miércoles, 19 de febrero de 2014

Lemaître

Victor Lemaître había cursado sus estudios de biología con brillantez. Por eso el afamado Profesor Melquisedec, que además era amigo de su padre, había aceptado tutelar su carrera y, cuando el Iván Alvarez (ruso de padre argentino), al que también conocía, creó en Stalingrado la Academia de Ciencias Paranormales, consiguió que Lemaître se incorporara a ella.

Aunque, dada su poca experiencia, el puesto no era muy importante, Lemaître llegó a desempeñar, en los seis años que estuvo en Rusia,  un papel relativamente relevante hasta que, dadas las frecuentes purgas ideológicas que con regularidad tenían lugar en la U.R.S.S., Alvarez y todo su equipo fueron separados de la Academia, y Lemaître tuvo que volver a España.

Fue entonces cuando le conocí, presentado por un amigo común, que me dijo que había fundado la Academia de Stalingrado y había sido el discípulo favorito del Profesor Melquisedec, fallecido unos años antes (lo que había impedido que le dirigiera una tesis doctoral).

Que el Profesor Melquisedec le conocía y le apreciaba está fuera de toda duda. Que fuera su discípulo favorito es posible. Lo que evidentemente era una exageración es decir que había fundado la Academia de Stalingrado por el solo hecho de haber trabajado allí desde los primeros días. En todo caso, yo no tenía por qué dudar de las palabras de mi amigo y, además, la afirmación era difícilmente comprobable, dado que por entonces las relaciones entre España y la U.R.S.S. eran nulas y no existía Internet. Además, aunque sus palabras influyeron sin duda en que solicitara al rectorado de la Universidad Turolense de Madrid que se contratara a Lemaître como mi segundo en el Labotatorio de Exobiología Esotérica, no fueron determinantes.

Lemaître tenía una personalidad magnética y una facilidad de palabra extraordinaria; unos conocimientos sobre exobiología paracientífica incuestionables, y una apariencia un tanto desaliñada, pero atractiva (todas las empleadas del laboratorio terminaron enamorándose de él). Naturalmente, no era perfecto, pero su principal defecto tardé bastante en descubrirlo: estaba convencido de ser absolutamente superior a los demás (cosa que, todo hay que decirlo, no era el único en creer, empezando por las mencionadas empleadas del laboratorio).

Supongo que desde el primer momento se consideró superior a mí (y no voy a discutir si lo era o no lo era), pero yo no empecé a darme cuenta hasta cuando se me ocurrió pedir a nuestro Rector que escribiera el prólogo de un libro que él había escrito con varios colaboradores. El Rector, después de alabar el interés y la calidad del trabajo realizado por los autores, al final del prólogo alabó también mi labor como director del laboratorio. Victor estalló en cólera, poco menos que acusándome de haberme confabulado con el Rector para adjudicarme un mérito que solo a él correspondía.  

"Yo sé cómo se hace eso", me dijo. Y esta frase, más que su enfado momentáneo, fue la que me hizo empezar a dudar de él. ¿Era pura casualidad que algunas revistas, al hablar de nuestro Laboratorio, solo citaran frases suyas? 
  
Xabi Jarraitu, uno de nuestros colaboradores externos, me pidió en cierta ocasión que avalara con mi firma su petición a la Fundación Carmen Collares de una ayuda a la investigación (de mayor entidad que las que concedía el propio Laboratorio). Previamente se lo había pedido a Lemaître, y este le había dicho que sí, pero a condición de figurar él como director del proyecto. Jarraitu estaba harto de que sus ideas terminaran apareciendo en artículos de Victor, en los que no siempre mencionaba a sus colaboradores, dando la impresión de que eran suyas. Según él, el noventa por ciento del prestigio de que gozaba Lemaître se debía a esta táctica, que empleaba sistemáticamente.

Mi secretaria me trajo un día una carta dirigida al Mr Victor Lemaître, Direttore del Laboratorio di Esobiologia Esoterica. Le dije que se la pasara a Victor. Unos días después me trajo otra análoga, pero en francés. Victor me explicó entonces que él siempre firmaba como Director del Área de Exobiología Paracientífica del Laboratorio de Exobiología Esotérica de la Universidad Turolense de Madrid, pero que, al ser un título tan largo, los remitentes lo acortaban. Le dije que el cargo que debía poner en sus cartas era el de Subdirector del Laboratorio, ya que, aunque era verdad que él se encargaba de ese área, no existía ese puesto de director.

Nuevo enfado de Lemaître: si no podía usar el título de director, no volvería a ocuparse del área de exobiología paracientífica. Pensé que pronto se le pasaría el enfado, y volvería a ocuparse del área, pero no lo hizo ni siquiera después de marcharme yo del Laboratorio, dejándole a él como director.

Y cuando digo "dejándole" quiero decir que le dieron a él el puesto porque yo apoyé sin reservas su candidatura. A pesar de los roces que habíamos tenido, yo seguía creyendo que él sería un buen director. Además, si no le apoyaba, me quedaría la mala conciencia de haberlo hecho por venganza (o peor, por envidia).

Como, al dejar él de dirigirla, me había encargado yo directamente del área de Exobiología Paracientífica, continué yendo algunas tardes al Laboratorio como colaborador externo, y propuse a un joven biólogo para que el Laboratorio le diese una beca que le permitiera trabajar en su tesis doctoral bajo mi dirección. No se la dieron. Lemaître argumentó que yo no tenía preparación suficiente para dirigirle la tesis. 

3 comentarios:

  1. Por un momento, y siendo como fueron los Soviéticos, pensé que la información era correcta. Me encanta ese tipo de escritura, en la que no sabes si narra un hecho ficticio o real.

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  2. Concuerdo con Carlos, al principio no se sabe si se está narrando un "hecho ficticio" o un hecho real, hasta que uno se topa con nombres como "Academia de Ciencias Paranormales", jaja. En parte, antes de leerlo, pensé que era una anécdota, puesto que la etiquetaste con la etiqueta de "mis batallitas", en la que me ha parecido haber leído antes cosas que sí parecían hechos reales. En fin. Es divertido leerte. ¡Saludos!

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  3. A veces pienso que hay mas realidad que ficcion,me divierte un monton los nombres que utilizas cómo el laboratorio de esobiologia,jeje

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