Stephen
W. Hawking dice en su libro “Historia del tiempo. Del big bang a los agujeros
negros” (Alianza Editorial, nº 1485 de El libro de bolsillo, página 24):
“Como
veremos, el concepto de tiempo no tiene significado antes del comienzo de
universo. Esto ya había sido señalado en primer lugar por san Agustín. Cuando
se le preguntó: ¿Qué hacía Dios antes de que creara el universo?, Agustín no
respondió: estaba preparando el infierno para aquellos que preguntaran tales
cuestiones. En su lugar, dijo que el tiempo era una propiedad del universo que
Dios había creado, y que el tiempo no existía con anterioridad al principio del
universo.”
Empieza
el Libro del Génesis diciendo “Al principio
creó Dios el cielo y la tierra”, es
decir, el universo, pasando en los siguientes versículos a describir las
distintas etapas en que se desarrolló esa creación.
Lo
importante de esta frase es lo que constituye un dogma de fe para los
cristianos: la existencia de un Dios creador, pero llaman la atención las
primeras palabras: “Al principio”. ¿Al principio de qué? ¿Al principio del
universo? Evidentemente, el momento en que lo creó, fue el principio del
universo, y sería repetitivo decir que Dios creó el universo al principio del
universo. ¿No está diciendo como Hawking y San Agustín que lo creó al principio
“del tiempo”, es decir, que creó en el mismo instante el espacio y el tiempo?
El universo está en continua expansión y, aunque actualmente los científicos se inclinan a pensar que continuará así indefinidamente, también existe la posibilidad de que, llegado a un cierto punto, deje de expandirse y pase a contraerse hasta colapsarse en el llamado "big crunch" análogo simétrico al "big bang" inicial. Si esto fuese así, tanto el espacio como el tiempo dejarían de existir.
Que el
universo se expanda indefinidamente haría que el universo perdure un tiempo
infinito. Esto puede parecer contradictorio con la doctrina cristiana (¿Materia
con duración infinita?), pero hay que tener en cuenta que infinitud no es igual
a eternidad. La eternidad no es un tiempo infinito, sino un no-tiempo (en un
no-espacio). Al crearse el universo (con o sin Dios), se creó también el
tiempo. Es decir, se creó desde fuera del tiempo y del espacio, desde el
no-tiempo y no-espacio o eternidad.
Multiversos
Leí en un periódico la noticia de que
se había encontrado la primera prueba de que existen universos
paralelos. Busqué en internet "universos paralelos" y encontré
que la noticia ya estaba registrada en la Wikipedia en la entrada Multiverso. En esa entrada
se citaba como fuente un artículo publicado el 19 de mayo de 2013 en Mail Online.
El telescopio Planck,
sucesor del famoso Hubble, ha realizado un mapa de la radiación de fondo del
universo (más preciso que el realizado por el Hubble) correspondiente a la
huella, aún detectable, de la situación del universo unos segundos después del
"big bang".
Algunos cosmólogos
opinan que las anomalías observadas (con respecto a la uniformidad predicha
teóricamente) pueden ser debidas al empuje gravitatorio de otros universos
"paralelos".
A mí me parece perfectamente
posible que existan otros universos, pero me parece sorprendente que, como
dicen esos cosmólogos, las anomalías "puedan" deberse a la existencia
de universos paralelos (no lo "prueban", como dice la noticia del
periódico).
El dibujo de la izquierda
(que reproduzco del artículo del "Mail Online") me parece equivocado.
Da la impresión de que el big bang se produce en un espacio preexistente en el
que, en un tiempo anterior, ya existían otros universos. Pero el espacio y el
tiempo son una consecuencia del big bang. Cada posible big bang produce su
propio espacio y su propio tiempo, pero no existen ni un tiempo ni un espacio
común. Por tanto, no es que no lo sepamos, sino que no tiene sentido decir que
dos espacios están próximos, ni lo tiene el decir que uno es anterior,
posterior o simultáneo a otro.
