Ver la entrada TETRAEDRÓN del 8 de Febrero de 2017.
domingo, 30 de junio de 2013
martes, 25 de junio de 2013
Ordenadores en el arte - Ana y Javier Seguí
Ana Buenaventura y Javier Seguí, que fue uno de los promotores de los primeros seminarios del CCUM, participaron en varios de ellos (arquitectura, lingüistica y música, además del de formas plásticas)
jueves, 20 de junio de 2013
sábado, 15 de junio de 2013
lunes, 10 de junio de 2013
El huevo cósmico en los mitos griegos
Robert Graves, el autor del famoso “Yo, Claudio”, escribió un excelente libro sobre “Los mitos griegos” en el que va desgranándolos uno a uno, incluyendo su descripción, una exhaustiva bibliografía, y una interpretación personal basada en sus propias teorías de cómo y por qué se formaron.
Los primeros mitos que estudia son lógicamente los que se refieren a la creación del mundo, y el primero que cuenta, que traduzco de la versión italiana (I miti greci, Longanesi, 1963) es el siguiente:
Al principio, Eurínome, la diosa de Todas las Cosas, emergió desnuda del Caos y no encontró nada sólido donde posar sus pies: separó entonces el mar del cielo e inició sola una danza sobre las olas. Siempre danzando, se dirigió hacia el sur, y el viento que se arremolinaba a su espalda le pareció algo nuevo y distinto; pensó por ello comenzar con él le obra de la creación. Se volvió de improviso, agarró al Viento del Norte y lo restregó entre sus manos: y he aquí que apareció la gran serpiente Ofión. Eurínome bailaba para entrar en calor, danzaba con un ritmo cada vez más salvaje hasta que Ofión, lleno de deseo, enroscó con sus espiras los miembros de la diosa y se acopló a ella. Ahora bien, el Viento del Norte, también llamado Borea, es un viento fecundador; de hecho, a menudo, las yeguas, acariciadas por su soplo, conciben potrillos sin ayuda de un semental. Y así también quedó encinta Eurínome.
Inmediatamente, volando sobre el mar, tomó ella la forma de una paloma y, a su debido tiempo, puso el Huevo Cósmico. Por orden de la diosa, Ofión se enroscó siete veces en torno al huevo, hasta que se partió y emergió todo lo que existe, hijos de Eurínome: el sol, la luna, los planetas, las estrellas, la Tierra con sus montes, con sus ríos, con sus árboles y con las hierbas y las criaturas vivas.
Eurínome y Ofión se establecieron en el monte Olimpo, pero pronto Ofión irritó a la diosa vanagloriándose de haber creado del Universo. Eurínome le dio entonces una patada en la boca, le rompió los dientes y lo envió a las oscuras cavernas subterráneas.
La diosa creó después las siete potencias planetarias, y puso a cargo de cada una de ellas a una pareja de titanes: Tía e Hiperión a cargo del Sol; Febe y Atlas, de la luna; Dione y Crío, del planeta Marte; Metis y Ceo, del planeta Mercurio; Temis y Eurimedonte, del planeta Júpiter; Tetis y Océano, de Venus; Rea y Crono, de Saturno.
El primer hombre fue Pelasgo, antecesor de los pelasgos; él surgió del suelo de la Arcadia, seguido de otros hombres a los que enseñó a construir cabañas, y como nutrirse de bayas, y a coser túnicas de piel de puerco, similares a las que todavía visten la gente de Eubea y Fócida.
Observesé que Eurínome separó el mar del cielo (¿nuevamente las aguas que están de bajo de las que están arriba?). Y que pone a los titanes a cargo del sol, la luna y los planetas, al igual que Marduk, en el mito babilónico, los ponía a cargo de otros dioses.
