sábado, 20 de julio de 2013

Un susurro

- … prrr…

Elsa levantó la vista del libro que estaba leyendo.  La televisión estaba apagada, el Bigotes leía el Marca, Gigi l’amoroso  jugaba una partida de ajedrez contra sí mismo, y Doña Urraca tejía una bufanda para uno de sus nietos. Permaneció atenta unos segundos. Luego siguió leyendo.

- … porrr favorrr…

 Volvió a levantar la vista.

- ¿Decía Usted algo, Pedro?

- El Betis ya no es lo que era. – contestó el Bigotes.

Gigi y Doña Urraca la miraron sin decir palabra. Luego siguieron con sus tareas.

-  Suba… porrr favorrr…

Los demás residentes debían estar en sus cuartos o en el jardín, pero Elsa estaba segura de que sus compañeros del salón no habían movido los labios. Miró hacia la puerta, pero estaba cerrada y no había nadie tras el cristal.

- … volummmm…

- ¿Que suba el volumen?

Gigi y Doña Urraca volvieron a mirarla, pero esta vez con reprobación.

- ¿Decías algo? - preguntó Doña Urraca.

- No, Luisa, es que me pareció que alguien quería que subiera el volumen. - Contestó Elsa.

- La tele está apagada. - Dijo Gigi enarcando una ceja y volviendo a su partida.

Elsa notó un pequeño cosquilleo en el oído, junto al audífono, y con un movimiento automático de la mano aplastó a la pequeña hormiga que la estaba molestando. Luego volvió a posar la mirada en su libro, aunque en realidad a lo que estaba atenta era a averiguar quién de los otros ancianos quería tomarle el pelo. Pero el susurro no volvió a producirse y pronto lo olvidó para concentrarse de nuevo en la lectura.   

2 comentarios:

  1. Siento pena por la pequeña hormiga... Si se tratase de una raza inteligente(mente armada), nos habría declarado la guerra por tal afrenta. La de veces que se matan hormigas...

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  2. Tiempos de calores que hasta las hormigas alborotan.

    Un saludo desde Caracas

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