domingo, 25 de enero de 2015

Primeros meses en Italia

Ahora ya no tiene la E de Europa, porque también participan en ella estados no europeos, pero en 1964 la rama de energía nuclear del OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) se llamaba ENEA (European Nuclear Energy Agency), y había decidido crear un pequeño grupo de trabajo, llamado ENEA CPL (ENEA Computer Programme Library) en Ispra.

Ispra es un pueblo italiano situado en la orilla Este del Lago Mayor, en el que el Euratom, el organismo de las comunidades europeas para la energía nuclear, había instalado su mayor centro de investigación, y en cuyo centro de cálculo (CETIS) habían reservado unos cuantos despachos para la ENEA CPL.

La Junta de Energía Nuclear, y en concreto su presidente, José María Otero Navascués, pensaba que era importante que hubiera españoles en los organismos internacionales, así que me sugirieron que optara a un puesto en la CPL. Me presenté al puesto y me lo dieron, supongo que en buena parte por presión de Otero Navascués y porque no había ningún español en toda la ENEA. 

Así que el 8 de Mayo de 1964, con mi reciente nombramiento con nivel A2 del OCDE, Ian Gilhooly y Klaus Hey, que habían llegado unos días antes, fueron a recogerme al aeropuerto de Milán y me llevaron a Ispra, a unos pequeños apartamentos que el Euratom puso a nuestra disposición mientras buscábamos un alojamiento más definitivo.

Ian Gilhooly, nuestra secretaria, era una pequeña inglesa, nacida en la isla de Man, que terminó casándose con un italiano y marchándose Estados Unidos. 


Klaus A. Hey, encargado de la administración del grupo, era un joven alemán que se casó con una francesa y que, más tarde, ocupó un importante puesto en la OTAN.


Al principio era Klaus el único que tenía coche, por lo que siempre íbamos juntos a todas partes, incluidas las numerosas fiestas a las que éramos invitados debido a la simpatía de Ian y Klaus, y al hecho de ser yo el único español en varios kilómetros a la redonda (España no pertenecía a las comunidades europeas ni, por tanto,  al Euratom).

Cuando Ian se compró el coche, fui con ella a recogerlo y a punto estuvo de acabar aquí esta historia, porque un estúpido (según Ian) camionero italiano casi se nos echa encima conduciendo por su derecha, en contra de lo que se hace en todos los países civilizados (según Ian).

Mientras se incorporaba el resto del equipo, fue un investigador belga del CETIS, Monsieur Pire, el encargado de ponerme al tanto de los equipos informáticos y procedimientos del centro de cálculo. Los equipos principales eran un IBM 7090 (Septante-nonante en francés-belga) que pronto fue sustituida por un IBM 360. Creo que no sabía muy bien que hacer conmigo, así que me propuso que analizara un programa de blindaje de reactores, llamado 9-Niobe, que casi nunca funcionaba. Era  un programa enorme (con unas veinte mil instrucciones en mi recuerdo) con el que pensó que me tendría distraído una buena temporada. Pero en tres días encontré donde estaba el fallo: Había un proceso iterativo, en el que a partir de un dato aproximado se pretendía calcular para él una aproximación mejor, pero que solo en condiciones muy concretas era convergente, mientras que en la mayor parte de los casos la  aproximación era cada vez peor, con lo que el programa terminaba por dar un "petardazo". 

Pero lo que fue un "petardazo" fue mi hallazgo, porque el tema estaba siendo estudiado por un par de físicos del CETIS desde hacía un año, sin resultados. Uno de ellos me dijo que lo había encontrado por casualidad. Le contesté que siempre que se encuentra algo que se está buscando interviene la casualidad, pero también el método de búsqueda que se utiliza.

Nuestro jefe, Johny Rosen, era un ingeniero sueco que se incorporó al CPL un mes más tarde que yo.


Por esas fechas se incorporaron también dos auxiliares italianos: Una joven Margherita Donzelli, amante de la montaña y del esquí,


y un peludo Cinque (se lee chincue y significa cinco) del que no tengo foto, supongo que porque apenas aparecía por el trabajo y pronto lo dejó. Sufría de un terrible reuma cerebral que le se le agravaba cuando tenía que hacer fotocopias, pero que no le impedía ir a bañarse al lago Mayor los fines de semana.  

El equipo científico del CPL se completó unos meses más tarde con la llegada de Victor Bell, un matemático inglés al que se había contratado con nivel A3.