Claro que, como sugiere el punto tres del
dibujo, a lo mejor hay que ir pensando en una nueva concepción de la física del
universo y de su creación.
Penrose y la aguja del creador
El universo comenzó
su existencia a partir de una enorme explosión, conocida como el “big bang”.
Roger Penrose, uno de
los científicos actuales más prestigiosos, considera en su libro “El camino de
la realidad” (editorial Debate, 2006) que esta explosión tuvo unas características
extraordinariamente especiales, llegando a decir a propósito de ella, en el pie
de la figura 27.21:
“Creación
del universo: ¡Una descripción extravagante! La aguja del Creador tiene que
encontrar una caja minúscula, solo una parte en 10 elevado a 10123 del
volumen del espacio de fases entero, para crear un universo con un big bang tan
especial como el que realmente encontramos.”
Y en el texto del
apartado 27.13:
“Si
el Creador se equivocase en lo más mínimo al señalar este punto y hundiera la
aguja de forma efectivamente aleatoria en la región de máxima entropía E (donde según
Penrose se encuentra la minúscula caja correcta), entonces el
resultado sería un universo inhabitable.”
Como Roger Penrose es
ateo (o quizás agnóstico), considera absolutamente extravagante la idea de que
Alguien sea tan inteligente como para acertar con la minúscula caja adecuada
para producir un universo habitable. Encuentra más lógico creer que un big bang
tan especial se produjo por puro azar.
¿Pero cómo es de grande
el número 10 elevado a 10123? Intentemos escribirlo:
10 elevado a 101 es
un 1 seguido de 10 ceros = 10000000000
10 elevado a 102 es
un 1 seguido de 100 ceros =
10000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000
10 elevado a 104 ocuparía
100 líneas como la de arriba: Una página.
10 elevado a 107 ocuparía
un libro de 1000 páginas.
10 elevado a 109 ocuparía
una estantería con 100 libros.
Suponiendo que esa
estantería ocupa medio metro cuadrado (50cm de fondo por 1m de ancho), y
teniendo en cuenta que la Tierra tiene una superficie de unos 5*108 kilómetros
cuadrados, cabrían en la ella (océanos incluidos) 1015 estanterías.
Tendríamos así espacio para escribir el número 10 elevado a 1024.
Se necesitarían 10
elevado a 1099 planetas como la Tierra para poder escribir
todos los ceros de 10 elevado a 10123. (Obsérvese que el número de
planetas necesario es mucho mayor que el número de ceros que hemos conseguido
"publicar" en la Tierra).
¿Qué es más creíble, que
Dios existe o que ha ocurrido un suceso que tiene una probabilidad de 1 contra
10 elevado a 10123?
Por supuesto, esto no
prueba que Dios exista, ni que no haya ocurrido por casualidad un big bang tan
improbable. Pero… Si esa es la probabilidad de que el big bang se deba al azar,
¿cuál es la probabilidad de que fuera intencionado?
La creación según Hawking
Stephen
W. Hawking, en su "Historia del tiempo" escribe, al final de uno de
los capítulos, las siguientes frases sobre la creación del universo:
“Incluso si hay solo una teoría unificada posible, se trata únicamente de un conjunto de reglas y de ecuaciones. ¿Qué es lo que insufla fuego en las ecuaciones y crea un universo que puede ser descrito por ellas?... ¿Es la teoría unificada tan convincente que ocasiona su propia existencia?”
Para un ateo, esta frase me pareció muy honesta, pero en su último libro, "El gran diseño", no solo expresa la opinión de que Dios es innecesario para explicar la existencia del universo, sino que afirma que no lo hizo.
En mi opinión hay una gran diferencia entre decir
que no hay razones científicas que apoyen la existencia de Dios –con lo que
estoy de acuerdo- y postular que la ciencia la excluye.