Los primeros mitos que estudia son lógicamente los que se refieren a la creación del mundo, y el primero que cuenta, que traduzco de la versión italiana (I miti greci, Longanesi, 1963) es el siguiente:
Al principio, Eurínome, la diosa de Todas las Cosas, emergió desnuda del Caos y no encontró nada sólido donde posar sus pies: separó entonces el mar del cielo e inició sola una danza sobre las olas. Siempre danzando, se dirigió hacia el sur, y el viento que se arremolinaba a su espalda le pareció algo nuevo y distinto; pensó por ello comenzar con él le obra de la creación. Se volvió de improviso, agarró al Viento del Norte y lo restregó entre sus manos: y he aquí que apareció la gran serpiente Ofión. Eurínome bailaba para entrar en calor, danzaba con un ritmo cada vez más salvaje hasta que Ofión, lleno de deseo, enroscó con sus espiras los miembros de la diosa y se acopló a ella. Ahora bien, el Viento del Norte, también llamado Borea, es un viento fecundador; de hecho, a menudo, las yeguas, acariciadas por su soplo, conciben potrillos sin ayuda de un semental. Y así también quedó encinta Eurínome.
Inmediatamente, volando sobre el mar, tomó ella la forma de una paloma y, a su debido tiempo, puso el Huevo Cósmico. Por orden de la diosa, Ofión se enroscó siete veces en torno al huevo, hasta que se partió y emergió todo lo que existe, hijos de Eurínome: el sol, la luna, los planetas, las estrellas, la Tierra con sus montes, con sus ríos, con sus árboles y con las hierbas y las criaturas vivas.
Eurínome y Ofión se establecieron en el monte Olimpo, pero pronto Ofión irritó a la diosa vanagloriándose de haber creado del Universo. Eurínome le dio entonces una patada en la boca, le rompió los dientes y lo envió a las oscuras cavernas subterráneas.
La diosa creó después las siete potencias planetarias, y puso a cargo de cada una de ellas a una pareja de titanes: Tía e Hiperión a cargo del Sol; Febe y Atlas, de la luna; Dione y Crío, del planeta Marte; Metis y Ceo, del planeta Mercurio; Temis y Eurimedonte, del planeta Júpiter; Tetis y Océano, de Venus; Rea y Crono, de Saturno.
El primer hombre fue Pelasgo, antecesor de los pelasgos; él surgió del suelo de la Arcadia, seguido de otros hombres a los que enseñó a construir cabañas, y como nutrirse de bayas, y a coser túnicas de piel de puerco, similares a las que todavía visten la gente de Eubea y Fócida.
Observesé que Eurínome separó el mar del cielo (¿nuevamente las aguas que están de bajo de las que están arriba?). Y que pone a los titanes a cargo del sol, la luna y los planetas, al igual que Marduk, en el mito babilónico, los ponía a cargo de otros dioses.
Pero la escena que más me llama la atención es la de la diosa rompiendo a la serpiente los dientes, con los que inyecta el veneno a sus presas, de una patada. Esto me recuerda a la serpiente del Paraiso, a la que Dios dice: “…Pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer y entre tu linaje y el suyo; este te aplastará la cabeza…” (con el pié, se supone).
Una variante de este mito pelásgico (pre-helénico) sustituye a Eurinome por Tetis y a Ofión por el rio Océano que circunda el universo, como la serpiente.
Una tercera variante del mito, que resumo, dice:
La Noche de alas negras fue amada por el Viento y puso un huevo de plata en el seno de la Oscuridad. Eros nació de ese huevo y puso en movimiento el Universo. Eros era un hermafrodita de alas doradas que tenía cuatro cabezas. Unas veces rugía como un león, otras mugía como un toro, silbaba como una serpiente o balaba como un carnero. Eros creó la tierra, el cielo, el sol y la luna, pero fue la Noche la que reinó en el universo hasta que su cetro pasó a manos de Urano.
