viernes, 10 de enero de 2014

Tebeos

Siempre me han gustado las historietas gráficas. Desde que aprendí a leer. Primero con las revistas Pulgarcito y TBO (el que dio origen a la palabra castellana tebeo que ahora está perdiéndose por culpa del anglicismo comic), con personajes tan divertidos como  Carpanta, Doña Urraca, Zipi y Zape, las hermanas Gilda, la familia Ulises y el Profesor Franz de Copenhague, autor de los Grandes Inventos del TBO. Luego con Jorge y Fernando, Roberto Alcázar y Pedrín, y la revista Chicos, con Cuto, Ben Bolt y el Coyote dibujado (del que llegué a leer las cincuenta primeras novelas).

Estaba tan obsesionado con los tebeos, que fueron los inductores del que fue posiblemente mi primer pecado. Es decir, de la primera vez que obré mal perfectamente consciente de que obraba mal. Fue en una de las veces en que no conseguí que mi madre me diera dinero para comprar cierto tebeo (no recuerdo cual). Me acerqué al kiosco, que desplegaba ampliamente su mercancía en la esquina de la calle Alhóndiga con la plaza de Santa Catalina,  y, en un descuido del kiosquero, arramplé con el deseado tebeo y me fui a casa. 

Durante mi juventud,  mi héroe favorito de dibujos fue Flash Gordon. Lo descubrí durante una estancia en Andújar en casa de mi tío Román y mi tía Amparo. Mi tío tenía una estupenda colección de El Aventurero, un tebeo que dejó de publicarse con motivo de la guerra civil.  En él aparecían los magníficos dibujos de Alex Raymond con las aventuras de Flash, Dale Arden y el Doctor Zarkov en el planeta Mongo. También de Alex Raymond, con guión de Dashiell Hammett (escritor de novela negra, a quien debemos películas como El Halcón Maltés) venían las investigaciones del agente secreto X-9.

En El Aventurero también conocí el Tarzán de Harold Foster (me gustaron más las novelas originales de Burroughs), Popeye, y Merlín, el mago moderno. El Príncipe Valiente y el Hombre Enmascarado, no estoy seguro, pero creo que también los conocí allí.

Fue durante esa estancia en Andújar cuando mi primo Chete intentó matarme. Era más pequeño que yo, pero cuando se enfadaba era una auténtica fiera. Y conseguí enfadarle. Me persiguió con una maja de  bronce, dispuesto a machacarme los sesos. Me encerré en el cuarto de baño y, durante un rato, golpeó la puerta con furia. Luego se marchó, pero, conociéndolo, no me cabía duda de que estaba preparando algo. Oí unos pasos que se acercaban y, luego, unos golpecitos suaves en la puerta. "¿Quién es?" pregunté. Y una dulce voz aflautada me contestó "Abre, que soy mi madre".

A  finales de los años 50 mis tebeos favoritos pasaron a ser los de Tintín y las tiras cómicas de Charlie Brown, a quién volví a encontrar, durante mi estancia en Italia en una revista, que se llamaba Linus (precisamente por el amigo de Carlitos, que aparecía con su imprescindible frazada en la portada del primer número), y que publicaba, además de las tiras de los Peanuts, artículos sobre temas culturales e historietas clásicas (el pequeño Nemo, Popeye, Krazy Kat, Li´l Abner, Pogo, B.C., Dick Tracy,...) y de autores modernos (Hugo Pratt, Moebius, Guido Crepax,...).

A mi vuelta a España conocí las historietas de Goscinni: Asterix el Galo (dibujado por Uderzo) e Iznogud, el visir que quería ser califa en lugar del califa (dibujado por Tabary). Me sentía identificado con el bonachón califa, no porque yo tuviera su carácter, sino porque tenía mi propio Iznogud.

Compré algunas revistas, como El Globo (donde descubrí a Mafalda), con un formato similar al Linus italiano, y Zeppelin, de tamaño mayor, pero ambas tuvieron una vida efímera. Luego, cuando compraba tebeos, era ya para mis hijas que son ahora las que los compran para mí: reediciones de Flash Gordon, En el camino de Swan (Proust dibujado), El Incal de Moebius, Maus de Spiegelman, Persépolis de Marjane Satrapi,... 


2 comentarios:

  1. Yo fantaseaba de pequeño leyendo al Capitán América y los Cuatro Fantásticos, no te digo de Zipi y Zape, pero del que aun tengo un gran recuero y sigo leyendo a veces es a Quino y su inmortal Mafalda.
    Un saludo.
    elperroverde

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  2. Aunque soprendente (y algo terrorífico), cuando he leído "Me encerré en el cuarto de baño y, durante un rato, golpeó la puerta con furia." no he podido evitar pensar: "... ¡¡Aquí está Johnny!!"

    Espero que no lo pasaras tan mal como la pobre mujer: http://www.youtube.com/watch?v=Ko9C-_ija8Q

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