viernes, 25 de enero de 2013

Las lágrimas de Poseidón

- Heracles, hijo mío, necesito tu ayuda.
- ¿Y que es lo que quieres que haga, padre Zeus, que no puedas hacer tú?
- Necesito que te sumerjas en el reino de Poseidón y robes sus lágrimas.
- ¿Sus lágrimas? ¿Pero no es acaso ridículo pensar que un dios de escama en pecho como Poseidón sea un llorica?
- Precisamente para poder dejarle en ridículo necesito sus lágrimas, y te aseguro que llora. No es fácil, pero es posible hacerle llorar.
- ¿Y quieres que yo me sumerja en su océano para retorcerle un brazo, a ver si llora?
- No. Hacerle llorar es bastante más fácil. Basta con recordarle la muerte de su mascota favorita.
- ¿Un perro? ¿Un gato?...
- Una merluza.
- ¿Y cómo pretendes que recoja unas lágrimas derramadas en el fondo del mar?
- No lo sé, pero para Euristeo hiciste doce trabajos que no creo que fueran más fáciles.   
- ¿Y por qué quieres poner en ridículo a Poseidón? ¿No podría eso desatar una guerra entre los dioses?
- No quiero poner en ridículo a Poseidón. Solo quiero que sepa que puedo hacerlo, y evitar así que él me ponga en ridículo a mí en la asamblea de los dioses.
- ¿Y cómo podría él ponerte en ridículo a ti?
- No preguntes.
- No confías en mí, pero pretendes que arriesgue mi vida ahogándome en el mar.
- No me gustaría que te rieras de mí.
- Mejor que me ría yo a que se rían todos los dioses.
- Está bien, pero promete que no lo contarás jamás.
- Prometido.
- Bien... Sabes perfectamente que cuando me encapricho de alguien soy capaz de transformarme en cualquier cosa.
- Y te lo agradezco. Si no te hubieras metamorfoseado en su esposo Anfitrión, no habrías seducido a mi virtuosa madre Alcmena, y yo habría sido hijo de un simple mortal.
- Me convertí en cisne para seducir a Leda, en toro para seducir a Europa, en águila...
- ¿Y a quién pretendes seducir ahora?
- A Pentesiléa.
- ¿La reina de las amazonas?
- La reina de las amazonas. Pensé seducirla convirtiéndome en caballo...
- Muy apropiado.
- Pero... cometí un pequeño error: Me metamorfoseé en yegua.
-¿Y que dijo Pentesiléa?
- Pentesiléa no llegó a verme. 
- ¿Entonces...?
- El que me vio fue Pegaso... Y por más que corrí, pronto me alcanzó el alado corcel.
- ¿Por qué no te deshiciste de la apariencia de yegua y recuperaste tu forma normal?
- ¡Fue todo tan rápido...!
- Comprendo. ¿Y donde interviene Poseidón?
- Pegaso me alcanzó a la orilla del mar.
* - * - *
Nota del Transcriptor: Parece ser que conseguir las lágrimas de Poseidón le fue a Heracles mucho más sencillo de lo previsto: Las cálidas lágrimas de Poseidón se solidificaban en contacto con las frías aguas del océano, y él, avergonzado, las escondía dentro de herméticas ostras, que no opusieron suficiente resistencia a la fuerza y al paladar  de Heracles. Zeus se  presentó en la asamblea engalanado con un collar de tres vueltas hecho con lágrimas de Poseidón. El dios marino no mencionó el incidente de Pegaso, y Zeus se permitió, a iniciativa de su copero Ganímedes,  inaugurar la costosa costumbre de disolver y beber en su vino una de las lágrimas.  

2 comentarios:

  1. Lo de la mascota preferida una merluza es original, jajaja, siento ser un copion, yo tambien tengo una, pero de presidente....
    Un saludo.
    ´elperroverde´´

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  2. Me encantó esta historia, ni los dioses están exentos de enredos,de ambiciones, de utilizar las mil y una triquiñuelas para salirse con las suya y obtener beneficios, ¡¡imagínate que queda para los políticos...

    Un abrazo desde Caracas

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