El libro de Robert Graves ha sido publicado en dos tomos en castellano por Alianza editorial.
miércoles, 5 de junio de 2013
La recursividad en la generación de formas
El siguiente texto lo presenté en enero de 1980 en el 1er seminario "Forma y Criterio" organizado por la Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad Complutense. Que yo sepa, ni se publicaron las actas de ese seminario (quizás por culpa de mi texto) ni se convocó un 2º seminario.
La recursividad en la generación de formas
Quien quiera ser en solo un día un entendido,
La jeri (aprenderá) gonza del tema:
Gramática generativa, recursivo,
Sintagma, perceptrón, autómata, plerema.
Estos versos, que no son de Quevedo, ponen de
manifiesto unas pocas palabras cuyo contenido no tiene nada de particular, pero
que, dichas ante un público poco prevenido, son de gran impacto y relumbrón.
Inevitablemente, como ocurrió con los
neologismos introducidos por Góngora, también estas palabras pasarán a formar
parte del lenguaje nuestro de cada día. El objetivo de este artículo es
acelerar el proceso de asimilación de al menos alguna de ellas por parte del lector,
contribuyendo así, si no al progreso de las ciencias, si, al menos, a aumentar
el número de los entendidos.
Definiciones recursivas
La forma de escribir la definición es
importante, y puede complicarse "ad libitum" cambiando de vez en
cuando algunos signos.
En vez del signo = puede ponerse := o incluso ::=. En todo caso, significa
que la definición de lo que hay delante es lo que viene detrás.
Los signos "mayor que" y "menor que", que
también pueden ser sustituidos por unas comillas o por un par de grafismos cualesquiera (a ser
posible, simétricos) indican que lo que hay dentro es un "elemento
terminal", que no necesita por tanto de mayor definición (el guarismo 3,
y no el concepto "tres", es el que es un dígito no nulo).
El signo |, que puede inclinarse a
derechas o izquierdas (/ o \) como una idea política, sin cambiar
de contenido, significa simplemente "o" (conjunción disyuntiva, no
valor nulo).
Así, la definición anterior significa que un
dígito no nulo es un 1, o un 2, o un 3, etc.
Una definición que aún no es recursiva, pero que tampoco es simplemente enumerativa,
ya que recurre a conceptos previamente definidos, puede ser la siguiente:
(Obsérvese la rara astucia de cruzar el cero
con una barra para que no se confunda con la conjunción disyuntiva)
Y por fin, teniendo en cuenta que un punto (.)
significa "seguido de" (por aquello del "punto y seguido",
es de suponer), he aquí una definición recursiva:
Número
natural = Dígito no nulo|Número natural.Dígito
Como puede verse, en una definición recursiva
aparece el propio concepto que se quiere definir, pareciendo un círculo
vicioso. Pero no lo es: se trata de un círculo perfectamente honesto.
En efecto, para comprobar si algo, que parece
un número natural, lo es realmente o no, se examina en primer lugar si
se trata simplemente de un dígito no nulo. Si lo es, es que
efectivamente se trata de un número natural. Si no lo es, habrá que
examinar si al final hay un dígito. Si no lo hay (o no hay final), no es
un número natural. Si lo hay, habrá que tacharlo y examinar si lo que
queda es un número natural, para lo cual habrá que repetir todo el
proceso descrito una y otra vez hasta llegar a la conclusión que corresponda.
Esto es humanamente factible, pero también
podría hacerse automáticamente, mediante un ... "autómata".
Inversamente, con o sin "autómata",
las definiciones dadas permiten generar cualquier número natural: Se coge un dígito
no nulo cualquiera, se le añaden uno tras otro tantos dígitos como
se quiera, y el resultado generado será siempre un número natural
("gramática generativa").
