- No. ¿Quién es?
- Es el jefe del Negociado de Adquisiciones Paralógicas del Ministerio de Paraciencia y Adoctrinamiento.
- Pues no. No le conozco. ¿Por qué?
- Bueno… Tengo un primo que trabaja en el ministerio y dice que últimamente no hace más que hablar mal de ti. Que eres un trepa… Que no tienes ni idea de exobiología… Cosas así.
Guardé silencio unos instantes.
- Pues ni lo conozco, ni sé que tiene contra mi.
Pero no tardé en averiguarlo: Dos semanas más tarde el Ministro de Paraciencia aprobó la creación de un Centro Nacional de Exobiología Paracientífica y, para orientar sus primeros pasos, creó un patronato en el que nos incluyó a Cerdá y a mí.
En la primera sesión, constitutiva del patronato, se decidió que Cerdá y yo nos reuniríamos para elaborar un primer borrador, a discutir posteriormente por el pleno, sobre el equipamiento con que debería dotarse al Centro.
- El nuevo centro va a suponer una revolución en el mundo paracientífico ¿no le parece? – me dijo Cerdá nada más reunirnos por primera vez. – Supongo que Usted se presentará como candidato para dirigirlo.
- No. – le contesté – El puesto, por supuesto, es muy interesante, pero yo prefiero la investigación libre en la Universidad a verme constreñido por intereses políticos que, sin duda, prevalecerán en un centro dependiente directamente del ministro… Además, no reúno los requisitos que figuran en la convocatoria para optar al puesto.
Cerdá me miró incrédulo.
- No soy funcionario – aclaré.
- Pero Usted es director del Laboratorio de Exobiología Esotérica en la Universidad Turolense y catedrático…
- Pero no soy funcionario. – le expliqué – Cuando se creó el laboratorio yo trabajaba en Mantua, en el laboratorio de exobiología de Paneuropa, y la Universidad decidió contratarme, dada mi experiencia, para encargarme del laboratorio y dictar la asignatura, pero lo que tengo es un contrato laboral. No he tenido que presentarme a una oposición a cátedra y, por tanto, no soy funcionario, que es uno de los requisitos que figuran en la convocatoria.
El rostro de Cerdá se iluminó mientras decía:
- Pues es una lástima, porque Usted es, en mi opinión, la persona más indicada para un puesto de tanta responsabilidad.
Según mi ayudante de laboratorio, a partir de aquel día, el señor Cerdá siempre me ponía por las nubes: yo era inteligentísimo, tenía mucho mérito, era una bellísima tersona,…
Yo si soy funcionario,, y no estamos tan bien vistos... jejeje..como cambian las tornas...
ResponderEliminarUn saludo.
elperroverde
Me ha chocado un poco el principio.¡ Pensé que hablaba de alguna situación real! Pero Francisco Cerdá murió en 1800, y no hay tal Ministerio de Paraciencia (todavía). ¿Hemos de deducir los lectores, querido FBM, que se trata de alguna metáfora sobre un hecho real acaecido a su persona?
ResponderEliminarBuen observador. ¿Te has dado cuenta de que en "etiquetas" no pone "relatos", sino "mis batallitas"? En cuanto al Cerdá del siglo XVII, es pura coincidencia, aunque la elección del apellido tiene un sentido (oculto).
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