A3 es un grado más que A2 y, aunque yo no dudaba de las cualidades de Victor, pregunté el por qué de esa diferencia de categoría entre él y yo. Se me explicó que Victor había obtenido con brillantez el grado de "bachelor", y si no había seguido estudiando para obtener el grado de "master" era porque se había casado y necesitaba trabajar, pero que tenía mucha experiencia. 

La verdad es que a mí me sentó como un tiro, así que escribí a Monsieur Perret (de quién dependíamos en París) y le comuniqué mi decisión de permanecer en Ispra un año como máximo si no se me daba a mí también el grado A3. Alegué que dadas las edades de Victor y mía era dudoso que tuviera mucha más experiencia que yo, que por otra parte ya había demostrado que la tenía, y que, por muy devaluados que estuvieran en Europa los títulos españoles, me parecía que suponer que un "bachelor" inglés (tres años de estudio) era más importante que un "doctorado" español (siete años), era mucho suponer.

Al año me ascendieron a A3, por lo que seguí en el CPL hasta el 16 de Julio de 1967 en que volví a Madrid para encargarme del Centro de Cálculo de su Universidad.

Algunos años después, al morir Monsieur Perret, Johny pasó a ocupar su puesto en París y Victor pasó a dirigir el CPL, muriendo poco después, por desgracia, bajo un alud de nieve.




  

martes, 20 de enero de 2015

Dogmas y axiomas II

Nuevamente mi amigo de blog Carlos Perales me da motivo, con uno de sus comentarios, para escribir una entrada en mi blog.

Carlos comenta, en mi entrada Dogmas y axiomas, que "otro pensamiento religioso sin dogmas es el  apateísmo. Por lo que he podido ver del apateísmo, creo que yo me incluyo en esa franja de pensamiento."

Como es la primera vez que veo la palabra "apateísmo", busco en Internet y la encuentro en la Wikipedia italiana (en la española parece que no está). Resulta que la palabra es una composición de "apatía" y "ateismo", y explica: "Un apateista non è interessato nell'accettare o negare l'esistenza o meno di Dio o qualsiasi altro essere soprannaturale. In altre parole, un apateista considera l'esistenza di Dio irrilevante per gli affari umani."

Con esta explicación, yo diría que un apateista es más un agnóstico (no sabe si Dios existe o no) que un ateo, pero, contestando a Carlos, diría que se equivoca cuando dice que "0tro pensamiento religioso sin dogmas es el apateismo". Un agnóstico puro no tiene dogmas, pero un apateista, sí: afirma que "la existencia de Dios es irrelevante para los quehaceres humanos". Esta afirmación no se puede probar, igual que no se puede probar la contraria, y es por tanto un dogma o, si lo prefiere, un axioma en el que basan su postura los apateistas.
  
Carlos tiene vocación de científico, estudia Física, y uno de los campos que me consta que le atraen es el campo del universo, la materia oscura, los púlsares, los quásares,... y yo me pregunto ¿Por qué se interesa por esos temas? ¿No son acaso absolutamente irrelevantes para los quehaceres humanos?

Ciertamente son irrelevantes para el día a día de la humanidad, pero a mí me parece que el "conocimiento", el "querer saber", es también un quehacer humano. Y de los más nobles.

Me parece importante estudiar, por ejemplo, como fueron los primeros instantes del universo, y qué papel tuvo en su creación el bosón de Higgs, pero... ¿de veras es irrelevante saber si Dios tuvo algo que ver en el asunto?

Entiendo que un científico sea ateo. Entiendo menos que sea agnóstico, pero ¿"apateista"? ¿un científico al que no le interesa saber?     


lunes, 5 de enero de 2015

Dogmas y axiomas

Mi amigo de blog Carlos Perales estudia Física en la Universidad de Córdoba y escribe un blog que sigo regularmente. Hace crítica de cine y de libros, normalmente de ciencia-ficción; cuenta alguna de las variadas actividades en las que se involucra; y, de vez en cuando, escribe unos relatos originales e interesantes. En Noviembre escribió uno al que tituló "Apunta rápido, que sigue hablando" en el que un profesor intenta convencer a sus alumnos de que el xenocidio o aniquilación de los xenones, habitantes de  un  planeta  que, aunque no lo dice, probablemente se llame Xenon, estaba absolutamente justificada. Gonzalo (Chalo para los amigos), y seguramente la mayor parte de los demás alumnos, sabía  perfectamente que los argumentos que se habían esgrimido para el xenocidio habían sido solo tapaderas para apoderarse de los recursos del planeta...