Operaciones reiterativas
Dado un octógono,
podemos definir sobre él la siguiente
operación: " Sustituir los vértices del octógono por nuevos octógonos
adosados"
Sobre la figura resultante podemos volver a
aplicar la misma operación, sustituyendo los vértices de cada octógono por
octógonos adosados.
y, reiterativamente, una y otra vez más
Los resultados de aplicar una operación
reiterativa, como esta, equivalen a una definición recursiva. Cualquiera de las
figuras generadas así está incluida en la siguiente definición:
Figura = octógono|resultado de sustituir los vértices de
los octógonos de la figura por octógonos adosados
O, mejor, si representamos mediante el
operador *( ) el hecho de sustituir los vértices ...etc, tendremos:
Figura
= Octógono|*(Figura)
Otros ejemplos de procesos reiterativos
pueden ser:
Cristal
= Átomo|Cristal.Átomo
Cuadro = Pincelada|Cuadro.Pincelada
Definiciones recursivas en las que están
incluidos todos los cristales que estudia la cristalografía y todos los cuadros
que hayan sido realizados utilizando un pincel.
Pero... por desgracia, no están solo
incluidos los cristales y las obras de arte, En esas definiciones están
incluidos todos los cuerpos, cristalinos o amorfos, y todo lo que esté hecho
con pincel, arte o no arte. Para que el resultado de añadir un átomo a un
cristal o de añadir una pincelada a un cuadro siga siendo un cristal o una obra
de arte, hace falta que el átomo y la pincelada sean añadidos de una forma
especial.
La diferencia entre ambos casos estriba en
que al añadir cada átomo individual podemos decir inmediatamente si el
resultado sigue siendo un cristal o no, mientras que el que una pincelada esté
"bien colocada" o no, no depende solo de las anteriores, sino también
de las siguientes (posiblemente, de todo el cuadro).
En el caso del cristal, en vez del punto
("seguido de") podremos poner otro símbolo (por ejemplo, + ),
para indicar que el átomo se sitúa en un sitio preciso (uno de los muchos
millones de sitios precisos, pero no cualquier sitio):
Cristal
= Átomo|Cristal+Átomo
En cuanto al caso de la pintura, veamos un
ejemplo más concreto y, por tanto, más claro.
Pintura modular
Todos los cuadros de Barbadillo están construidos utilizando los
cuatro módulos siguientes:
junto con sus giros, simétricos y
complementarios.
Con cuatro módulos construye un
"macromódulo", por ejemplo:
Y, en los casos más simples, con un
macromódulo, sus giros, simétricos y/o complementarios, construye sus cuadros:
Si hacemos las siguientes definiciones:
N = operación que convierte las zonas negras
de un elemento en blancas, y viceversa
G = operación que consiste en girar un
elemento 90º en el sentido de las agujas del reloj
S = operación que consiste en realizar la
simetría especular de un elemento
O = operación entre dos elementos cuyo
resultado es la superposición de ambos (para que una zona sea negra en el
resultado, basta con que lo sea en uno de los dos)
C = operación sobre cuatro elementos que
consiste en adosarlos (dos arriba y dos abajo), formando un nuevo cuadrado
Podríamos definir un cuadro modular como:
|N(Cuadro)|
G(Cuadro)|S(Cuadro)|O(Cuadro, Cuadro)|C(Cuadro,Cuadro,Cuadro,Cuadro)
En esta definición están incluidos todos los
cuadros de Barbadillo, pero, al igual que en el caso más general de las
pinceladas, también están infinidad de cuadros que ni a Barbadillo ni a ningún
otro artista interesarán jamás.
Hemos visto que en el caso del cristal había
un proceso de selección, átomo a átomo, por el que, si un átomo no estaba bien
colocado, el resultado dejaba de ser un cristal.
La pista sobre el momento en que Barbadillo
hace las selecciones (y esto no quiere decir que siempre sean conscientes) nos
la dan las palabras "módulo", "macromódulo" y
"cuadro", que hemos empleado al describir su obra, aparte de que
nunca utiliza la operación O (ni otras más que podríamos haber definido en un
caso general).
Si llamamos "micromódulos" a los
elementos terminales, tendremos:
La primera selección, a nivel de micromódulo,
y que Barbadillo no hace explícitamente, ya que parte directamente de sus
módulos, consiste en que para construirlos solo hacen falta los dos primeros.
