jueves, 5 de diciembre de 2013

La creación según los aztecas

El dios Tonacatecuhtli y su esposa Tonacacíhuatl tuvieron cuatro hijos: Tezcatlipoca rojo, que nació todo colorado; Tezcatlipoca negro, que nació negro, sabía todos los pensamientos y conocía todos los corazones; Quetzalcóatl, también llamado “Noche y Viento”; y Huitzilopochtli, llamado  “Culebra con dos Cabezas” y “Señor del Hueso”, porque nació sin carne, solo con huesos, y estuvo así seiscientos años, en los que no hicieron cosa alguna los dioses.

Pasados seiscientos años, se reunieron los cuatro hermanos y encargaron a los dos pequeños que hicieran el fuego. Luego hicieron medio sol, que por no estar entero relumbraba poco. Luego hicieron un hombre y una mujer, Oxomoco y Cipactónal.  A él le mandaron labrar la tierra, y a ella que hilase y tejiese. A ella le dieron también ciertos granos de maíz para que con ellos curase y usase en adivinanzas y hechicerías, como así lo acostumbran a hacer hoy en día.

Hicieron los días y los dividieron en meses de veinte días. Hicieron al Señor y la Señora del Inframundo. Hicieron los cielos, empezando por el trece. Hicieron las aguas y criaron en ellas un pez grande, a modo de caimán, del cual hicieron la tierra.

Otros dicen que bajaron del cielo a una diosa, que tenía las articulaciones llenas de ojos y bocas, con las que mordía como una bestia salvaje. Ella caminaba sobre las aguas, pero Quetzalcóatl y Tezcatlipoca se convirtieron en grandes serpientes y, agarrándola uno de la mano derecha y del pie izquierdo  y el otro de la mano izquierda y el pie derecho tiraron tanto de ella que se rompió, haciendo con parte de ella la tierra.

Los otros dioses se enfadaron, y descendieron del cielo para consolarla, ordenando que de ella salieran todos los frutos necesarios para la vida de los hombres. Hicieron de sus cabellos árboles, flores y hierbas, y de su piel las hierbas muy pequeñas y pequeñas flores. De los ojos hicieron pozos, fuentes y pequeñas cavernas. De las bocas, ríos y grandes cavernas: De los hombros, montañas: y de los agujeros de la nariz, valles. (Esto recuerda la creación china en el mito de Pangú

Esta diosa lloraba a veces por la noche, porque quería comer corazones humanos, y no se callaba hasta que se los daban, y no daba frutos si no la rociaban primero con sangre humana. (excelente excusa para los sacrificios humanos, a los que eran tan aficionados los aztecas y otros pueblos americanos)
    
Los cuatro dioses vieron entonces que el medio sol que habían creado alumbraba poco, por lo que crearon el otro medio, haciéndose sol el propio Tezcatlipoca.

El sol que fue Tezcatlipoca no fue el primero de los soles que crearon los dioses. Fue el sexto.

Con el primer sol, “sol del agua”, todo se lo llevó el agua; todo desapareció, y las gentes se volvieron peces.

Cuando el segundo sol, “sol del tigre”, se hundió el cielo, vivieron gigantes, y el que se caía, caía para siempre.

Cuando el tercer  sol, “sol de lluvia”, llovió fuego y murieron todos los moradores. También llovieron las piedrezuelas que aún vemos.

El viento se lo llevó todo cuando el cuarto sol, “sol del viento”, y los hombres se volvieron monos y fueron esparcidos por los bosques.

El quinto sol, “sol del movimiento”, se movió caminando. En este habrá (¿futuro?) terremotos y hambre general, con que hemos de perecer.

Cuando Tezcatlipoca se hizo sol se criaron gigantes, con tantas fuerzas que arrancaban los árboles con las manos. No comían más que bellotas de encina.

Queztalcoatl le dio un bastonazo a Tezcatlipoca, que cayó al agua, se convirtió en tigre, y se comió a los gigantes. Quedó Quetzalcoatl como sol.  Con este sol los hombres se alimentaban solo de piñones.

