Ver la entrada TETRAEDRÓN del 8 de Febrero de 2017.
miércoles, 30 de abril de 2014
viernes, 25 de abril de 2014
Budapest
Buda desde Pest
Pest desde Buda
Bastión de los pescadores (falso medieval: es de 1895)
El Parlamento desde el Bastión
Iglesia de Matías
Antiguo Ayuntamiento de Pest
Gran Sinagoga de Budapest
Asesinados por los nazis, enterrados en el jardín de la sinagoga
Mercado
Mercado
Una foto muy picante
El Parlamento
Bus turístico
Basílica de San Esteban
Huevos de ganso
Castillo de Vajdahunyad (gótico y barroco)
Iglesia del castillo (reproducción de una de 1214 situada en Ják, cerca de Austria)
domingo, 20 de abril de 2014
martes, 15 de abril de 2014
jueves, 10 de abril de 2014
Todo en la tierra es misterio
Duermen los rojos peces del sol.
El pájaro de la noche extiende sus negras alas.
Todo en la tierra es misterio.
Y tú, pobre luciérnaga,debes iluminarla.
Luchan en celo los grises ciervos del cielo.
Cabalgan desbocados los pálidos corceles del viento.
Todo en la tierra es violencia.
Y tú, frágil amapola, debes resistirla.
Muere la verde crin de los prados.
Caen las blancas flores del frío.
Todo en la tierra es invierno.
Y tú, breve semilla, debes reanimarla.
Todo es invierno en la tierra.
Todo es violencia en la tierra.
Todo es misterio en la tierra.
Y tú, sola palabra, debes explicarla.
Todo es misterio en la tierra.
sábado, 5 de abril de 2014
Mensaje en la bola de cristal
Fue el día en que cumplí trece
años cuando, al despertarme, vi la bola de cristal en la mesilla de noche. Era
una de esas bolas que tienen dentro la estatua de la libertad, la torre Eiffel
o un idílico pueblecito que, al mover la bola, se veían envueltos en una
tormenta de nieve que luego se iba posando lentamente. Solo que aquella bola no
tenía ni estatua, ni torre, ni pueblecito. Solo la superficie, negra y plana, de
la base de plástico en la que la nieve caída dejaba ver en negro sobre blanco
unas letras : "FELIZ CUMPLEAÑOS".
Cogí la bola y le di la vuelta.
La nieve se arremolinó en su interior y, cuando la dejé otra vez sobre la
mesilla, fue cayendo lentamente dibujando de nuevo "FELIZ CUMPLEAÑOS". A saber que
truco tendría para que la nieve no se posara en los trazos de las letras. Ya lo
averiguaría, destripando la base de la bola, cuando me cansara de ver el mensaje.
Supuse que sería un regalo de mis
padres, o de Carolina, pero, cuando a la hora de comer les di las gracias por
los regalos, resultó que no era de ninguno de ellos. ¿Sería de la asistenta rumana,
que venía tres días a la semana a
echarle una mano a mi madre por las mañanas? Pero el día de mi cumpleaños ella no
había venido. ¿Cómo no había visto la
bola en la mesilla al acostarme?
Al día siguiente, al levantarme,
le di varias veces la vuelta a la bola, pero, al posarse, la nieve cubría
siempre toda la superficie negra sin que apareciera ninguna letra. Vaya, pensé,
esta tarde la destripo.
Cuando salía de casa para ir al
instituto me crucé con la asistenta. Le dije "gracias por la bola" y
me fui corriendo.
Por la tarde, entre deberes y
otras distracciones, no toqué la bola y, unos días después, la coloqué en un
estante, olvidándome de ella hasta un año después.
El día en que cumplí catorce, al
levantarme, volví a acordarme de la bola. La busqué por todos lados hasta que
finalmente la encontré al fondo de un cajón, en el que, no recuerdo cuando,
debí guardarla. Sobre el fondo blanco de la nieve resaltaban de nuevo las
palabras "FELIZ CUMPLEAÑOS".
Pensé que quizás habían estado
siempre y mi recuerdo de que habían desaparecido estaba equivocado. Era más
lógico que pensar que el truco que fuera funcionaba solo y precisamente en mis
cumpleaños. Así que, después de agitarla y comprobar que volvían a salir las
mismas palabras, la dejé en la mesilla de noche para comprobar al día siguiente
si seguían estando o no.
Y no estaban. Al día siguiente
las palabras no estaban. Perplejo, agité la bola una y otra vez, pero la nieve
se distribuía siempre de forma uniforme, cubriendo por completo la superficie
negra de la base de la bola.
Bueno, pensé, tampoco es tan
raro. Seguramente lleva escondido un
microchip programado para que algún tipo de circuito se active los días de mis
cumpleaños e impida que la nieve se acumule en determinados lugares. Por lo
menos hasta que se agoten las pilas. Si es que tiene pilas: podría ser que el
mismo movimiento de agitar la bola produjera suficiente electricidad para
activar el microchip.
Tenía que haberle preguntado a
Maryska, la asistenta rumana, donde había comprado la bola, pero ya no
trabajaba en casa. Había vuelto a Rumanía y la nueva asistenta era colombiana. En
todo caso decidí no desguazar la bola y utilizarla como pisapapeles en mi mesa
de estudio.
Algunos años después, en la
Universidad, aproveché que en el laboratorio había una máquina de rayos X, para
hacer algunas radiografías a la bola. El resultado fue que la base de plástico era maciza y no tenía
dentro ningún microchip ni circuito de ninguna clase. Así que la bola volvió a
mi mesa de estudio y, cuando empecé a tener hijos, a una vitrina para evitar
que la rompieran jugando.
Hoy, cuando celebro mi ochenta y
tres aniversario con mi mujer, mis hijos, y mis nietos y biznietos, la bola,
por fin, ha mostrado un mensaje distinto: "FELIZ ÚLTIMO CUMPLEAÑOS".
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