo tiempo, su distancia espacio-temporal coincide con
la simplemente espacial.
Cerremos los ojos. En nuestra
retina veremos un fondo oscuro, más o menos rojizo, con algunas zonas más
claras rojas o anaranjadas... Conservemos la imagen 6 segundos en nuestra
memoria. Sus coordenadas espacio-temporales serán (0,0,0,-6), las tres primeras
coordenadas son ceros porque, como vimos, nuestra retina es el origen de
coordenadas. La distancia espacio-temporal de la imagen será, si aplicamos la
fórmula, precisamente 6 segundos, como era lógico esperar.
Se me dirá que si en vez de
restar t2 lo hubiéramos sumado, los resultados de estos dos
ejemplos hubieran sido los mismos. Por eso es importante el ejemplo inicial: si
sumamos, en vez de darnos que la imagen en nuestra retina está a distancia 0 de
nosotros (lo que es lógico), nos daría que estaba a una distancia d
multiplicada por la raíz cuadrada de 2 (lo que no tiene sentido).
Galaxias y antimateria
Hawking explica
en su "Historia del tiempo" (pg.112 de la edición de bolsillo de Alianza Editorial) que en la gran explosión se produjo materia (quarks),
pero también antimateria (antiquarks), y esto en cantidades exactamente iguales.
Sin embargo dice a continuación que “No tenemos evidencia directa de
si en otras galaxias la materia está formada por protones y neutrones o por
antiprotones y antineutrones, pero tiene que ser lo uno o lo otro: no puede
haber una mezcla dentro de una misma galaxia, porque en ese caso observaríamos
de nuevo una gran cantidad de radiación producida por las aniquilaciones. Por
lo tanto, creemos que todas las galaxias están compuestas por quarks en vez de
por antiquarks; parece inverosímil que algunas galaxias fueran de materia y
otras de antimateria”.
¿Es realmente
inverosímil? ¿Por qué no podría haber tantas galaxias de antimateria como de
materia? ¿No hay un salto en el razonamiento de Hawkings cuando dice “Por lo tanto…”?
Si existen en nuestro universo
galaxias de antimateria ¿por qué no las distinguimos de las galaxias normales?
Lo explicaré mediante un símil: La foto-finish.
La cámara de foto-finish es una máquina fotográfica especial que se utiliza para dilucidar quién llegó el primero a la meta en algunas carreras. En una fotografía normal retratamos lo que en el instante de apretar el disparador se encuentra dentro del ángulo de visión de la cámara. En la foto‑finish el ángulo de visión es sólo una rendija: la línea de meta. Pero ésta no se fotografía sólo en un instante determinado, lo que daría una línea sobre el negativo. El obturador queda abierto durante todo el tiempo que los corredores tardan en pasar ante ella y, simultáneamente, la película fotográfica se va moviendo. De esta forma, por cada fracción de segundo que pasa, la película se mueve una fracción de milímetro, y todo lo que a lo largo del tiempo va pasando ante la rendija, se va impresionando sucesivamente a todo lo ancho de la película. Así, al pasar la cabeza de un corredor por la línea de meta, pasa primero la punta de la nariz, luego, los orificios nasales y luego, las pestañas, las pupilas, el rabillo del ojo, las patillas, las orejas y la nuca... Como la película corre al mismo tiempo que el corredor, todas estas cosas quedan impresionadas en ella exactamente en el mismo orden y, al revelarla, vemos por tanto una cara.
Si la película va demasiado deprisa, la nariz se impresionará demasiado lejos de las orejas y obtendríamos un perfil excesivamente ancho, y si va demasiado lenta, estaría demasiado cerca y obtendríamos un perfil verticalmente alargado. Si algo permanece parado en la línea de meta, como el pie de Usain Bolt en la siguiente foto (foto-finish oficial de las olimpiadas de Londres), aparecerá amplificado.
En esa fotografía, lo único que
se ha retratado es la línea de meta, que está pintada de blanco sobre el
terreno rojizo, y su anchura no corresponde a una dimensión espacial, sino
temporal. La distancia que hay desde un extremo al otro de la foto es el
tiempo que el obturador ha estado abierto, y la distancia entre corredor y
corredor es el tiempo que ha tardado el segundo en atravesar la meta después
del primero.
En la foto‑finish, si un galgo
pasa corriendo ante la rendija, pasará primero el hocico, luego el cuerpo, y
al final la cola, quedando registrados por este orden en la película que se va
deslizando. Pero, y esto es lo curioso, es indiferente que el galgo
corra de izquierda a derecha o de derecha a izquierda. Al deslizarse la
película en un solo sentido, aunque pasen dos galgos corriendo en direcciones
opuestas, la foto‑finish nos los mostrará corriendo en la misma.
Si no distinguimos las galaxias
de materia de las de antimateria es porque nuestra mente funciona de forma
similar al foto‑finish: vemos el universo a través de una rendija temporal
llamada "ahora" y grabamos lo que vemos en la película de la memoria,
que se desliza en una sola dirección en el tiempo, por lo que si un galgo
viniese corriendo del pasado al futuro y otro corriese del futuro al pasado, a
nosotros nos parecería que los dos corren, evolucionan, hacia el futuro.