Hasta aquí, todo bien. Lo que me sorprendió es que Gonzalo saltó desmintiendo al profesor porque "estaba harto de las religiones y sus dogmas".

Le puse un comentario a Carlos preguntándole "¿qué tienen que ver las religiones con el xenocidio?", y me contestó que nada en especial, pero que lo puso porque un amigo suyo, que realmente se llama Gonzalo (Chalo para los amigos), no soporta los dogmas.

Entonces le puse otro comentario: "Las matemáticas se basan en dogmas (axiomas)  y, por tanto, todas las ciencias. ¿Qué opina tu amigo de los axiomas?".

Luego he pensado que quizás mi comentario no fuera muy claro, porque ¿por qué digo que los axiomas son dogmas? ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? 

Con esta entrada en mi blog intento contestar a esas preguntas:

Los axiomas, en Matemáticas, postulan a veces cosas muy evidentes, otras veces no tanto, pero que son, o se suponen, indemostrables. Si fueran demostrables no serían  axiomas, sino teoremas. Toda teoría matemática se construye demostrando teoremas basados en unos pocos axiomas.

Por ejemplo, en el siglo IV/III antes de Cristo, un tal Euclides postuló el axioma de que por un punto exterior a una recta pasa siempre otra recta, y solo una, llamada paralela que nunca corta a la primera. Con este axioma y pocos más construyó toda la rama de la matemática que durante siglos hemos llamado Geometría.

Ahora la llamamos Geometría Euclidea porque por muy evidente que parezca el axioma de Euclides, ahora se estudian (y se utilizan en distintos campos)  otras geometrías en las que ese axioma es sustituido por otro que dice que todo par de rectas se corta  en algún punto, y por tanto no existen rectas paralelas, o bien por otro que dice por el contrario que por todo punto exterior a una recta pasan infinidad de paralelas, que no la cortan.

Los dogmas, en Religión, postulan a veces cosas muy evidentes (al menos para algunos), y otras veces no tanto, pero que son, o se suponen, indemostrables. Si fueran demostrables, no sería necesario declararlas dogmas. Y con unos cuantos dogmas y sus consecuencias se pueden construir religiones tan distintas entre sí cómo son las distintas geometrías que se basan en distintos axiomas.

El primer dogma-axioma para construir una religión se refiere por supuesto a la existencia de Dios. Como en el caso de las paralelas, podemos postular que Dios no existe, lo que da lugar (si se me permite la contradicción) a religiones ateas. Si se postula la existencia de un solo Dios, tenemos las religiones monoteístas. Y si se postula que existen muchos o incluso infinitos dioses, tendremos una religión politeista.

En el primer caso, en el que Dios no existe, podríamos poner como segundo axioma la existencia del alma humana. Si lo que decimos es que lo que nosotros entendemos por alma es solo el resultado de unas reacciones químicas en el cerebro y  que,  al morir el cuerpo, desaparece el alma, tendríamos un ateismo de tipo occidental clásico. Si por el contrario sostenemos que el alma no muere con el cuerpo sino que, liberada de él, busca otro en el que aposentarse, quizás para mejorar hasta alcanzar el nirvana, tendremos una religión "transmigratoria", típicamente oriental.

En el segundo caso, en el que existe un solo Dios, los siguientes dogmas-axiomas nos llevarán, según cuales sean, a la religión judaica, a la musulmana, o a la cristiana, y, con algún axioma adicional distinguiríamos entre sefarditas y askenazis, entre chiitas y suníes, o entre católicos y anglicanos.

En el tercer caso, con muchos dioses, tendríamos, según los dogmas adicionales, las antiguas religiones mesopotámicas, egipcias, griegas o romanas, o la actual hinduista. 
       
Con esto creo que queda clara la similitud entre axiomas y dogmas, y también que tan dogma es decir que Dios existe como decir que no, o creer en la inmortalidad del alma o creer que no es inmortal.  Quizás la única "religión" sin dogmas sea el agnosticismo.

Pero, por supuesto, también hay diferencias entre los axiomas matemáticos y los dogmas religiosos, y no solo en cuanto a la trascendencia de sus afirmaciones. Por ejemplo, según el tema que estemos analizando (un proyecto de arquitectura, el mundo subatómico, el universo) podemos escoger la geometría que más nos convenga. Sin embargo no tendría mucho sentido que por la mañana fuéramos ateos, a mediodía musulmanes y por la tarde budistas (aunque hay que reconocer que somos muchas las personas que nos comportamos como católicos los domingos y como ateos el resto de la semana).