Cuarto fragmento de los textos encontrados en Schimatari.
... el gran silencio que precede a la
tragedia. Un silencio hecho de alientos contenidos, de miradas inquietas que van
del esposo al pretendiente, y del pretendiente al punto del horizonte por donde ha de salir
el sol.
Los pájaros han callado y ni un breve
soplo de viento hace vibrar las desnudas ramas de los árboles.
Estoy seguro: Ni un leve parpadeo traiciona
la tensión de los cuerpos de los dos contendientes, que se observan mutuamente,
buscando el punto desguarnecido en que, al salir el sol, intentarán clavar sus
lanzas.
El esposo, montado en su carro tirado
por bueyes, en el camino que viene del templo. El pretendiente, a pie, en el camino
que va hacia el bosque sagrado. Las negras sacerdotisas de Hécate, en el camino
que va hacia la isla de los muertos. La roja sacerdotisa, en el agudo ángulo de
la bifurcación. Y todo el pueblo, apelotonado en los bordes del camino,
intentando no perderse un solo segundo del cruento espectáculo.
Dos años de malas cosechas. ¡Oh, Hécate, ayuda al aspirante!
Dos años de malas cosechas. ¡Oh, Hécate, ayuda al aspirante!
...
Soy ciego, pero veo más que el resto de
los mortales. O quizás no sea que veo más, sino que, en la oscuridad de mi
noche perpetua, oigo mejor. Y sé, porque me lo ha contado una vieja lechuza,
que este será el último ritual de año nuevo en que se enfrentarán pretendiente y esposo. Se acercan las bárbaras hordas...
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