Permítaseme, aunque el significado de una frase
puede variar al examinarla fuera de contexto, hacer un par de reflexiones
sobre las siguientes, que aparecen en su nuevo libro:
“Dado que hay una
ley como la gravedad, el universo puede crearse de la nada y lo hace. La
creación espontanea es la razón de que haya algo en lugar de nada.“
¿Qué es la “nada”? Es de suponer que es un
“sitio” en el que no hay nada (aunque “antes” del big bang, si no existía el
espacio, tampoco existía ningún “sitio”, y si no existía el tiempo, tampoco
había un “antes”). Pero para Hawking, a pesar de que no había nada, parece que
ya funcionaba la ley de la gravedad. Pero si no había materia ¿Qué hacía allí
la ley de la gravedad? ¿No es más bien verdad que, al igual que el espacio y el
tiempo, la gravedad comenzó a existir en el momento del big bang?
El árbol caído se explica por el filo del hacha.
El leñador es innecesario.
El ciervo abatido se explica por la velocidad de
la bala. El cazador es innecesario.
El poema se explica por la tinta de la pluma. El
poeta es innecesario.
El
universo se explica por la ley de la gravedad. El Creador es innecesario.
La
ciencia, tal como la entiende nuestra civilización occidental, estudia las
leyes por las que se rige el universo, buscando la causa de cada efecto. ¿No es
totalmente acientífico suponer que puede existir una “creación espontánea” sin
una causa que la produzca? ¿Y puede ser la causa una gravedad que no existe
hasta que se produce el efecto?
Por qué crear
Los hombres, como la materia de la que estamos hechos, nos movemos
y evolucionamos en el tiempo. Cualquier cosa que hagamos, incluso pensar,
requiere tiempo. Nos es por ello muy difícil comprender como puede pensar y
actuar un ente para el que no pasa el tiempo.
Por supuesto, me estoy refiriendo a Dios.
Tanto para los científicos ateos, como Hawking, como para los
teólogos santos, como San Agustín, al crearse el universo (sin o con Dios) se
creó el tiempo. Por tanto, antes de la gran explosión que lo originó, el tiempo
no existía. De donde se deduce que Dios (si existe, como creo) existe fuera del
tiempo. Es lo que llamamos “eternidad”, el no-tiempo.
La mayor parte de los que creen en Dios piensan (o hemos pensado)
que después de estar solo una eternidad, decidió en un determinado momento
crear el universo y que, luego, pasa el tiempo observándolo para premiar al
final a los justos y castigar a los malvados. El problema es que palabras como “después”, “determinado momento” o “pasar el tiempo” no
son aplicables a Dios, aunque nos sirvan para entenderlo.
Para los cristianos solo hay un Dios, pero con tres “personas”.
Algo así como un triángulo, que es solo uno y tiene tres lados, solo que un
lado no es el triángulo, mientras que cada persona si es Dios.
Dios se contempla a sí mismo. La persona que contempla es el
“Padre”. La persona contemplada es el “Hijo”. Y el amor entre Padre e Hijo es
el “Espiritu Santo”. Esto, por supuesto,
es una manera de hablar, porque difícilmente podemos comprender como es Dios,
pero pone de manifiesto lo que los cristianos consideramos su principal
característica: Dios es Amor.
Al igual que el amor entre un hombre y una mujer les induce a
tener hijos a quienes amar y por quienes ser amados, el amor de Dios le induce
a crear unas criaturas a las que amar y por quienes ser amado. Podría crear
unos seres que, por su naturaleza, no tuviesen más remedio que amarle, pero eso
no sería muy satisfactorio. Necesita crearlas en un contexto que les permita
elegir entre amar o no amar. Porque para que haya verdadero amor tiene que
haber libertad para no amar.
Según Roger Penrose parece que solo hubiera un universo en el que
sería posible la vida, y por tanto, el amor. Pero no veo por qué no podría
haber otros, similares o distintos al nuestro. Incluso universos en los que
“nuestro tipo de vida” no sería posible, pero en los que podría ser posible
otro, con otro tipo de materia, o incluso sin materia y sin tiempo (¿los
ángeles?).
