domingo, 5 de octubre de 2014

Perdonar post mortem

¿Te ha pedido alguna vez perdón alguien que te haya ofendido? No me refiero a alguien con quien, por ejemplo, has tropezado y te dice "perdón", ni a algún amigo o familiar con quién has discutido y con el que, al cabo de tres días, estás charlando como  si no hubiera pasado nada.  Me refiero a alguien que te haya ofendido gravemente. O crea haberlo hecho.

A mí, sí.

Uno de los operadores del ordenador me dijo un día "Don Florentino, tengo que pedirle perdón."

"¿Por qué?", le pregunté sorprendido.

"He hablado mal de Usted  muchas veces."

¿Que habrá dicho?, pensé, ¿que soy un cabrón, un marica, un hijo de puta...?

"¿Y qué es lo que has ido contando?"

"Que no da Usted ni golpe."

Casi me da la risa floja, pero me contuve:  "Bueno, no te preocupes. Yo creo que trabajo bastante, pero la verdad es que me gusta aparentar que no hago nada, así que si a ti te lo ha parecido, en realidad la culpa es mía."

El hombre se marchó contento. Luego me dijeron que había tenido una crisis y estaba en tratamiento psiquiátrico. Lo de pedir perdón igual formaba parte de él.

En este caso no me sentí ofendido en absoluto, pero creo que si alguno de los que realmente me han ofendido me hubiera pedido perdón, le habría perdonado sin problema.  Pero como no lo han hecho, me hierve la sangre cuando recuerdo (afortunadamente con poca frecuencia) lo sucedido.

En el Padrenuestro pedimos a Dios que perdone nuestras ofensas "como también nosotros perdonamos a quien nos ofende", lo cual es perfectamente lógico porque ¿con que cara podemos pedirle a Él que nos perdone si nosotros no somos capaces de perdonar?

Así que me gustaría perdonar a todos los que me han ofendido. Pero no puedo evitar que a veces recuerde y me hierva la sangre. E incluso que a veces me procure pequeñas venganzas.

Alguno de mis ofensores ya ha muerto, y me pregunto (para ellos y para los que inevitablemente algún día morirán) ¿deseo que ardan para siempre en el infierno? Pues no. La verdad es que no. No deseo que ardan en el infierno. Espero que, cuando yo muera, Dios me perdone y me los encuentre en el cielo.

 ¿Deseo que me pidan perdón cuando los encuentre allí? Pues tampoco. Inmersos en la inmensidad del amor de Dios, espero que serán como amigos con los que alguna vez tuve una discusión sin importancia. 
 

A esto lo podríamos llamar "perdonar post mortem".  ¿Basta esto para que pueda rezar sinceramente el Padrenuestro?

1 comentario:

  1. No es que baste. Ese pensamiento es, a mi juicio, el Padrenuestro.
    Me ha encantado Florentino

    ResponderEliminar