El 5 de enero
de 2087 el Profesor Deveraux, de la prestigiosa Universidad Poliétnica de Nueva
Orleans, anunció en una expectante rueda de prensa que él y su equipo habían
conseguido construir una máquina capaz de enviar pequeños objetos y animales al
futuro. Se trataba de un poderoso conjunto de emisores de ondas ultracuánticas
que, mediante la distorsión del complejo entramado espaciotemporal de una
pequeña zona, conseguía trasladar lo que se encontrara en ella a un posterior
momento temporal.
El primer
experimento exitoso se realizó con un pequeño papel firmado por el propio
Profesor Deveraux y sus dos principales ayudantes, el Profesor
Maharamurtikalipandra y el Doctor Yi. Sometido a una relativamente suave emisión
de ondas ultracuánticas, el papel desapareció de la vista, volviendo a aparecer
intacto unos minutos más tarde.
Siguieron una
serie de experimentos, con distintas intensidades de ondas y con objetos de distinto
volumen y densidad, a fin de calibrar la máquina del tiempo, pasándose a
continuación a experimentar con seres vivos.
En un primer
experimento, un hamster fue sedado, de
acuerdo con la Convención de Tombuctú, a fin de que no sufriera si moría como consecuencia del experimento. El hamster desapareció durante los cinco
minutos previstos, volviendo a aparecer vivo y sedado, por lo que se decidió
repetir el experimento sin sedación. Para que el hamster no escapara, se le
introdujo en una pequeña caja de cartón. Caja y hamster desaparecieron durante
cinco minutos, tras los que reaparecieron tal como se les había dejado.
Nuevamente
sedado, en prevención de que muriera si el tiempo transcurrido era demasiado
largo, se repitió el experimento fijando el tiempo de regreso en un día. El
experimento tuvo éxito, por lo que se repitió con el hamster sin sedar y dentro
de la caja. Al aparecer la caja, se observó que tenía un agujero en un lateral
y que el hamster no estaba dentro, aunque, tras una búsqueda intensiva se le
encontró vivo debajo de uno de las estanterías del laboratorio.
Tras unos días
de sesudas reflexiones, el Profesor Maharamurtikalipandra llegó a la
conclusión de que el que el hamster
hubiera escapado de la caja tenía una explicación cuántica, completamente
compatible con el carácter ultracuántico
de las ondas utilizadas: Durante el tiempo en que caja y hamster desaparecen,
todas y cada una de sus partículas elementales no se encuentran en un estado
concreto, describiendo sus "funciones de onda" la probabilidad de que
se encuentren en un estado o en otro. En el momento en que caja y hamster reaparecen
y son observados, esas funciones de onda "colapsan" encontrándose
cada partícula, y por tanto el conjunto caja-hamster, en un estado concreto
entre los permitidos que, en este caso, era el
de que el hamster hubiera conseguido horadar la caja y escapar.
A fin de
comprobar la teoría se introdujeron en una caja dos gusanos de seda junto a
algunas hojas intactas de morera, trasladandolos un día hacia el futuro. Cuando
se abrió la caja se encontró que algunas hojas habían sido medio comidas por
los gusanos.
Visto el éxito
del experimento se decidió construir una máquina más potente, que permitiera el
traslado en el tiempo de seres humanos. La nueva máquina estuvo lista el 7 de
mayo de 2090 y tras unas pruebas iniciales con objetos y pequeños animales, el
Profesor Maharamurtikalipandra se autopropuso para ser el primer humano en
trasladarse en el tiempo. Se estableció primero un traslado de unos pocos
minutos, tras los que el profesor Maharamurtikalipandra reapareció sentado, más
o menos en la misma postura. Preguntado por qué sensaciones había
experimentado, aseguró que había permanecido allí sentado y que no creía que hubiese
sido trasladado en el tiempo.
En el
siguiente experimento fue el propio Profesor Deveraux el que se sentó en la
máquina para ser trasladado seis horas
en el tiempo. Seis horas después de haber desaparecido, volvió a aparecer el
asiento, pero no el profesor. Se le buscó por todo el edificio del laboratorio
universitario y, al no encontrarlo, se llamó a su casa, donde el Profesor
Deveraux se encontraba durmiendo en su cama.
Según la
versión del Profesor Deveraux, estuvo sentado ante la máquina durante un par de
horas, tras las que se había levantado para ir al excusado. Luego dió un paseo
andando y, cansado, al pasar ante su casa, había decidido acostarse un rato. La
explicación "cuántica" de lo sucedido era que el profesor había sido
trasladado efectivamente en el tiempo; durante seis horas el profesor no había
estado en ningún estado concreto, pero, al colapsarse las funciones de onda de
todas sus partículas elementales, el profesor se encontró en uno de los posibles estados permitidos, incluidos
los recuerdos correspondientes a dicho estado.
Como resultado
de todo lo experimentado, el Profesor Deveraux redactó un informe, publicado
por el New Scientist en su edición de diciembre de 2090, en el que constataba
el éxito del experimento junto con su
absoluta inutilidad, ya que, aunque el traslado en el tiempo había funcionado
correctamente, el resultado no podía diferenciarse de lo que hubiera podido
ocurrir de no haberse realizado. En particular, por ejemplo, si una persona
realizara un viaje de veinte años en el tiempo, cuando esa persona reapareciese
tendría veinte años más y una historia de veinte años perfectamente congruente.
Si el viaje fuese de doscientos años, la persona aparecería muerta y enterrada
o simplemente no aparecería, ya que uno de los posibles colapsos de las
funciones de onda incluiría su muerte, incineración y dispersión de sus cenizas
en el mar.
El Profesor
Deveraux, en su escrito, aseguraba además que, de poderse realizar un viaje al
pasado, el único posible "colapso" era volver a ser quien había sido,
sin ningún recuerdo del futuro, con el agravante de que, al haber desaparecido del
presente su viaje era equivalente a un asesinato o un suicidio.
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