Siempre me han gustado las historietas
gráficas. Desde que aprendí a leer. Primero con las revistas Pulgarcito y TBO
(el que dio origen a la palabra castellana tebeo que ahora está perdiéndose por
culpa del anglicismo comic), con personajes tan divertidos como Carpanta, Doña Urraca, Zipi y Zape, las
hermanas Gilda, la familia Ulises y el Profesor Franz de Copenhague, autor de
los Grandes Inventos del TBO. Luego con Jorge y Fernando, Roberto Alcázar y
Pedrín, y la revista Chicos, con Cuto, Ben Bolt y el Coyote dibujado (del que llegué a leer las cincuenta primeras novelas).
Estaba tan obsesionado con los
tebeos, que fueron los inductores del que fue posiblemente mi primer pecado. Es decir, de la primera
vez que obré mal perfectamente consciente de que obraba mal. Fue en una de las
veces en que no conseguí que mi madre me diera dinero para comprar cierto tebeo
(no recuerdo cual). Me acerqué al kiosco, que desplegaba ampliamente su
mercancía en la esquina de la calle Alhóndiga con la plaza de Santa Catalina, y, en un descuido del kiosquero, arramplé con
el deseado tebeo y me fui a casa.
Durante mi juventud, mi héroe favorito de dibujos fue Flash Gordon.
Lo descubrí durante una estancia en Andújar en casa de mi tío Román y mi tía
Amparo. Mi tío tenía una estupenda colección de El Aventurero, un tebeo que
dejó de publicarse con motivo de la guerra civil. En él aparecían los magníficos dibujos de Alex
Raymond con las aventuras de Flash, Dale Arden y el Doctor Zarkov en el planeta
Mongo. También de Alex Raymond, con guión de Dashiell Hammett (escritor de
novela negra, a quien debemos películas como El Halcón Maltés) venían las
investigaciones del agente secreto X-9.
En El Aventurero también conocí
el Tarzán de Harold Foster (me gustaron más las novelas originales de Burroughs),
Popeye, y Merlín, el mago moderno. El Príncipe Valiente y el Hombre
Enmascarado, no estoy seguro, pero creo que también los conocí allí.
Fue durante esa estancia en
Andújar cuando mi primo Chete intentó matarme. Era más pequeño que yo, pero
cuando se enfadaba era una auténtica fiera. Y conseguí enfadarle. Me persiguió
con una maja de bronce, dispuesto a
machacarme los sesos. Me encerré en el cuarto de baño y, durante un rato,
golpeó la puerta con furia. Luego se marchó, pero, conociéndolo, no me cabía
duda de que estaba preparando algo. Oí unos pasos que se acercaban y, luego,
unos golpecitos suaves en la puerta. "¿Quién es?" pregunté. Y una
dulce voz aflautada me contestó "Abre, que soy mi madre".
A finales de los años 50 mis tebeos favoritos
pasaron a ser los de Tintín y las tiras cómicas de Charlie Brown, a quién volví
a encontrar, durante mi estancia en Italia en una revista, que se llamaba Linus (precisamente por el
amigo de Carlitos, que aparecía con su imprescindible frazada en la portada del
primer número), y que publicaba, además de las tiras de los Peanuts, artículos sobre temas
culturales e historietas clásicas (el pequeño Nemo, Popeye, Krazy Kat, Li´l
Abner, Pogo, B.C., Dick Tracy,...) y de autores modernos (Hugo Pratt, Moebius, Guido
Crepax,...).
A mi vuelta a España conocí las
historietas de Goscinni: Asterix el Galo (dibujado por Uderzo) e Iznogud, el visir
que quería ser califa en lugar del califa (dibujado por Tabary). Me sentía identificado con el
bonachón califa, no porque yo tuviera su carácter, sino porque tenía mi propio Iznogud.
Compré algunas revistas, como El Globo (donde descubrí a
Mafalda), con un formato similar al Linus italiano, y Zeppelin, de tamaño
mayor, pero ambas tuvieron una vida efímera. Luego, cuando compraba tebeos, era
ya para mis hijas que son ahora las que los compran para mí: reediciones de
Flash Gordon, En el camino de Swan (Proust dibujado), El Incal de Moebius, Maus
de Spiegelman, Persépolis de Marjane Satrapi,...
Yo fantaseaba de pequeño leyendo al Capitán América y los Cuatro Fantásticos, no te digo de Zipi y Zape, pero del que aun tengo un gran recuero y sigo leyendo a veces es a Quino y su inmortal Mafalda.
ResponderEliminarUn saludo.
elperroverde
Aunque soprendente (y algo terrorífico), cuando he leído "Me encerré en el cuarto de baño y, durante un rato, golpeó la puerta con furia." no he podido evitar pensar: "... ¡¡Aquí está Johnny!!"
ResponderEliminarEspero que no lo pasaras tan mal como la pobre mujer: http://www.youtube.com/watch?v=Ko9C-_ija8Q