Esto no quiere decir que sea imposible distinguir la materia de la antimateria. Únicamente, que ambas parecen evolucionar del pasado hacia el futuro. La diferencia está en cómo evolucionan.
Volvamos a la foto-finish. Supongamos que colocamos tres cámaras foto-finish en tres puntos consecutivos (A, B y C) del recorrido de los galgos, y que las ponemos en marcha simultáneamente. Si observamos las fotos vemos que uno de los galgos ha corrido cronológicamente (en el sentido en el que nosotros recorremos el tiempo) en dirección A-B-C y el otro, cómo es lógico, en dirección C-B-A. Solo que el que corre en dirección contraria a la esperada por las cámara ¡corre de espaldas!
La diferencia entre el foto-finish
fotográfico y nuestro foto-finish mental es que la rendija del fotográfico es
espacial, mientras que la nuestra es temporal. Nosotros no vemos al galgo
corriendo de espaldas, sino a la antimateria evolucionando al revés que la
materia. Esto es así con las partículas de antimateria producidas y observadas
en laboratorio.
Nuestro sol se encuentra en uno
de los brazos espirales de la Vía Láctea. La forma en espiral de sus brazos se
debe a que la galaxia gira sobre su centro, haciéndolo más rápidamente las
estrellas cercanas al centro que las de los extremos. Hay muchas más galaxias
espirales en el universo. Si observáramos que alguna gira en sentido contrario
al que parece indicar la curvatura de sus brazos, estaríamos sin duda ante una galaxia
de antimateria
Antimateria y antiuniverso
Hawking, en todo
caso, opina que en el universo actual no existe prácticamente antimateria. Explica (pgs.112-113 de su
“Historia del tiempo”) que “las
TGU permiten a los quarks transformarse en antielectrones a altas energías.
También permiten el proceso inverso, la conversión de antiquarks en electrones,
y de electrones y antielectrones en antiquarks y quarks. Hubo un tiempo, en los
primeros instantes del universo, en que este estaba tan caliente que las
energías de las partículas eran tan altas que estas transformaciones podían
tener lugar. ¿Pero por qué debería esto suponer la existencia de más quarks que
antiquarks? La razón es que las leyes de la física no son exactamente las
mismas para partículas que para antipartículas.”
Entre las razones que explica
Hawking a continuación, menciona (pg.114) que “el universo se tendría que comportar igual si se
reemplazaran las partículas por antipartículas, si se tomara la imagen
especular y se invirtiera la dirección del tiempo”, pero no se
comportaría igual si no se realizan simultáneamente estas tres simetrías. Por
tanto, “dado que hay
fuerzas que no poseen la simetría T (del
tiempo), podría ocurrir
que, conforme el universo se expande, estas fuerzas convirtieran más
antielectrones en quarks que electrones en antiquarks. Entonces, al expandirse
y enfriarse el universo, los antiquarks se aniquilarían con los quarks, pero,
como habría más quarks que antiquarks, quedaría un pequeño exceso de quarks ,
que son los que constituyen la materia que vemos hoy en día y de la que estamos
hechos.”
Hawking utiliza la expresión “podría ocurrir que…”,
lo que da la impresión de que esta teoría no le convence del todo.
Pero si “el universo se tendría que
comportar igual si se reemplazaran las partículas por antipartículas, si se
tomara la imagen especular y se invirtiera la dirección del tiempo”,
la deducción más sencilla es que al igual que la materia se expande a partir de
la gran explosión a lo largo del tiempo “positivo” formando nuestro universo,
la antimateria se debe expandir, también a partir del big bang, pero a lo largo
de un tiempo “negativo”, formando un antiuniverso simétrico al nuestro.
La existencia de
un antiuniverso plantearía algunos problemas, desde el punto de vista
religioso, si este fuese idéntico, simétrico, al universo material. Existirían
dos Tierras, con dos humanidades exactamente iguales. ¿Un hombre y un
antihombre tomarían exactamente las mismas decisiones? Eso negaría su capacidad
de elección y, por tanto, su responsabilidad. No existiría el pecado ni la
culpa, y no tendría sentido la Redención.
Los que creemos que la libertad
de elección de los hombres no es un producto de su constitución química,
debemos suponer que sus decisiones no serían automáticamente las mismas, lo que
en definitiva haría que las dos humanidades fueran completamente distintas.
Pero es que además esos dos
universos no serían iguales. Ya hemos visto que las galaxias se formaron debido
a que muy pronto (en una pequeñísima fracción del primer segundo) se produjo
una “rotura de la
simetría”, que, según Penrose (El
camino a la realidad, apartado 28.1 y siguientes), fue totalmente aleatoria. En
el antiuniverso debió producirse también una rotura de la simetría, pero que,
al ser igualmente aleatoria, difícilmente hubiera podido dar un universo
idéntico al nuestro.