Módulo = Micromódulo|G(Módulo)|S(Módulo)|N(Módulo)|C(Módulo,Módulo,Módulo,Módulo)
Aquí la selección es explícita, solo utiliza
los cuatro módulos indicados.
.
Macromódulo
= Módulo|G(Macromódulo)|S(Macromódulo)|N(Macromódulo)|
C(Macromódulo,Macromódulo,Macromódulo,Macromódulo)
A nivel de macromódulo, uno de los criterios
más evidentes, utilizados por Barbadillo, consiste en que las figuras formadas
por los espacios blancos y negros pueden quedar "interrumpidas" por
los bordes del macromódulo, pero dentro de él deben tener una cierta
"continuidad". (ver ejemplos).
Cuadro
= C(Macromódulo,Macromódulo,Macromódulo,Macromódulo)
A nivel de cuadro, aunque también es
importante el criterio de "continuidad", no se aplica tan
estrictamente como en el nivel anterior, siendo sin embargo importantes los
criterios de "simetría" (en sentido muy general) que no se tiene en
cuenta en los macromódulos (aunque en el del ejemplo si la hay).
La diferencia, que quería hacer notar, con el
caso del cristal es que el criterio de selección es allí único (por lo que
basta una sola definición para todo el cristal), mientras que aquí los
criterios varían en cada paso. Además se puede aplicar el criterio átomo a
átomo, y aquí no: puede haber pasos intermedios, por ejemplo:
necesarios para un paso posterior :
y que, por si mismos, habrían sido
rechazados.
Un ejemplo literario
Análogamente al caso de la pintura, podríamos
definir una obra literaria (prescindiendo, por simplicidad, de espacios
blancos, signos de puntuación, etc) como
Obra
literaria = Letra|Obra literaria.Letra
Y por las mismas razones que en el caso de la
pintura, tiene más sentido subdividir esta definición en varias, seguidas de
selecciones:
A1
= Letra = "A"|"B"|"C"|"Ç"|"D"|"E"|...
Selección 1 (letras del alfabeto castellano)
A2 = Sílaba = A1|A2.A1
Selección 2 (sílabas pronunciables en castellano)
A3 = Palabra = A2|A3.A2
Selección 3 (palabras castellanas)
A4 = Frase = A3|A4.A3
Selección 4
A5 = Párrafo = A4|A5.A4
Selección 5
A6 = Capítulo = A5|A6.A5
Selección 6
A7 = Novela = A6|A7.A6
Selección 7
O bien, si entendemos por Si una función que
selecciona los resultados del paso anterior:
A1
= "A"|"B"|"C"|"Ç"|"D"|"E"|...
Ai+1 = Si(Ai)|Ai+1.Si(Ai) (i=1,2,3,4,5,6)
Novela = S7(A7)
Esta última forma muestra que el proceso de
generación-selección es en sí un proceso reiterativo (la misma fórmula nos
sirve para seis pasos sucesivos) y dado que, como hemos visto, un proceso
reiterativo equivale a una definición recursiva, podríamos decir que un proceso
creativo puede representarse mediante una definición superrecursiva (definición
recursiva en la que los elementos con los que se trabaja son a su vez
definiciones recursivas).
Conclusión
Dejo al lector que haga por su cuenta
definiciones recursivas aplicables a la generación de una obra musical. Supongo
que la palabra objeto de este artículo ya no tiene secretos para él. No
obstante, y aunque su definición sea tan completa y correcta que incluya la
Novena Sinfonía de Beethoven, es conveniente que recuerde que lo importante no
es la definición recursiva, sino los criterios de selección.
Por otra parte, si no consigue hacerlo, ello
es debido tan solo a que los ejemplos dados (empezando por el que parece tan
simple, del cristal), por simplicidad, no son del todo correctos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)