miércoles, 18 de enero de 2017

Reflexiones sobre el fin de la eternidad

"El fin de la eternidad" es el título de un relato de 1955 de Isaac  Asimov, que he leído recientemente. Al hecho de no haberlo leído aún, a pesar de ser un lector asiduo de ciencia-ficción, se añadía la posibilidad, sugerida por el título, de que Asimov tratara en el relato algún aspecto científicamente interesante o filosoficamente trascendente.  

Habiéndose descubierto la forma de crear una especie de tiempo paralelo, desde el que, mediante unos ascensores temporales, se puede visitar el tiempo normal en cualquier fecha, los "eternos" toman como misión el evitar que se produzcan crisis que puedan dañar a la humanidad. Estos "eternos", hombres normales para los que el tiempo "biológico" sigue pasando incluso cuando están en ese espacio paralelo (¿paratiempo?), introducen en sus visitas al tiempo real pequeñas variaciones (cambiar de sitio un jarrón, por ejemplo) que por el "efecto mariposa" consiguen evitar que esas crisis se produzcan. A ese "paratiempo" le llama Asimov "eternidad".

Una de las leyes de la "psicohistoria" que Asimov utiliza en su famosa trilogía de la "Fundación" es precisamente que las civilizaciones cuando más avanzan es cuando consiguen superar las peores crisis con inteligencia e imaginación. En "El fin de la eternidad" los hombres de un lejanísimo futuro se dan cuenta de este hecho y de que, por culpa de haber evitado que se produjeran crisis, la humanidad es solo una poco desarrollada civilización, mientras que otras especies extraterrestres, que no las han evitado, se han hecho dueñas del universo. Por eso deciden introducir en la "eternidad" una mujer que, junto al protagonista, consiguen modificar el pasado de forma que la "eternidad" no llega a ser descubierta (o sea: el fin de la eternidad), con lo que las crisis no podrán ser evitadas y la civilización humana podrá desarrollarse plenamente.  

Hay que reconocer que "El fin de la eternidad" es un título mucho más atractivo que "El fin del paratiempo", pero la vida en esa "eternidad" tiene poco que ver con lo que normalmente se entiende por "vivir eternamente": vivir durante un tiempo infinito. Pero ¿es infinito el tiempo? Actualmente sabemos que el universo se originó en una gran explosión hace unos 13.800 millones de años. Y también que junto al universo se originó el tiempo. El tiempo, hacia el pasado, no es por tanto infinito. En cuanto al futuro no sabemos con certeza si el universo seguirá expandiéndose por un tiempo infinito, acabando en una "muerte térmica" (un estado de atonía total, sin energía) o si comenzará a contraerse hasta convertirse en una singularidad, simétrica de la que produjo la gran explosión original, en cuyo caso también el tiempo tendría un final.

Los cristianos creemos que Dios creó el universo o, lo que es lo mismo, que provocó la gran explosión que creó el universo y, con él, el tiempo. Eso parece indicar que Dios existía antes de crear el tiempo. Pero no, Dios no podía existir "antes", porque si no existía el tiempo, tampoco existía un "antes". Dios existe, pero "fuera del tiempo". Y "fuera del espacio". Y a ese "fuera del tiempo y del espacio" es a lo que llamamos "eternidad". Y a vivir en esa eternidad, fuera del tiempo y del espacio, es a lo que llamamos "vida eterna". 

Decimos que Dios lo ve todo, que está en todas partes. También decimos que es todopoderoso. Por tanto debemos creer que, además de ser capaz de crear el universo, puede intervenir en él introduciendo modificaciones desde la eternidad. Esas intervenciones pueden ser tan drásticas como hacer que un cojo ande o que un ciego vea. Las llamamos "milagros". Pero también pueden ser modificaciones mínimas que, por el famoso "efecto mariposa", consigan producir a la larga cambios que adecuen el universo a sus intenciones. Una simple partícula, por ejemplo, choca contra un asteroide, que sufre un desviación imperceptible en su trayectoria. Siglos más tarde, en vez de pasar de largo, impacta contra la Tierra provocando la extinción de los dinosaurios, y que la Tierra se vaya adaptando para  acoger a la humanidad.

Estoy describiendo la acción de Dios como la acción de los "eternos" de Asimov. Entonces ¿por qué Dios no utiliza ese poder para evitarnos las maldades, las guerras, las crisis... que asolan la Tierra? ¿Será quizás por una razón parecida a la que Asimov esgrime para poner fin a su "eternidad", aunque con fines menos materiales?