Para Hawking (pg. 201) esa rotura
de la simetría se debió a que el universo primordial “no podría haber sido
completamente uniforme, porque ello violaría el principio de incertidumbre de
la teoría cuántica. Tendría que haber habido pequeñas fluctuaciones en la
densidad y en las velocidades de las partículas”, siendo esas
pequeñas fluctuaciones las que hicieron que se produjera la rotura. Y el mismo
“principio de incertidumbre”,
que él invoca, haría que fuera imposible que las irregularidades fueran
simétricas en ambos universos.
El tiempo angular
El modelo de
espacio-tiempo con universo, antiuniverso y tiempo imaginario "lineal"
tiene un defecto: Hay un big bang en el que se crea tanta materia como
antimateria, pero hay dos big crunchs uno solo de materia y otro de solo
antimateria. Quedarían dos puntos con una enorme masa, pero no desaparecerían;
no se aniquilarían mutuamente en un proceso inverso al big bang.
Pero esto tiene una
solución sencilla: basta con enrollar el último dibujo en un cilindro de
forma que ambos big crunch coincidan, quedando el tiempo representado por los
planos que pasan por el eje del cilindro, y aniquilándose materia y antimateria
en un big crunch simétrico al big bang.
En el esquema lineal
podemos dibujar “tiempos” por debajo y por arriba (antes y después) de nuestros
dos universos, que, de acuerdo con las ideas de Hawking y de San Agustín, no
tienen sentido. En el esquema angular, todos los planos que podemos dibujar se
encuentran entre los valores 0 y Pi de t y cortan a las hiperesferas. Para
valores inferiores a 0 o superiores a Pi no hay planos nuevos; son los mismos.
Pero la solución del
tiempo angular nos permite otra posibilidad: Enrollar el modelo inicial de Hawking
(con una dimensión más, cómo vimos) de forma que big bang y big crunch
coincidan.
Quiero aclarar que, aunque pueda parecer que estos modelos implican (al pasar el ángulo del tiempo de 0 a Pi, 2Pi, 3Pi, etc) el eterno repetirse de "big bangs", expansiones, contracciones y "big crunchs", historia de la humanidad incluida, esto no es así: En estos modelos el universo es simplemente una o dos hiperesferas de cinco dimensiones que, vistas desde fuera (lo que podría ser la "visión de Dios"), es perfectamente estática e inmutable. El tiempo no "pasa" por nosotros; es una dimensión más, tan estática como las dimensiones espaciales normales. Somos nosotros los que "pasamos por el tiempo".
Que el modelo más
correcto sea el que tiene dos universos o el que tiene solo uno depende de si
existen o no galaxias de antimateria.
Si al separarse
directamente en el big bang materia y antimateria se forman dos universos, en
el nuestro no debería haber galaxias de antimateria (de acuerdo con la opinión
de Hawking). Si por el contrario la antimateria se incorpora a nuestro universo
desde lo que para nosotros sería el big crunch, recorriendo el tiempo en
sentido inverso, deberían existir galaxias de antimateria. Si la rotura de la
simetría en la antimateria fuera simétrica a la de la materia, los dos
seminuniversos serían también simétricos el uno del otro, aniquilándose ambos
en el momento de máxima expansión. Pero al no ser simétricas ambas roturas (por
las mismas razones que no lo serían en el caso de dos universos), ambos semiuniversos no serían
simétricos y dicha aniquilación total no tendría lugar, debiendo existir tanto galaxias
de materia cómo de antimateria en ambos semiuniversos.
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NOTA
Los textos anteriores fueron ya publicados con anterioridad en diversas entradas de este blog. Aquí se reproducen todos juntos y con algunas modificaciones, sobre todo en el apartado El tiempo angular. Los textos originales pueden verse a través de los siguientes enlaces, que publiqué en una serie con el título genérico de El universo en expansión:
10/06/12 - 1 - Hiperesferas
25/06/12 - 2 - Las dimensiones del universo
15/07/12 - 3 - El tiempo imaginario
25/07/12 - 7 - Galaxias y antimateria fusionada con 20/10/12 - 8 - El símil de la foto-finish
30/07/12 - 4 - Antimateria y antiuniverso
10/09/12 - 6 - El tiempo angular
En esta serie de entradas publiqué tres entradas más, que he preferido no incluir aquí por no considerarlas necesarias para llegar a los dos modelos que propongo y que, además, quizás sean demasiado imaginativas.
lunes, 30 de septiembre de 2019
Sobre la Creación
La
creación del tiempo
El universo está en continua expansión y, aunque actualmente los científicos se inclinan a pensar que continuará así indefinidamente, también existe la posibilidad de que, llegado a un cierto punto, deje de expandirse y pase a contraerse hasta colapsarse en el llamado "big crunch" análogo simétrico al "big bang" inicial. Si esto fuese así, tanto el espacio como el tiempo dejarían de existir.
“Incluso si hay solo una teoría unificada posible, se trata únicamente de un conjunto de reglas y de ecuaciones. ¿Qué es lo que insufla fuego en las ecuaciones y crea un universo que puede ser descrito por ellas?... ¿Es la teoría unificada tan convincente que ocasiona su propia existencia?”
Para un ateo, esta frase me pareció muy honesta, pero en su último libro, "El gran diseño", no solo expresa la opinión de que Dios es innecesario para explicar la existencia del universo, sino que afirma que no lo hizo.
