- ¿Y que es lo que quieres que haga, padre Zeus, que no puedas hacer tú?
- Necesito que te sumerjas en el reino de Poseidón y robes
sus lágrimas.
- ¿Sus lágrimas? ¿Pero no es acaso ridículo pensar que un
dios de escama en pecho como Poseidón sea un llorica?
- Precisamente para poder dejarle en ridículo necesito sus
lágrimas, y te aseguro que llora. No es fácil, pero es posible hacerle llorar.
- ¿Y quieres que yo me sumerja en su océano para retorcerle
un brazo, a ver si llora?
- No. Hacerle llorar es bastante más fácil. Basta con recordarle
la muerte de su mascota favorita.
- ¿Un perro? ¿Un gato?...
- Una merluza.
- ¿Y cómo pretendes que recoja unas lágrimas derramadas en
el fondo del mar?
- No lo sé, pero para Euristeo hiciste doce trabajos que no
creo que fueran más fáciles.
- ¿Y por qué quieres poner en ridículo a Poseidón? ¿No
podría eso desatar una guerra entre los dioses?
- No quiero poner en ridículo a Poseidón. Solo quiero que
sepa que puedo hacerlo, y evitar así que él me ponga en ridículo a mí en la
asamblea de los dioses.
- ¿Y cómo podría él ponerte en ridículo a ti?
- No preguntes.
- No confías en mí, pero pretendes que arriesgue mi vida
ahogándome en el mar.
- No me gustaría que te rieras de mí.
- Mejor que me ría yo a que se rían todos los dioses.
- Está bien, pero promete que no lo contarás jamás.
- Prometido.
- Bien... Sabes perfectamente que cuando me encapricho de alguien soy capaz de transformarme en cualquier cosa.
- Y te lo agradezco. Si no te hubieras metamorfoseado en su
esposo Anfitrión, no habrías seducido a mi virtuosa madre Alcmena, y yo habría
sido hijo de un simple mortal.
- Me convertí en cisne para seducir a Leda, en toro para
seducir a Europa, en águila...
- ¿Y a quién pretendes seducir ahora?
- A Pentesiléa.
- ¿La reina de las amazonas?
- La reina de las amazonas. Pensé seducirla convirtiéndome
en caballo...
- Muy apropiado.
- Pero... cometí un pequeño error: Me metamorfoseé en yegua.
-¿Y que dijo Pentesiléa?
- Pentesiléa no llegó a verme.
- ¿Entonces...?
- El que me vio fue Pegaso... Y por más que corrí, pronto me alcanzó el alado corcel.
- ¿Por qué no te deshiciste de la apariencia de yegua y recuperaste tu forma normal?
- ¡Fue todo tan rápido...!
- Comprendo. ¿Y donde interviene Poseidón?
- ¡Fue todo tan rápido...!
- Comprendo. ¿Y donde interviene Poseidón?
- Pegaso me alcanzó a la orilla del mar.
* - * - *
Nota del Transcriptor: Parece ser
que conseguir las lágrimas de Poseidón le fue a Heracles mucho más sencillo de
lo previsto: Las cálidas lágrimas de Poseidón se solidificaban en contacto con
las frías aguas del océano, y él, avergonzado, las escondía dentro de
herméticas ostras, que no opusieron suficiente resistencia a la fuerza y al
paladar de Heracles. Zeus se presentó en la asamblea engalanado con un collar de tres vueltas hecho con lágrimas de Poseidón. El dios marino no mencionó el incidente de
Pegaso, y Zeus se permitió, a iniciativa de su copero Ganímedes, inaugurar la costosa costumbre de disolver y
beber en su vino una de las lágrimas.
Lo de la mascota preferida una merluza es original, jajaja, siento ser un copion, yo tambien tengo una, pero de presidente....
ResponderEliminarUn saludo.
´elperroverde´´
Me encantó esta historia, ni los dioses están exentos de enredos,de ambiciones, de utilizar las mil y una triquiñuelas para salirse con las suya y obtener beneficios, ¡¡imagínate que queda para los políticos...
ResponderEliminarUn abrazo desde Caracas