Dios, infinitamente sabio, podría analizar todas las
posibilidades, seleccionar aquellas que le parezcan más apropiadas para sus
fines, incluidas posibles intervenciones suyas que no coarten la libertad de
sus criaturas y, finalmente crear esos universos. Y todo, no como una serie de
“actos” consecutivos, sino simultáneos (para entendernos, ya que tanto
“consecutivos” como “simultáneos” implican tiempo).
¿Y cómo los crea?: Normalmente imaginamos a Dios observando
nuestro universo “desde fuera”. Pero esto no debe ser así. Nuestro universo
está “dentro” de Dios, como una sola cosa, desde el big bang hasta su final
(muerte térmica, big crash o lo que sea). Y Dios no es que “observe”, es que
“sabe”. Por decirlo de alguna manera, nuestro universo (y el de los ángeles y
todos los otros posibles universos) es solo un “pensamiento” en la mente de
Dios. Un pensamiento de tal potencia que deja de ser pensamiento para ser
realidad.
Hawking imagina que las leyes matemáticas que rigen el universo
son tan poderosas que no tienen más remedio que hacerse realidad. Esto no es
muy distinto de lo que yo imagino, la diferencia está en que para mí esas leyes
están en la mente de Dios (¿en donde si no?), y es su voluntad la que las hace
realidad.
Los siete
días de la creación
Durante mucho tiempo los
cristianos hemos creído que, al ser la Biblia un libro inspirado por Dios,
había que creer al pie de la letra todo lo que dice el Génesis. Todavía hay
quien lo cree, pero la mayor parte opinamos que la inspiración no implica
literalidad.
La descripción del Génesis va
dirigida a unos hombres sin siquiera la mínima formación científica que se
supone hoy día a hombres medianamente instruidos. Esto hace que utilice
palabras y símiles fácilmente entendibles por ellos. En vez de hablar, por
ejemplo, de etapas de millones de años, utiliza el símil de los días.
Pero ¿por qué siete días? El que
hable precisamente de “siete” puede tener dos razones. Primera: el siete se
consideraba un número perfecto, por lo que era adecuado para describir la
perfección de la obra de Dios. Segundo: sentaba el precedente de descansar (y
dar gloria a Dios) un día a la semana. “Descansó Dios
el séptimo día”. Por lo demás, no parece que el mensaje hubiera cambiado
mucho de haber dividido la creación en un número distinto de días.
Al dividir la creación en “días”,
el Génesis nos está diciendo que el universo no fue siempre como lo conocemos,
sino que el que vemos ahora es el fruto de su evolución a lo largo del tiempo.
Esa voluntad de explicitar el paso del tiempo queda aún más clara con la frase
repetida “Y hubo tarde y mañana”
seguida de “día primero”,
“segundo día”… “día sexto”…
Por otra parte, el libro del
Génesis se transmitió oralmente durante mucho tiempo, y es posible que, al
transmitirse, haya sufrido algunas alteraciones. Si este fuera el caso ¿cuál
sería la versión inspirada por Dios, la original o la que ha llegado hasta
nosotros? Esto sería un problema si creyéramos que hay que interpretar el
Génesis de forma literal, pero la respuesta, por supuesto, es que las dos por
igual. Si realmente está inspirado por Dios, podría haber habido variaciones,
pero no en el mensaje principal.
Podemos suponer, por ejemplo, que
los versículos 1.11 a 1.13 en que se crean las plantas (“Haga brotar la tierra hierba verde,
hierba con semilla, y árboles frutales cada uno con su fruto, según su especie,
y con su simiente, sobre la tierra”) estaban originalmente situados
detrás del 1.19, en el que se crea el sol (“Haya
en el firmamento de los cielos lumbreras para separar el día de la noche”).
El cambio de lugar se explicaría porque en el versículo 1.10 se dice “y a lo seco llamó Dios tierra”,
y no es descabellado pensar que alguno de los transmisores orales se equivocara
y cambiara el orden, haciendo que, inmediatamente después de crear la tierra,
Dios creara las plantas que crecen sobre ella. Al fin y al cabo había creado la
luz el primer día, con lo que el sol no debía parecerle estrictamente
necesario.