En los párrafos anteriores he seleccionado las frases que, para mi propósito, considero más significativas. Del resto seguramente pueden sacarse consecuencias, pero en general creo que tienen un carácter puramente literario, ornamental o reiterativo. Así, con distintas variantes, dice: “Y llamó (de tal manera) a (lo creado)”, “Y lo separó (de su contrario)”, “E hizo Dios (lo que había dicho que se hiciera)” o “Y brotó (lo que había dicho que brotara)”,…
Entre las frases repetidas cada día, que entiendo que tienen importancia, figura la de “Y vio Dios ser bueno (lo que acaba de crear)”.
No dice “Y vio Dios que era perfecto lo creado” sino solamente “bueno”. A pesar de sus imperfecciones.
Pero ¿por qué creó Dios un universo simplemente “bueno” y no “perfecto”? Quizás la respuesta nos la esté dando el científico ateo Roger Penrose en una frase que ya cité anteriormente: “Si el Creador se equivocase en lo más mínimo al señalar este punto y hundiera la aguja de forma efectivamente aleatoria en la región de máxima entropía E, entonces el resultado sería un universo inhabitable”.
A esta frase podríamos darle una interpretación estricta y otra flexible:
En la interpretación estricta, Penrose nos estaría diciendo que nuestro universo es el único habitable posible. Cualquier otro punto nos daría un universo inhabitable. Pero ¿querría Dios crear un universo inhabitable? Y ¿puede hacer Dios, por muy omnipotente que sea, algo imposible? Creó el único posible.
En una interpretación flexible, un pequeño error produciría un universo inhabitable, pero podría haber otros puntos en los que, hundiendo la aguja con precisión, también se producirían universos habitables. Muchos de esos posibles universos podrían haber recibido el visto “bueno” de Dios, y haber sido creados.
Stephen
W. Hawking dice en su libro “Historia del tiempo. Del big bang a los agujeros
negros” (Alianza Editorial, nº 1485 de El libro de bolsillo, página 24):
“Como
veremos, el concepto de tiempo no tiene significado antes del comienzo de
universo. Esto ya había sido señalado en primer lugar por san Agustín. Cuando
se le preguntó: ¿Qué hacía Dios antes de que creara el universo?, Agustín no
respondió: estaba preparando el infierno para aquellos que preguntaran tales
cuestiones. En su lugar, dijo que el tiempo era una propiedad del universo que
Dios había creado, y que el tiempo no existía con anterioridad al principio del
universo.”
Empieza
el Libro del Génesis diciendo “Al principio
creó Dios el cielo y la tierra”, es
decir, el universo, pasando en los siguientes versículos a describir las
distintas etapas en que se desarrolló esa creación.
Lo
importante de esta frase es lo que constituye un dogma de fe para los
cristianos: la existencia de un Dios creador, pero llaman la atención las
primeras palabras: “Al principio”. ¿Al principio de qué? ¿Al principio del
universo? Evidentemente, el momento en que lo creó, fue el principio del
universo, y sería repetitivo decir que Dios creó el universo al principio del
universo. ¿No está diciendo como Hawking y San Agustín que lo creó al principio
“del tiempo”, es decir, que creó en el mismo instante el espacio y el tiempo?
El universo está en continua expansión y, aunque actualmente los científicos se inclinan a pensar que continuará así indefinidamente, también existe la posibilidad de que, llegado a un cierto punto, deje de expandirse y pase a contraerse hasta colapsarse en el llamado "big crunch" análogo simétrico al "big bang" inicial. Si esto fuese así, tanto el espacio como el tiempo dejarían de existir.
Que el
universo se expanda indefinidamente haría que el universo perdure un tiempo
infinito. Esto puede parecer contradictorio con la doctrina cristiana (¿Materia
con duración infinita?), pero hay que tener en cuenta que infinitud no es igual
a eternidad. La eternidad no es un tiempo infinito, sino un no-tiempo (en un
no-espacio). Al crearse el universo (con o sin Dios), se creó también el
tiempo. Es decir, se creó desde fuera del tiempo y del espacio, desde el
no-tiempo y no-espacio o eternidad.
Multiversos
Leí en un periódico la noticia de que
se había encontrado la primera prueba de que existen universos
paralelos. Busqué en internet "universos paralelos" y encontré
que la noticia ya estaba registrada en la Wikipedia en la entrada Multiverso. En esa entrada
se citaba como fuente un artículo publicado el 19 de mayo de 2013 en Mail Online.
El telescopio Planck,
sucesor del famoso Hubble, ha realizado un mapa de la radiación de fondo del
universo (más preciso que el realizado por el Hubble) correspondiente a la
huella, aún detectable, de la situación del universo unos segundos después del
"big bang".
Algunos cosmólogos
opinan que las anomalías observadas (con respecto a la uniformidad predicha
teóricamente) pueden ser debidas al empuje gravitatorio de otros universos
"paralelos".
A mí me parece perfectamente
posible que existan otros universos, pero me parece sorprendente que, como
dicen esos cosmólogos, las anomalías "puedan" deberse a la existencia
de universos paralelos (no lo "prueban", como dice la noticia del
periódico).
