Victor Lemaître había cursado sus
estudios de biología con brillantez. Por eso el afamado Profesor Melquisedec,
que además era amigo de su padre, había aceptado tutelar su carrera y, cuando
el Iván Alvarez (ruso de padre argentino), al que también conocía, creó en Stalingrado
la Academia de Ciencias Paranormales, consiguió que Lemaître se incorporara a
ella.
Aunque, dada su poca experiencia,
el puesto no era muy importante, Lemaître llegó a desempeñar, en los seis años
que estuvo en Rusia, un papel
relativamente relevante hasta que, dadas las frecuentes purgas ideológicas que
con regularidad tenían lugar en la U.R.S.S., Alvarez y todo su equipo fueron
separados de la Academia, y Lemaître tuvo que volver a España.
Fue entonces cuando le conocí,
presentado por un amigo común, que me dijo que había fundado la Academia de
Stalingrado y había sido el discípulo favorito del Profesor Melquisedec,
fallecido unos años antes (lo que había impedido que le dirigiera una tesis
doctoral).
Que el Profesor Melquisedec le
conocía y le apreciaba está fuera de toda duda. Que fuera su discípulo favorito
es posible. Lo que evidentemente era una exageración es decir que había fundado
la Academia de Stalingrado por el solo hecho de haber trabajado allí desde los
primeros días. En todo caso, yo no tenía por qué dudar de las palabras de mi
amigo y, además, la afirmación era difícilmente comprobable, dado que por
entonces las relaciones entre España y la U.R.S.S. eran nulas y no existía
Internet. Además, aunque sus palabras influyeron sin duda en que solicitara al
rectorado de la Universidad Turolense de Madrid que se contratara a Lemaître
como mi segundo en el Labotatorio de Exobiología Esotérica, no fueron
determinantes.
Lemaître tenía una personalidad
magnética y una facilidad de palabra extraordinaria; unos conocimientos sobre
exobiología paracientífica incuestionables, y una apariencia un tanto
desaliñada, pero atractiva (todas las empleadas del laboratorio terminaron
enamorándose de él). Naturalmente, no era perfecto, pero su principal defecto
tardé bastante en descubrirlo: estaba convencido de ser absolutamente superior
a los demás (cosa que, todo hay que decirlo, no era el único en creer,
empezando por las mencionadas empleadas del laboratorio).
Supongo que desde el primer
momento se consideró superior a mí (y no voy a discutir si lo era o no lo era),
pero yo no empecé a darme cuenta hasta cuando se me ocurrió pedir a nuestro
Rector que escribiera el prólogo de un libro que él había escrito con varios
colaboradores. El Rector, después de alabar el interés y la calidad del trabajo
realizado por los autores, al final del prólogo alabó también mi labor como
director del laboratorio. Victor estalló en cólera, poco menos que acusándome
de haberme confabulado con el Rector para adjudicarme un mérito que solo a él correspondía.
"Yo sé cómo se hace
eso", me dijo. Y esta frase, más que su enfado momentáneo, fue la que me
hizo empezar a dudar de él. ¿Era pura casualidad que algunas revistas, al
hablar de nuestro Laboratorio, solo citaran frases suyas?
Xabi Jarraitu, uno de nuestros
colaboradores externos, me pidió en cierta ocasión que avalara con mi firma su
petición a la Fundación Carmen Collares de una ayuda a la investigación (de
mayor entidad que las que concedía el propio Laboratorio). Previamente se lo
había pedido a Lemaître, y este le había dicho que sí, pero a condición de
figurar él como director del proyecto. Jarraitu estaba harto de que sus ideas
terminaran apareciendo en artículos de Victor, en los que no siempre mencionaba
a sus colaboradores, dando la impresión
de que eran suyas. Según él, el noventa por ciento del prestigio de que gozaba
Lemaître se debía a esta táctica, que empleaba sistemáticamente.
Mi secretaria me trajo un día una
carta dirigida al Mr Victor Lemaître, Direttore del Laboratorio di Esobiologia
Esoterica. Le dije que se la pasara a Victor. Unos días después me trajo otra
análoga, pero en francés. Victor me explicó entonces que él siempre firmaba
como Director del Área de Exobiología Paracientífica del Laboratorio de
Exobiología Esotérica de la Universidad Turolense de Madrid, pero que, al ser
un título tan largo, los remitentes lo acortaban. Le dije que el cargo que
debía poner en sus cartas era el de Subdirector del Laboratorio, ya que, aunque
era verdad que él se encargaba de ese área, no existía ese puesto de director.
Nuevo enfado de Lemaître: si no
podía usar el título de director, no volvería a ocuparse del área de
exobiología paracientífica. Pensé que pronto se le pasaría el enfado, y volvería
a ocuparse del área, pero no lo hizo ni siquiera después de marcharme yo del
Laboratorio, dejándole a él como director.
Y cuando digo
"dejándole" quiero decir que le dieron a él el puesto porque yo apoyé
sin reservas su candidatura. A pesar de los roces que habíamos tenido, yo
seguía creyendo que él sería un buen director. Además, si no le apoyaba, me
quedaría la mala conciencia de haberlo hecho por venganza (o peor, por envidia).
Como, al dejar él de dirigirla,
me había encargado yo directamente del área de Exobiología Paracientífica,
continué yendo algunas tardes al Laboratorio como colaborador externo, y
propuse a un joven biólogo para que el Laboratorio le diese una beca que le
permitiera trabajar en su tesis doctoral bajo mi dirección. No se la dieron.
Lemaître argumentó que yo no tenía preparación suficiente para dirigirle la
tesis.
Por un momento, y siendo como fueron los Soviéticos, pensé que la información era correcta. Me encanta ese tipo de escritura, en la que no sabes si narra un hecho ficticio o real.
ResponderEliminarConcuerdo con Carlos, al principio no se sabe si se está narrando un "hecho ficticio" o un hecho real, hasta que uno se topa con nombres como "Academia de Ciencias Paranormales", jaja. En parte, antes de leerlo, pensé que era una anécdota, puesto que la etiquetaste con la etiqueta de "mis batallitas", en la que me ha parecido haber leído antes cosas que sí parecían hechos reales. En fin. Es divertido leerte. ¡Saludos!
ResponderEliminarA veces pienso que hay mas realidad que ficcion,me divierte un monton los nombres que utilizas cómo el laboratorio de esobiologia,jeje
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