Los sacrificios humanos fueron
prohibidos en Roma el año 97 a.C., tanto si tenían por objeto la adivinación
como si se trataba de ofrendas a los dioses. En los pueblos antiguos - celtas,
vikingos, griegos, fenicios,... - eran frecuentes los sacrificios humanos para
aplacar la ira de los dioses o para que se mostraran propicios.
En particular,sacrificar al propio hijo debía considerarse muy meritorio. Los casos más conocidos, aunque
no llegaron a término, son quizás el de Agamenón sacrificando a su hija
Ifigenia antes de la guerra de Troya, y el de Abraham, sacrificando a su hijo (Isaac
según la Biblia, Ismael según el Corán), a petición de Yahvé, para mostrarle su
inquebrantable fe y obediencia. En el primer caso el sacrificio fue
interrumpido por la diosa Artemisa, y en el segundo, por el propio Yahvé que
sustituyó al niño por un cordero.
En el mito griego del banquete de Tántalo, tal como ha llegado a nosotros, Tántalo ofrece un banquete a los dioses y les da a comer, sin que ellos lo sepan, a su propio hijo Pélope. Los dioses descubren horrorizados el engaño, castigan a Tántalo, y reconstruyen a Pélope. Pero el mito de Tántalo es "míticamente" (no históricamente, por supuesto) muy anterior al sacrificio de Ifigenia, y por tanto corresponde a una época en la que sacrificar a los hijos era muy apreciado por los dioses. Por tanto, en el mito original, lo que ocurría era probablemente lo contrario: Tántalo ofrece a los dioses a su hijo en sacrificio, pero sacrifica a otro (¿un esclavo?). Los dioses se dan cuenta del engaño y castigan a Tántalo.
En el mito griego del banquete de Tántalo, tal como ha llegado a nosotros, Tántalo ofrece un banquete a los dioses y les da a comer, sin que ellos lo sepan, a su propio hijo Pélope. Los dioses descubren horrorizados el engaño, castigan a Tántalo, y reconstruyen a Pélope. Pero el mito de Tántalo es "míticamente" (no históricamente, por supuesto) muy anterior al sacrificio de Ifigenia, y por tanto corresponde a una época en la que sacrificar a los hijos era muy apreciado por los dioses. Por tanto, en el mito original, lo que ocurría era probablemente lo contrario: Tántalo ofrece a los dioses a su hijo en sacrificio, pero sacrifica a otro (¿un esclavo?). Los dioses se dan cuenta del engaño y castigan a Tántalo.
El sacrificio de animales era,
por supuesto, mucho más frecuente. Abraham era originario de Ur, donde la
petición de Yahvé seguramente no era una cosa rara, pero en los templos de
Mesopotamia lo que más se sacrificaba - y en cantidades ingentes - eran
animales para alimentar y contentar a sus dioses.
Los dioses griegos y romanos no necesitaban
que los alimentaran, se bastaban a sí mismos. Pero también se les ofrecían
sacrificios para que les fueran favorables. Homero nos da repetidos ejemplos de sacrificios. Así, por ejemplo, al
principio del canto III de la Odisea, nos cuenta:
"Nueve grupos había,
quinientos varones por grupo, y delante de sí cada grupo tenía nueve toros; las
entrañas estaban comidas, quemaban los muslos para el dios... "
y en el canto XIV:
"...degollado y abrasada la
piel, lo partieron y puso el porquero trozos crudos de todos los miembros en
grasa abundante y arrojolos al fuego después de empolvarlos de harina."
Pero el sacrificio no termina con
la ofrenda a los dioses. Termina cuando en el canto III se dice:
"Retiraron entonces las
mollas asadas al fuego y, partidas en trozos, gozaron del rico banquete."
Y en el XIV:
"En pedazos cortaron el resto y, clavado
en espiches, con cuidado lo fueron asando... y sirvió a cada cual otra parte;
diole a Ulises, no obstante, la cinta del lomo del cerdo..."
Es decir, el sacrificio se
completaba compartiendo la comida con los dioses.
Tanto musulmanes como judíos
siguen sacrificando actualmente (y comiendo) un cordero en determinadas fiestas. Los primeros,
como renovación del sacrificio de Abraham; los segundos en conmemoración de la
huida de Egipto.
Cristo se sacrificó para redimir
ante Dios-Padre a todos los hombres de sus pecados (ver la entrada Evolución). Pero el sacrificio no
estaría completo si los que lo comparten no comieran la carne del
sacrificado. Por eso Cristo, en la Última Cena instituye el sacramento de la
Eucaristía. Haciendo que el pan y el vino sean su propia carne y sangre, nos hace
partícipes de su sacrificio.
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Los textos de la Odisea los he
tomado de la traducción de J.M.Pabón, publicada por la editorial Gredos en su
colección Biblioteca Clásica.
La imagen que acompaña al texto le he tomado del blog "Letras Libres"
La imagen que acompaña al texto le he tomado del blog "Letras Libres"
Interesantes datos históricos. Algo bueno hicieron los romanos, aunque fuese tarde y no evitase su caída. Sin embargo, te recomendaría que, si haces una búsqueda bibliográfica para informarte más del tema, sería conveniente que pusieras las fuentes de donde has sacado esa información.
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