El dibujo de la izquierda
(que reproduzco del artículo del "Mail Online") me parece equivocado.
Da la impresión de que el big bang se produce en un espacio preexistente en el
que, en un tiempo anterior, ya existían otros universos. Pero el espacio y el
tiempo son una consecuencia del big bang. Cada posible big bang produce su
propio espacio y su propio tiempo, pero no existen ni un tiempo ni un espacio
común. Por tanto, no es que no lo sepamos, sino que no tiene sentido decir que
dos espacios están próximos, ni lo tiene el decir que uno es anterior,
posterior o simultáneo a otro.
Claro que, como sugiere el punto tres del
dibujo, a lo mejor hay que ir pensando en una nueva concepción de la física del
universo y de su creación.
Penrose y la aguja del creador
El universo comenzó
su existencia a partir de una enorme explosión, conocida como el “big bang”.
Roger Penrose, uno de
los científicos actuales más prestigiosos, considera en su libro “El camino de
la realidad” (editorial Debate, 2006) que esta explosión tuvo unas características
extraordinariamente especiales, llegando a decir a propósito de ella, en el pie
de la figura 27.21:
“Creación
del universo: ¡Una descripción extravagante! La aguja del Creador tiene que
encontrar una caja minúscula, solo una parte en 10 elevado a 10123 del
volumen del espacio de fases entero, para crear un universo con un big bang tan
especial como el que realmente encontramos.”
Y en el texto del
apartado 27.13:
“Si
el Creador se equivocase en lo más mínimo al señalar este punto y hundiera la
aguja de forma efectivamente aleatoria en la región de máxima entropía E (donde según
Penrose se encuentra la minúscula caja correcta), entonces el
resultado sería un universo inhabitable.”
Como Roger Penrose es
ateo (o quizás agnóstico), considera absolutamente extravagante la idea de que
Alguien sea tan inteligente como para acertar con la minúscula caja adecuada
para producir un universo habitable. Encuentra más lógico creer que un big bang
tan especial se produjo por puro azar.
¿Pero cómo es de grande
el número 10 elevado a 10123? Intentemos escribirlo:
10 elevado a 101 es
un 1 seguido de 10 ceros = 10000000000
10 elevado a 102 es
un 1 seguido de 100 ceros =
10000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000
10 elevado a 104 ocuparía
100 líneas como la de arriba: Una página.
10 elevado a 107 ocuparía
un libro de 1000 páginas.
10 elevado a 109 ocuparía
una estantería con 100 libros.
Suponiendo que esa
estantería ocupa medio metro cuadrado (50cm de fondo por 1m de ancho), y
teniendo en cuenta que la Tierra tiene una superficie de unos 5*108 kilómetros
cuadrados, cabrían en la ella (océanos incluidos) 1015 estanterías.
Tendríamos así espacio para escribir el número 10 elevado a 1024.
Se necesitarían 10
elevado a 1099 planetas como la Tierra para poder escribir
todos los ceros de 10 elevado a 10123. (Obsérvese que el número de
planetas necesario es mucho mayor que el número de ceros que hemos conseguido
"publicar" en la Tierra).
¿Qué es más creíble, que
Dios existe o que ha ocurrido un suceso que tiene una probabilidad de 1 contra
10 elevado a 10123?
Por supuesto, esto no
prueba que Dios exista, ni que no haya ocurrido por casualidad un big bang tan
improbable. Pero… Si esa es la probabilidad de que el big bang se deba al azar,
¿cuál es la probabilidad de que fuera intencionado?
La creación según Hawking
Stephen
W. Hawking, en su "Historia del tiempo" escribe, al final de uno de
los capítulos, las siguientes frases sobre la creación del universo:
“Incluso si hay solo una teoría unificada posible, se trata únicamente de un conjunto de reglas y de ecuaciones. ¿Qué es lo que insufla fuego en las ecuaciones y crea un universo que puede ser descrito por ellas?... ¿Es la teoría unificada tan convincente que ocasiona su propia existencia?”
Para un ateo, esta frase me pareció muy honesta, pero en su último libro, "El gran diseño", no solo expresa la opinión de que Dios es innecesario para explicar la existencia del universo, sino que afirma que no lo hizo.
En mi opinión hay una gran diferencia entre decir
que no hay razones científicas que apoyen la existencia de Dios –con lo que
estoy de acuerdo- y postular que la ciencia la excluye.
Permítaseme, aunque el significado de una frase
puede variar al examinarla fuera de contexto, hacer un par de reflexiones
sobre las siguientes, que aparecen en su nuevo libro:
“Dado que hay una
ley como la gravedad, el universo puede crearse de la nada y lo hace. La
creación espontanea es la razón de que haya algo en lugar de nada.“
¿Qué es la “nada”? Es de suponer que es un
“sitio” en el que no hay nada (aunque “antes” del big bang, si no existía el
espacio, tampoco existía ningún “sitio”, y si no existía el tiempo, tampoco
había un “antes”). Pero para Hawking, a pesar de que no había nada, parece que
ya funcionaba la ley de la gravedad. Pero si no había materia ¿Qué hacía allí
la ley de la gravedad? ¿No es más bien verdad que, al igual que el espacio y el
tiempo, la gravedad comenzó a existir en el momento del big bang?