Admitida su no literalidad, el
Génesis podría reinterpretarse, quizás forzando un poco las palabras, para
adaptarlo a lo que hoy sabemos gracias a los avances de la ciencia. De todas
formas, no afirmo que la que sigue sea la interpretación correcta, sino tan
solo que es una interpretación posible.
El versículo 1.3 (primer día)
dice: “Dijo Dios: “Haya luz”;
y hubo luz”. Pero no habla aquí del sol y las estrellas, cuya
creación queda para el día cuarto. ¿Por qué no interpretar que esa luz se
corresponde con el enorme destello que cualquiera imagina (de hecho, no hubo
luz) que debió producir el big bang? ¿No es una buena manera de describirlo
para un hombre no científico?
La gran explosión hizo que la
energía y la materia producida empezaran a expandirse a enorme velocidad por el
universo… o mejor, empezaran a expandir el universo al expandirse ellas… Por
supuesto, no se trataba de una materia como la vemos hoy día. Al principio, ni
siquiera eran electrones, ni protones y neutrones, sino casi energía en estado
puro, formando los más elementales constituyentes de la materia (quarks,
gluones… para los científicos).
En los primeros instantes del big
bang, el “plasma primordial”,
la “sopa de quarks y
gluones”, era totalmente homogénea, es decir, idéntica en todas
partes y en todas direcciones, pero muy pronto (en una pequeñísima fracción del
primer segundo) se produjo una “rotura
de la simetría” (Penrose, El camino de la realidad, apartado 28.1 y
siguientes), dividiéndose la “sopa” en fragmentos, antecedentes de las actuales
galaxias, que se fueron separando unos de otros, quedando inmensos espacios
prácticamente vacíos entre ellos.
Y dice el versículo 1.6 (segundo
día): “Dijo luego Dios: “Haya
firmamento en medio de las aguas, que separe unas de otras”; y así fue”.
Si nuestros divulgadores científicos hablan de “plasma” o “sopa” para que les
entendamos ¿por qué no admitir que la Biblia hable de “agua” para referirse a
lo mismo? Y en ese caso, la “separación de las aguas” ¿no tendría el mismo
significado que la “rotura de la simetría”?
Al big bang siguió durante unos
cuatrocientos millones de años, hasta que se produjeron las primeras estrellas,
un periodo al que los científicos llaman “la
edad oscura”.
Supongamos que también aquí hubo
un cambio en el orden de los versículos y que el 1.2 (“La tierra estaba confusa y vacía, y
las tinieblas cubrían la haz del abismo, pero el espíritu de Dios se cernía
sobre la superficie de las aguas”) estaba originalmente detrás del
1.6. Esto ajustaría la descripción de la Biblia a la “edad oscura” de los
científicos. El cambio de lugar se explicaría por su mención de las tinieblas,
que no parecerían tener sentido después de haber creado Dios una luz que, sin
duda, se consideró permanente.
Dice el versículo 1.9 (tercer
día, primera parte): “Dijo
luego: “júntense en un lugar las aguas de debajo de los cielos, y aparezca lo
seco”. Así se hizo.” Y a continuación, en 1.10 “y a lo seco llamó Dios tierra”.
Este versículo podría
interpretarse que no trata sobre la creación del planeta Tierra, sino de la
materia. Si admitimos “agua” como equivalente de “sopa”, un paso más nos debe
hacer admitir “tierra” como “materia”. Efectivamente, con ayuda de los
“gluones”, los “quarks” se fueron juntando de tres en tres para producir
neutrones y protones, que a su vez, al unirse entre sí, forman los núcleos de
los átomos de lo que ahora entendemos como “materia”.
