martes, 10 de junio de 2014

En la Puerta del Cielo

Mi mejor amigo en el colegio  del Inmaculado Corazón de María de Sevilla (en Portaceli = Porta Coeli = Puerta del Cielo) se llamaba Pedro (Valdecantos cuando pasaban lista, siempre por apellido). Jugábamos, salíamos de excursión, remábamos en la Plaza de España (una vez  se cayó al agua al montarse en la barca), hablábamos...  y decidimos hacernos jesuitas.

En esta foto estamos los dos, con Villagrán, otro amigo del colegio, asomando la cabeza por detrás de mí:


En esta estamos toda la clase:



Pedro está sentado junto a nuestro Encargado de Clase (a su izquierda, a la derecha en la foto), y yo soy el que sobresale detrás de él.

Entre tanta gente, tenía más amigos, claro está, pero también algún "enemigo". No sé por qué, pero Ibarra siempre estaba metiéndose conmigo. Supongo que a eso le llamarían ahora "acoso escolar", aunque no fue para tanto. Un día íbamos en filas, y él iba detrás de mí, dándome golpecitos en los riñones y metiéndose conmigo, hasta que me harté, me volví y le largué un puñetazo. ¡La que se organizó! ¡Una pelea cuando íbamos en filas! Claro que el Encargado de Clase intervino inmediatamente y nos llevó ante el Prefecto. Primero entró él, dejándonos en la puerta, para explicarle al Prefecto lo sucedido. Entre otras cosas le oímos decir: "¡Qué le habrá hecho Ibarra a Briones para que se volviera a pegarle!". Si el niño más bueno de la clase se pegaba con otro, era evidente que era el otro el culpable. Porque yo era el niño más bueno de la clase (y quizás del colegio):



La cosa terminó en una simple reprimenda porque a mí no iban a castigarme, y quedaría raro que solo castigaran a Ibarra. Lo bueno es que con el incidente se acabó el "acoso": Ibarra no volvió a molestarme.  

Visto que era el niño más bueno de la clase, es lógico que quisiera ser jesuita (¿o no?). Pero mi padre se opuso: No creía que yo tuviera verdadera vocación, así que me dijo que cuando fuera mayor de edad (21 años, entonces) hiciera lo que quisiera, pero que de momento me iba a Madrid a estudiar. 

Pedro si se hizo jesuita. Le acompañé al psiquiatra (informe preceptivo para entrar en la Compañía). Esperamos un rato en un patio lleno de macetas con "pilistras" (aspidistras) hasta que nos hizo pasar. Yo me quedé en el patio, pero el psiquiatra insistió en que entrara también. Nos sentamos en dos sillas y él se sentó en otra enfrente. Nos miró, tomó unas notas y le pregunto a Pedro si se orinaba por la noche en la cama. Como le contestó que no, se volvió hacia mí y me dijo que cruzara las piernas. Me resistí, pero él insistió y, cuando puse una pierna sobre la otra, se dedicó a darme golpecitos con un martillo metálico hasta que, no sin esfuerzo, consiguió que mi pierna saliera disparada hacia arriba. Satisfecho, nos dijo que podíamos marcharnos. 


Pedro Jiménez Valdecantos murió en 2012, siendo Capellán de la Basílica de Jesús del Gran Poder de Sevilla, y San Pedro le abrió la Puerta del Cielo.      

3 comentarios:

  1. Sobre los abusones, en parte estoy de acuerdo contigo. Muy de acuerdo, de hecho; a mí mismo me ha pasado un relato similar, y ya no más. Sin embargo, he visto a mi alrededor que no todo el mundo tenía la fuerza de voluntad para decir al "abusón" <>, y han seguido teniendo problemas, cada vez mayores.

    Sobre lo último, la vida está llena de momentos así. ¿Preferirías haber seguido los pasos de Pedro, o te alegras de haber vivido tu momento?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que mi padre tenía razón. No sé que habría pasado si sigo los pasos de Pedro.

      Eliminar
    2. Pues que no hubieses tenido tantas hijas a las q bañar con zapatos o parcialmente vestidas, ni tirarlas a charcos de agua sucia, ni llevar a pasear al parque los fines de semana...

      Eliminar