El árbol caído se explica por el filo del hacha.
El leñador es innecesario.
El ciervo abatido se explica por la velocidad de
la bala. El cazador es innecesario.
El poema se explica por la tinta de la pluma. El
poeta es innecesario.
El
universo se explica por la ley de la gravedad. El Creador es innecesario.
La
ciencia, tal como la entiende nuestra civilización occidental, estudia las
leyes por las que se rige el universo, buscando la causa de cada efecto. ¿No es
totalmente acientífico suponer que puede existir una “creación espontánea” sin
una causa que la produzca? ¿Y puede ser la causa una gravedad que no existe
hasta que se produce el efecto?
Por qué crear
Los hombres, como la materia de la que estamos hechos, nos movemos
y evolucionamos en el tiempo. Cualquier cosa que hagamos, incluso pensar,
requiere tiempo. Nos es por ello muy difícil comprender como puede pensar y
actuar un ente para el que no pasa el tiempo.
Por supuesto, me estoy refiriendo a Dios.
Tanto para los científicos ateos, como Hawking, como para los
teólogos santos, como San Agustín, al crearse el universo (sin o con Dios) se
creó el tiempo. Por tanto, antes de la gran explosión que lo originó, el tiempo
no existía. De donde se deduce que Dios (si existe, como creo) existe fuera del
tiempo. Es lo que llamamos “eternidad”, el no-tiempo.
La mayor parte de los que creen en Dios piensan (o hemos pensado)
que después de estar solo una eternidad, decidió en un determinado momento
crear el universo y que, luego, pasa el tiempo observándolo para premiar al
final a los justos y castigar a los malvados. El problema es que palabras como “después”, “determinado momento” o “pasar el tiempo” no
son aplicables a Dios, aunque nos sirvan para entenderlo.
Para los cristianos solo hay un Dios, pero con tres “personas”.
Algo así como un triángulo, que es solo uno y tiene tres lados, solo que un
lado no es el triángulo, mientras que cada persona si es Dios.
Dios se contempla a sí mismo. La persona que contempla es el
“Padre”. La persona contemplada es el “Hijo”. Y el amor entre Padre e Hijo es
el “Espiritu Santo”. Esto, por supuesto,
es una manera de hablar, porque difícilmente podemos comprender como es Dios,
pero pone de manifiesto lo que los cristianos consideramos su principal
característica: Dios es Amor.
Al igual que el amor entre un hombre y una mujer les induce a
tener hijos a quienes amar y por quienes ser amados, el amor de Dios le induce
a crear unas criaturas a las que amar y por quienes ser amado. Podría crear
unos seres que, por su naturaleza, no tuviesen más remedio que amarle, pero eso
no sería muy satisfactorio. Necesita crearlas en un contexto que les permita
elegir entre amar o no amar. Porque para que haya verdadero amor tiene que
haber libertad para no amar.
Según Roger Penrose parece que solo hubiera un universo en el que
sería posible la vida, y por tanto, el amor. Pero no veo por qué no podría
haber otros, similares o distintos al nuestro. Incluso universos en los que
“nuestro tipo de vida” no sería posible, pero en los que podría ser posible
otro, con otro tipo de materia, o incluso sin materia y sin tiempo (¿los
ángeles?).
Dios, infinitamente sabio, podría analizar todas las
posibilidades, seleccionar aquellas que le parezcan más apropiadas para sus
fines, incluidas posibles intervenciones suyas que no coarten la libertad de
sus criaturas y, finalmente crear esos universos. Y todo, no como una serie de
“actos” consecutivos, sino simultáneos (para entendernos, ya que tanto
“consecutivos” como “simultáneos” implican tiempo).
¿Y cómo los crea?: Normalmente imaginamos a Dios observando
nuestro universo “desde fuera”. Pero esto no debe ser así. Nuestro universo
está “dentro” de Dios, como una sola cosa, desde el big bang hasta su final
(muerte térmica, big crash o lo que sea). Y Dios no es que “observe”, es que
“sabe”. Por decirlo de alguna manera, nuestro universo (y el de los ángeles y
todos los otros posibles universos) es solo un “pensamiento” en la mente de
Dios. Un pensamiento de tal potencia que deja de ser pensamiento para ser
realidad.
Hawking imagina que las leyes matemáticas que rigen el universo
son tan poderosas que no tienen más remedio que hacerse realidad. Esto no es
muy distinto de lo que yo imagino, la diferencia está en que para mí esas leyes
están en la mente de Dios (¿en donde si no?), y es su voluntad la que las hace
realidad.
Los siete
días de la creación
Durante mucho tiempo los
cristianos hemos creído que, al ser la Biblia un libro inspirado por Dios,
había que creer al pie de la letra todo lo que dice el Génesis. Todavía hay
quien lo cree, pero la mayor parte opinamos que la inspiración no implica
literalidad.