Con esta igualación “agua” =
”sopa” y “tierra” = ”materia” se puede reinterpretar también lo que dice el ya
citado versículo 1.2: “La
tierra estaba confusa y vacía” = ”lo que había, quarks y gluones,
no estaba claro que fuera materia; a lo sumo sería premateria” y “el espíritu de Dios se cernía sobre
la superficie de las aguas” = ”pero no se preocupen, la intención
de Dios era que surgiera materia a partir de esa sopa”.
1.14 a 1.16 (cuarto día): “Dijo luego Dios: “Haya en el firmamento
de los cielos lumbreras para separar el día de la noche, y servir de señales a
estaciones, días y años, y luzcan en el firmamento de los cielos para alumbrar
la tierra”. Y así fue. Hizo Dios los dos grandes luminares, el mayor para
presidir al día, y el menor para presidir a la noche, y las estrellas”
Podemos pensar que aquí el
narrador omite la creación de la Tierra porque la supone ya creada. Recordemos
que el narrador (original o transmisor) realmente no puede saber cómo fue la
creación. Su descripción es una descripción “poética”, aunque inspirada por
Dios.
Una vez cambiado de lugar los
versículos 1.11 a 1.13 como ya vimos al hablar de la literalidad del Génesis,
los siguientes “días” no necesitan más comentarios en este contexto; encajan bien
con lo que sabemos:
1.11 (tercer día, segunda parte,
recolocado como quinto, primera parte): ”Haga
brotar la tierra hierba verde, hierba con semilla, y árboles frutales cada uno
con su fruto, según su especie, y con su simiente, sobre la tierra.”
1.20 (quinto día): “Hiervan de animales las aguas y
vuelen sobre la tierra aves”
1.24 (sexto día): “Brote la tierra seres animados,
ganados, reptiles y bestias” y 1.26: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza“
2.1 (séptimo día): “descansó Dios el séptimo
día”
En los párrafos anteriores he seleccionado las frases que, para mi propósito, considero más significativas. Del resto seguramente pueden sacarse consecuencias, pero en general creo que tienen un carácter puramente literario, ornamental o reiterativo. Así, con distintas variantes, dice: “Y llamó (de tal manera) a (lo creado)”, “Y lo separó (de su contrario)”, “E hizo Dios (lo que había dicho que se hiciera)” o “Y brotó (lo que había dicho que brotara)”,…
Entre las frases repetidas cada día, que entiendo que tienen importancia, figura la de “Y vio Dios ser bueno (lo que acaba de crear)”.
No dice “Y vio Dios que era perfecto lo creado” sino solamente “bueno”. A pesar de sus imperfecciones.
Pero ¿por qué creó Dios un universo simplemente “bueno” y no “perfecto”? Quizás la respuesta nos la esté dando el científico ateo Roger Penrose en una frase que ya cité anteriormente: “Si el Creador se equivocase en lo más mínimo al señalar este punto y hundiera la aguja de forma efectivamente aleatoria en la región de máxima entropía E, entonces el resultado sería un universo inhabitable”.
A esta frase podríamos darle una interpretación estricta y otra flexible:
En la interpretación estricta, Penrose nos estaría diciendo que nuestro universo es el único habitable posible. Cualquier otro punto nos daría un universo inhabitable. Pero ¿querría Dios crear un universo inhabitable? Y ¿puede hacer Dios, por muy omnipotente que sea, algo imposible? Creó el único posible.
En una interpretación flexible, un pequeño error produciría un universo inhabitable, pero podría haber otros puntos en los que, hundiendo la aguja con precisión, también se producirían universos habitables. Muchos de esos posibles universos podrían haber recibido el visto “bueno” de Dios, y haber sido creados.
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NOTA
Los textos anteriores fueron ya publicados con anterioridad en diversas entradas de este blog. Aquí se reproducen todos juntos y con algunas modificaciones. Los textos originales pueden verse a través de los siguientes enlaces:
15/04/12 - La creación del tiempo
10/11/13 - Multiversos
15/03/12 - Penrose y la aguja del Creador
16/05/12 - La creación según Hawking
05/01/13 - Por qué crear
30/01/13 - Los siete días de la creación
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