Pero Tezcatlipoca derribó a Quetzalcoatl de una coz, y paso a ser Tláloc el nuevo sol .

A Tláloc le sucedió como sol su mujer, Chalchiutlicue. Llovió tanto que se cayeron los cielos y las aguas se llevaron a todos los hombres que había, que se convirtieron en peces. (también el primer sol produjo un "diluvio universal")

Hicieron entonces los dioses cuatro caminos para entrar en la tierra, crearon cuatro hombres para que les ayudaran y se convirtieron Tezcatlipoca y Queztalcoatl  en árboles enormes que, al crecer, volvieron a levantar el cielo.  Y una vez levantado el cielo caminaban por él, haciendo el camino que aparece en el cielo (¿la vía láctea?).

Después de levantar el cielo, hizo Tezcatlipoca una fiesta en honor de los dioses y sacó lumbre de unos palos.  Esa fue la primera vez que se hizo fuego con unos palos que tienen corazón, y la fiesta consistió en hacer muchos y grandes fuegos.

Después de haber levantado el cielo, dijeron los dioses : “¿Quiénes habitarán la tierra?”.  Fue entonces Quetzalcoatl al inframundo y pidió al señor y la señora de los muertos los preciosos huesos de los que habían sido sacrificados. El señor del inframundo le preguntó: “¿Qué harás con ellos?”, y él contestó “Los dioses tratan de hacer con ellos quien habite sobre la tierra”.

“Sea en buena hora”, dijo el dios de los muertos, “Haz sonar mi caracola y lleva los huesos cuatro veces alrededor de mi asiento de piedras preciosas”.

Pero Quetzalcoatl no usó la caracola, sino que llamó a los gusanos, que hicieron agujeros en el hueso, y entraron por ellos las abejas y lo hicieron sonar.

Al oírlo, se enfadó el dios de los muertos y ordenó a sus mensajeros que dijeran a Quetzalcoatl que volviera a dejarlos, pero él contestó: “No, me los llevo para siempre”.

Tras algún tropiezo, llevó Quetzalcoatl los huesos a la diosa Cihuacóatl-Quilaztli, que los molió. Quetzalcoatl sangró su miembro sobre ellos, y todos los dioses hicieron penitencia, sangrando sobre ellos, por lo que después nacieron los hombres.

Otra vez dijeron los dioses: “¿Qué comerán los hombres?”.

Cuando la hormiga roja fue a recoger maíz desgranado del cerro de la subsistencia, Quetzalcoatl se convirtió en hormiga negra y la acompañó, llevando los granos a los dioses, que los masticaron y lo pusieron en las boca de los hombres para robustecerlos.

Luego Nanáhuatl “el buboso” despedazó el cerro con un rayo, y los dioses de la lluvia arrebataron el alimento: el maíz blanco, el negro, el amarillo, el frijol, los bledos, la chía, huautli… todo el alimento fue arrebatado y entregado a los hombres.

Y dijeron los dioses: “Los hombres siempre estarán tristes si no hacemos algo para alegrarlos y para que tengan placer de vivir y nos alaben, canten y bailen”. Y también aquí fue Quetzalcoatl el que consiguió hacer, con los huesos de una diosa, una planta llamada metl (ágave) de la que los indios hacen el vino que beben y con el que se emborrachan.

Este texto está extractado del libro “Mitos y leyendas de los aztecas, incas, mayas y muiscas” de Walter Krickeberg, editado por el Fondo de Cultura Económica.

1 comentario:

  1. Hermosa esta historia, todas las mitologías tienen mucho en común, cada una con sus variantes y adecuadas a su cultura y a su hábitat particular..., la miel de ágave,se conoce poco y es una maravilla, tiene propiedades de naturales antibacterianas y fortalece la flora intestinal.
    Besos, amigo Floren, un gusto pasar por tu espacio, siempre se aprende

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