La descripción del Génesis va
dirigida a unos hombres sin siquiera la mínima formación científica que se
supone hoy día a hombres medianamente instruidos. Esto hace que utilice
palabras y símiles fácilmente entendibles por ellos. En vez de hablar, por
ejemplo, de etapas de millones de años, utiliza el símil de los días.
Pero ¿por qué siete días? El que
hable precisamente de “siete” puede tener dos razones. Primera: el siete se
consideraba un número perfecto, por lo que era adecuado para describir la
perfección de la obra de Dios. Segundo: sentaba el precedente de descansar (y
dar gloria a Dios) un día a la semana. “Descansó Dios
el séptimo día”. Por lo demás, no parece que el mensaje hubiera cambiado
mucho de haber dividido la creación en un número distinto de días.
Al dividir la creación en “días”,
el Génesis nos está diciendo que el universo no fue siempre como lo conocemos,
sino que el que vemos ahora es el fruto de su evolución a lo largo del tiempo.
Esa voluntad de explicitar el paso del tiempo queda aún más clara con la frase
repetida “Y hubo tarde y mañana”
seguida de “día primero”,
“segundo día”… “día sexto”…
Por otra parte, el libro del
Génesis se transmitió oralmente durante mucho tiempo, y es posible que, al
transmitirse, haya sufrido algunas alteraciones. Si este fuera el caso ¿cuál
sería la versión inspirada por Dios, la original o la que ha llegado hasta
nosotros? Esto sería un problema si creyéramos que hay que interpretar el
Génesis de forma literal, pero la respuesta, por supuesto, es que las dos por
igual. Si realmente está inspirado por Dios, podría haber habido variaciones,
pero no en el mensaje principal.
Podemos suponer, por ejemplo, que
los versículos 1.11 a 1.13 en que se crean las plantas (“Haga brotar la tierra hierba verde,
hierba con semilla, y árboles frutales cada uno con su fruto, según su especie,
y con su simiente, sobre la tierra”) estaban originalmente situados
detrás del 1.19, en el que se crea el sol (“Haya
en el firmamento de los cielos lumbreras para separar el día de la noche”).
El cambio de lugar se explicaría porque en el versículo 1.10 se dice “y a lo seco llamó Dios tierra”,
y no es descabellado pensar que alguno de los transmisores orales se equivocara
y cambiara el orden, haciendo que, inmediatamente después de crear la tierra,
Dios creara las plantas que crecen sobre ella. Al fin y al cabo había creado la
luz el primer día, con lo que el sol no debía parecerle estrictamente
necesario.
Admitida su no literalidad, el
Génesis podría reinterpretarse, quizás forzando un poco las palabras, para
adaptarlo a lo que hoy sabemos gracias a los avances de la ciencia. De todas
formas, no afirmo que la que sigue sea la interpretación correcta, sino tan
solo que es una interpretación posible.
El versículo 1.3 (primer día)
dice: “Dijo Dios: “Haya luz”;
y hubo luz”. Pero no habla aquí del sol y las estrellas, cuya
creación queda para el día cuarto. ¿Por qué no interpretar que esa luz se
corresponde con el enorme destello que cualquiera imagina (de hecho, no hubo
luz) que debió producir el big bang? ¿No es una buena manera de describirlo
para un hombre no científico?
La gran explosión hizo que la
energía y la materia producida empezaran a expandirse a enorme velocidad por el
universo… o mejor, empezaran a expandir el universo al expandirse ellas… Por
supuesto, no se trataba de una materia como la vemos hoy día. Al principio, ni
siquiera eran electrones, ni protones y neutrones, sino casi energía en estado
puro, formando los más elementales constituyentes de la materia (quarks,
gluones… para los científicos).
En los primeros instantes del big
bang, el “plasma primordial”,
la “sopa de quarks y
gluones”, era totalmente homogénea, es decir, idéntica en todas
partes y en todas direcciones, pero muy pronto (en una pequeñísima fracción del
primer segundo) se produjo una “rotura
de la simetría” (Penrose, El camino de la realidad, apartado 28.1 y
siguientes), dividiéndose la “sopa” en fragmentos, antecedentes de las actuales
galaxias, que se fueron separando unos de otros, quedando inmensos espacios
prácticamente vacíos entre ellos.
Y dice el versículo 1.6 (segundo
día): “Dijo luego Dios: “Haya
firmamento en medio de las aguas, que separe unas de otras”; y así fue”.
Si nuestros divulgadores científicos hablan de “plasma” o “sopa” para que les
entendamos ¿por qué no admitir que la Biblia hable de “agua” para referirse a
lo mismo? Y en ese caso, la “separación de las aguas” ¿no tendría el mismo
significado que la “rotura de la simetría”?
Al big bang siguió durante unos
cuatrocientos millones de años, hasta que se produjeron las primeras estrellas,
un periodo al que los científicos llaman “la
edad oscura”.
Supongamos que también aquí hubo
un cambio en el orden de los versículos y que el 1.2 (“La tierra estaba confusa y vacía, y
las tinieblas cubrían la haz del abismo, pero el espíritu de Dios se cernía
sobre la superficie de las aguas”) estaba originalmente detrás del
1.6. Esto ajustaría la descripción de la Biblia a la “edad oscura” de los
científicos. El cambio de lugar se explicaría por su mención de las tinieblas,
que no parecerían tener sentido después de haber creado Dios una luz que, sin
duda, se consideró permanente.
