Publio Ovidio Nasón nació en el año 43 a.C. y murió en el 16 d.C. Uno de sus poemas más conocido es “Las metamórfosis” , sucesión de fábulas en las que, como el dice en su introducción, “He tomado la resolución de escribir en versos las transformaciones que ha habido de los cuerpos en nuevas formas… desde el principio del mundo hasta estos últimos tiempos”.
Extraigo parte de las dos primeras “fábulas”, que tratan sobre la creación del mundo, tomándolas de la traducción de Francisco Crivell, del tomo “Poetas latinos” de la colección “Los clásicos” editada por E.D.A.F. en 1962.
El mar, la tierra y el cielo, que por todas partes le sirve de bóveda, no eran antes otra cosa que un aspecto uniforme de la Naturaleza en todo el universo, al que los antiguos llamaron Caos, porque era una masa tosca e informe y un peso inerte, en que los principios de todos los seres estaban encerrados y confundidos… ni la tierra era sólida ni el agua fluida; al aire faltaba la luz, y en suma, ningún elemento tenía aún su propia figura… Hasta que últimamente Dios, o la Naturaleza más próbida, puso fin a todas estas desavenencias separando el cielo de la tierra; esta de las aguas, y el aire más raro del más denso.
…
Luego que aquel Dios, quienquiera que sea, dividió aquella masa, y así dividida la distribuyó en sus partes, hizo redonda primeramente la superficie de la tierra a modo de un grande globo, para que su superficie quedase por todas partes a igual distancia del centro. Extendió los mares y ordenó se embraveciesen con la rapidez de los vientos y que circundasen las riberas de la tierra, ceñida por todas partes de las aguas. Las distribuyó también en fuentes, estanques y lagunas; enfrenó en sus tortuosas márgenes… También mandó a los campos extenderse, a las selvas cubrirse de hojas, a los escarpados montes elevarse y a los valles abatirse… La providencia de aquel Dios dividió la tierra… La zona del medio es inhabitable a causa de su excesivo calor; la de los extremos están siempre endurecidas con el rigor de la nieve y el hielo; pero las otras dos son templadas, con la agradable alternativa de calor y frío. Sobre ellas está el aire… en él determinó que habitasen las nieblas, las nubes, los truenos, que atemorizan al hombre, y los vientos, que forman el rayo y el granizo… Colocó sobre estos el éter, más puro y ligero, que nada tiene del aire denso que nos rodea, y apenas había prescrito a todos estos seres límites fijos, cuando los astros, que habían estado ocultos en la masa común del caos, empezaron a brillar por todo el cielo… los plateados peces habitaron las aguas, las fieras poblaron la tierra, y las aves el aire. Faltaba aún en el mundo un animal más perfecto que todo esto, el cual, dotado de un espíritu más sublime, fuese capaz de mandar a los otros. Fue hecho el hombre, sea que le formase de su divina semilla el autor de la Naturaleza, origen del mundo más excelente, o que la nueva tierra, separada poco antes del sublime éter, encerrase dentro de su seno algunas partículas del cielo, nacido al mismo tiempo que ella, y Prometéo, amasándola con las aguas de los ríos, le dio una forma semejante a los dioses que todo lo gobiernan.
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Luego que aquel Dios, quienquiera que sea, dividió aquella masa, y así dividida la distribuyó en sus partes, hizo redonda primeramente la superficie de la tierra a modo de un grande globo, para que su superficie quedase por todas partes a igual distancia del centro. Extendió los mares y ordenó se embraveciesen con la rapidez de los vientos y que circundasen las riberas de la tierra, ceñida por todas partes de las aguas. Las distribuyó también en fuentes, estanques y lagunas; enfrenó en sus tortuosas márgenes… También mandó a los campos extenderse, a las selvas cubrirse de hojas, a los escarpados montes elevarse y a los valles abatirse… La providencia de aquel Dios dividió la tierra… La zona del medio es inhabitable a causa de su excesivo calor; la de los extremos están siempre endurecidas con el rigor de la nieve y el hielo; pero las otras dos son templadas, con la agradable alternativa de calor y frío. Sobre ellas está el aire… en él determinó que habitasen las nieblas, las nubes, los truenos, que atemorizan al hombre, y los vientos, que forman el rayo y el granizo… Colocó sobre estos el éter, más puro y ligero, que nada tiene del aire denso que nos rodea, y apenas había prescrito a todos estos seres límites fijos, cuando los astros, que habían estado ocultos en la masa común del caos, empezaron a brillar por todo el cielo… los plateados peces habitaron las aguas, las fieras poblaron la tierra, y las aves el aire. Faltaba aún en el mundo un animal más perfecto que todo esto, el cual, dotado de un espíritu más sublime, fuese capaz de mandar a los otros. Fue hecho el hombre, sea que le formase de su divina semilla el autor de la Naturaleza, origen del mundo más excelente, o que la nueva tierra, separada poco antes del sublime éter, encerrase dentro de su seno algunas partículas del cielo, nacido al mismo tiempo que ella, y Prometéo, amasándola con las aguas de los ríos, le dio una forma semejante a los dioses que todo lo gobiernan.
Y dice la Biblia: “Díjose entonces Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todas las bestias de la Tierra y sobre cuantos animales se mueven sobre ella”.
Evidentemente Ovidio, aunque habla de Prometeo como creador del hombre, es más “científico” en su descripción de lo que se supone en un mito de origen remoto. Me parece destacable su descripción de la tierra, esférica y con una región ecuatorial, dos regiones templadas y dos polares. Y su suposición de que sobre el aire que nos rodea está el "eter", más puro y ligero.
También resulta curiosa su indeterminación sobre si la creación fue obra de un “Dios” o de la “Naturaleza”.
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