jueves, 25 de septiembre de 2014

Una máquina cuántica del tiempo

El 5 de enero de 2087 el Profesor Deveraux, de la prestigiosa Universidad Poliétnica de Nueva Orleans, anunció en una expectante rueda de prensa que él y su equipo habían conseguido construir una máquina capaz de enviar pequeños objetos y animales al futuro. Se trataba de un poderoso conjunto de emisores de ondas ultracuánticas que, mediante la distorsión del complejo entramado espaciotemporal de una pequeña zona, conseguía trasladar lo que se encontrara en ella a un posterior momento temporal.

El primer experimento exitoso se realizó con un pequeño papel firmado por el propio Profesor Deveraux y sus dos principales ayudantes, el Profesor Maharamurtikalipandra y el Doctor Yi. Sometido a una relativamente suave emisión de ondas ultracuánticas, el papel desapareció de la vista, volviendo a aparecer intacto unos minutos más tarde.

Siguieron una serie de experimentos, con distintas intensidades de ondas y con objetos de distinto volumen y densidad, a fin de calibrar la máquina del tiempo, pasándose a continuación a experimentar con seres vivos.

En un primer experimento, un hamster  fue sedado, de acuerdo con la Convención de Tombuctú, a fin de que no sufriera si moría  como consecuencia del experimento.  El hamster desapareció durante los cinco minutos previstos, volviendo a aparecer vivo y sedado, por lo que se decidió repetir el experimento sin sedación. Para que el hamster no escapara, se le introdujo en una pequeña caja de cartón. Caja y hamster desaparecieron durante cinco minutos, tras los que reaparecieron tal como  se les había dejado.

Nuevamente sedado, en prevención de que muriera si el tiempo transcurrido era demasiado largo, se repitió el experimento fijando el tiempo de regreso en un día. El experimento tuvo éxito, por lo que se repitió con el hamster sin sedar y dentro de la caja. Al aparecer la caja, se observó que tenía un agujero en un lateral y que el hamster no estaba dentro, aunque, tras una búsqueda intensiva se le encontró vivo debajo de uno de las estanterías del laboratorio.

Tras unos días de sesudas reflexiones, el Profesor Maharamurtikalipandra llegó a la conclusión  de que el que el hamster hubiera escapado de la caja tenía una explicación cuántica, completamente compatible con el carácter  ultracuántico de las ondas utilizadas: Durante el tiempo en que caja y hamster desaparecen, todas y cada una de sus partículas elementales no se encuentran en un estado concreto, describiendo sus "funciones de onda" la probabilidad de que se encuentren en un estado o en otro. En el momento en que caja y hamster reaparecen y son observados, esas funciones de onda "colapsan" encontrándose cada partícula, y por tanto el conjunto caja-hamster, en un estado concreto entre los permitidos que, en este caso, era el  de que el hamster hubiera conseguido horadar la caja y escapar.

A fin de comprobar la teoría se introdujeron en una caja dos gusanos de seda junto a algunas hojas intactas de morera, trasladandolos un día hacia el futuro. Cuando se abrió la caja se encontró que algunas hojas habían sido medio comidas por los gusanos.

Visto el éxito del experimento se decidió construir una máquina más potente, que permitiera el traslado en el tiempo de seres humanos. La nueva máquina estuvo lista el 7 de mayo de 2090 y tras unas pruebas iniciales con objetos y pequeños animales, el Profesor Maharamurtikalipandra se autopropuso para ser el primer humano en trasladarse en el tiempo. Se estableció primero un traslado de unos pocos minutos, tras los que el profesor Maharamurtikalipandra reapareció sentado, más o menos en la misma postura. Preguntado por qué sensaciones había experimentado, aseguró que había permanecido allí sentado y que no creía que hubiese sido trasladado en el tiempo.

En el siguiente experimento fue el propio Profesor Deveraux el que se sentó en la máquina para ser trasladado seis  horas en el tiempo. Seis horas después de haber desaparecido, volvió a aparecer el asiento, pero no el profesor. Se le buscó por todo el edificio del laboratorio universitario y, al no encontrarlo, se llamó a su casa, donde el Profesor Deveraux se encontraba durmiendo en su cama.

Según la versión del Profesor Deveraux, estuvo sentado ante la máquina durante un par de horas, tras las que se había levantado para ir al excusado. Luego dió un paseo andando y, cansado, al pasar ante su casa, había decidido acostarse un rato. La explicación "cuántica" de lo sucedido era que el profesor había sido trasladado efectivamente en el tiempo; durante seis horas el profesor no había estado en ningún estado concreto, pero, al colapsarse las funciones de onda de todas sus partículas elementales, el profesor se encontró en uno  de los posibles estados permitidos, incluidos los recuerdos correspondientes a dicho estado.    
       
Como resultado de todo lo experimentado, el Profesor Deveraux redactó un informe, publicado por el New Scientist en su edición de diciembre de 2090, en el que constataba el éxito del experimento junto  con su absoluta inutilidad, ya que, aunque el traslado en el tiempo había funcionado correctamente, el resultado no podía diferenciarse de lo que hubiera podido ocurrir de no haberse realizado. En particular, por ejemplo, si una persona realizara un viaje de veinte años en el tiempo, cuando esa persona reapareciese tendría veinte años más y una historia de veinte años perfectamente congruente. Si el viaje fuese de doscientos años, la persona aparecería muerta y enterrada o simplemente no aparecería, ya que uno de los posibles colapsos de las funciones de onda incluiría su muerte, incineración y dispersión de sus cenizas en el mar.

El Profesor Deveraux, en su escrito, aseguraba además que, de poderse realizar un viaje al pasado, el único posible "colapso" era volver a ser quien había sido, sin ningún recuerdo del futuro, con el agravante de que, al haber desaparecido del presente su viaje era equivalente a un asesinato o un suicidio.          

  

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