Dice el versículo 1.9 (tercer
día, primera parte): “Dijo
luego: “júntense en un lugar las aguas de debajo de los cielos, y aparezca lo
seco”. Así se hizo.” Y a continuación, en 1.10 “y a lo seco llamó Dios tierra”.
Este versículo podría
interpretarse que no trata sobre la creación del planeta Tierra, sino de la
materia. Si admitimos “agua” como equivalente de “sopa”, un paso más nos debe
hacer admitir “tierra” como “materia”. Efectivamente, con ayuda de los
“gluones”, los “quarks” se fueron juntando de tres en tres para producir
neutrones y protones, que a su vez, al unirse entre sí, forman los núcleos de
los átomos de lo que ahora entendemos como “materia”.
Con esta igualación “agua” =
”sopa” y “tierra” = ”materia” se puede reinterpretar también lo que dice el ya
citado versículo 1.2: “La
tierra estaba confusa y vacía” = ”lo que había, quarks y gluones,
no estaba claro que fuera materia; a lo sumo sería premateria” y “el espíritu de Dios se cernía sobre
la superficie de las aguas” = ”pero no se preocupen, la intención
de Dios era que surgiera materia a partir de esa sopa”.
1.14 a 1.16 (cuarto día): “Dijo luego Dios: “Haya en el firmamento
de los cielos lumbreras para separar el día de la noche, y servir de señales a
estaciones, días y años, y luzcan en el firmamento de los cielos para alumbrar
la tierra”. Y así fue. Hizo Dios los dos grandes luminares, el mayor para
presidir al día, y el menor para presidir a la noche, y las estrellas”
Podemos pensar que aquí el
narrador omite la creación de la Tierra porque la supone ya creada. Recordemos
que el narrador (original o transmisor) realmente no puede saber cómo fue la
creación. Su descripción es una descripción “poética”, aunque inspirada por
Dios.
Una vez cambiado de lugar los
versículos 1.11 a 1.13 como ya vimos al hablar de la literalidad del Génesis,
los siguientes “días” no necesitan más comentarios en este contexto; encajan bien
con lo que sabemos:
1.11 (tercer día, segunda parte,
recolocado como quinto, primera parte): ”Haga
brotar la tierra hierba verde, hierba con semilla, y árboles frutales cada uno
con su fruto, según su especie, y con su simiente, sobre la tierra.”
1.20 (quinto día): “Hiervan de animales las aguas y
vuelen sobre la tierra aves”
1.24 (sexto día): “Brote la tierra seres animados,
ganados, reptiles y bestias” y 1.26: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza“
2.1 (séptimo día): “descansó Dios el séptimo
día”
En los párrafos anteriores he seleccionado las frases que, para mi propósito, considero más significativas. Del resto seguramente pueden sacarse consecuencias, pero en general creo que tienen un carácter puramente literario, ornamental o reiterativo. Así, con distintas variantes, dice: “Y llamó (de tal manera) a (lo creado)”, “Y lo separó (de su contrario)”, “E hizo Dios (lo que había dicho que se hiciera)” o “Y brotó (lo que había dicho que brotara)”,…
Entre las frases repetidas cada día, que entiendo que tienen importancia, figura la de “Y vio Dios ser bueno (lo que acaba de crear)”.
No dice “Y vio Dios que era perfecto lo creado” sino solamente “bueno”. A pesar de sus imperfecciones.
Pero ¿por qué creó Dios un universo simplemente “bueno” y no “perfecto”? Quizás la respuesta nos la esté dando el científico ateo Roger Penrose en una frase que ya cité anteriormente: “Si el Creador se equivocase en lo más mínimo al señalar este punto y hundiera la aguja de forma efectivamente aleatoria en la región de máxima entropía E, entonces el resultado sería un universo inhabitable”.
A esta frase podríamos darle una interpretación estricta y otra flexible:
En la interpretación estricta, Penrose nos estaría diciendo que nuestro universo es el único habitable posible. Cualquier otro punto nos daría un universo inhabitable. Pero ¿querría Dios crear un universo inhabitable? Y ¿puede hacer Dios, por muy omnipotente que sea, algo imposible? Creó el único posible.
En una interpretación flexible, un pequeño error produciría un universo inhabitable, pero podría haber otros puntos en los que, hundiendo la aguja con precisión, también se producirían universos habitables. Muchos de esos posibles universos podrían haber recibido el visto “bueno” de Dios, y haber sido creados.
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NOTA
Los textos anteriores fueron ya publicados con anterioridad en diversas entradas de este blog. Aquí se reproducen todos juntos y con algunas modificaciones. Los textos originales pueden verse a través de los siguientes enlaces:
15/04/12 - La creación del tiempo
10/11/13 - Multiversos
15/03/12 - Penrose y la aguja del Creador
16/05/12 - La creación según Hawking
05/01/13 - Por qué crear
30/01/13 - Los siete días de la creación
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