martes, 25 de diciembre de 2012

El pentóculo de Maarsi

El pentóculo es un biota parasitario procedente de uno de los planetas con atmósfera respirable de Lejana Maarsi. La única expedición que llegó hasta tan extremo límite de la galaxia, la Soyuz 92, trajo a su vuelta dos docenas de ejemplares. Trece se marchitaron durante el viaje al morir sus huéspedes, unos animales a los que llamaron piggilartos por su parecido con los gorrinos terrestres, aunque con piel similar a la de los lagartos. 

No se consiguió reproducir a los pentóculos, a pesar de que florecían con regularidad, conservándose en la actualidad tan solo cuatro ejemplares disecados. Tres están en el Museo de Exobiología de la Universidad Pontificia de Bahrein (Israel) y uno en el Instituto Islámico de Astrofísica de Calatayud (Marruecos).

De un tamaño entre quince y veinte centímetros y forma aovada, los pentóculos deben su nombre a que tienen cinco ocelos.  Cuatro de ellos, situados en su perímetro máximo, están siempre activos y ven todo lo que ocurre a su alrededor. El quinto, situado horizontalmente en la parte superior, está normalmente inactivo y, cuando no lo está, ve el futuro.  Tienen cuatro pares de finas patas-aguijones, un par bajo cada ocelo, con los que se fijan sobre su huésped y, en la parte inferior, una elástica trompa succionadora-excretora a través de la que se alimenta y expulsa sus residuos.

Los rojos pétalos de las flores de los pentóculos de Maarsi resultaron ser una excelente especia de delicado sabor, y las patas, que se desprenden y reproducen con facilidad, llegaron a ser muy apreciados por el humo de efectos afrodisíacos que producían al consumirse lentamente cuando se les prendía fuego por un extremo.     
       
Los dos científicos más relevantes que estudiaron a los pentóculos fueron el Doctor Nikos Papadópoulos de la Universidad de Johannesburgo (Guinea) y el Doctor Yamamoto Nishina de los Bell Laboratories en San Francisco (Federación Rusa).

De los once piggilartos que llegaron a la Tierra como huéspedes de los pentóculos, cuatro murieron a las pocas semanas, por lo que estos no tardaron también en marchitarse. Dado el peligro de que los siete piggilartos restantes tampoco pudieran resistir mucho tiempo, el interés de la comunidad científica se centró en encontrarles un sustituto terráqueo. Y fue el Doctor Papadópoulos quién sugirió que el huesped más adecuado podía ser el cerdo ibérico que, aunque ya no se producía por motivos religiosos en la península original, seguía produciéndose en abundancia en la de Corea por ser su jamón el laxante favorito del Lider del Pueblo Kim Il Yong XXXI.    

Fue también el Doctor Papadópoulos el que decubrió la forma de traspasar los pentóculos de las piggilartos a los cerdos. Los primeros intentos de arrancarlos de unos para insertarlos en los otros se saldaron con la pérdida de tres pentóculos más. El sistema ideado por el Doctor Papadópoulos consistía en atar estrechamente un cerdo al piggilarto, de forma que tuvieran muy próximas las cabezas para así poder ir orientando las nuevas patas, a medida que se reproducían, hacia la cabeza del cerdo. Cuando el número de patas en la cabeza del cerdo superaba a las que seguían en el piggilarto, los pentóculos retiraban por sí mismos la trompa succionadora-excretora de una de las arterias carótidas que regaban el cerebro del primer huésped para insertarla en la del segundo. El traspaso de huésped fue un éxito en las cuatro ocasiones.

Fue sin embargo el Doctor Yamamoto el que más a fondo estudió a los pentóculos, ya que se arriesgó a convertirse él mismo en huésped de uno de ellos. Para esto necesitó tener durante más de un año a un cerdo sujeto a su espalda y con la cabeza atada a la suya mientras sus ayudantes iban dirigiendo las nuevas patas del biota hacia su rapada cabeza. Pronto descubrió que este le comunicaba sus impresiones a través de ellas. En concreto fue gracias a esto que descubrió que el ocelo superior, cuando estaba activo, veía el futuro. Pero no un futuro cualquiera, sino concretamente el que verían los otros cuatro ocelos cuando volviera a activar el ocelo superior. El Doctor Yamamoto empezó a sospecharlo cuando el pentóculo le comunicó la fecha exacta en que se libraría de tener la cabeza del cerdo junto a la suya y comprobó que en esa fecha lo volvió a activar.

Cuando el pentóculo insertó la trompa en su carótida, en la yugular, el Doctor Yamamoto se dio cuenta de que los residuos, que este excretaba en su arteria, producían en su cerebro un efecto depresivo temporal, pero decidió soportarlo por el bien de la ciencia.   

Al activar el ocelo superior de tarde en tarde y con periodicidad irregular, la información proporcionada por el pentóculo no solía ser muy interesante, aunque se pudo comprobar que era precisa. Por eso, cuando comunicó al Doctor Yamamoto que moriría un par de meses más tarde, el 13 de agosto de ese mismo año, decidió volver a Tokio, su ciudad natal, para despedirse de sus familiares y amigos y, al atardecer del día 12, acompañado por varios de ellos, subió a lo alto del Fujiyama para morir en la montaña sagrada más cerca de sus ancestros.  

Pasó el día 13 sumido en una profunda meditación, pero, no habiendo abierto el pentóculo su ocelo superior, y no habiendo muerto llegadas las doce de la noche, creyó que el pentóculo se había equivocado y que, por tanto, era falsa la teoría de que veía el futuro, que tanta fama le había dado. Entró en una fuerte depresión (seguramente incrementada por los residuos del pentóculo), y a la una y diecisiete minutos salió corriendo y se precipitó por uno de los cráteres del volcán, muriendo instantáneamente.

Sin embargo, precisamente debido a su muerte, su teoría quedó plenamente confirmada, ya que, cuando en Japón era la una y diecisiete minutos de la madrugada del día 14, en San Francisco, donde el pentóculo había hecho su predicción, eran las ocho y diecisiete minutos de la mañana del 13. 

     

2 comentarios:

  1. Eres increible!!! qué imaginación y qué bien escribes!

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  2. Hay dos cosas que me gustan principalmente de este cuento: una es la descripción de los pentóculos, que me parece bien detallada y hasta podría pensar que se hizo partiendo de algo existente (últimamente me he estado interesando más por las descripciones de vida alienígena; el autor Stanley G. Weinbaum, que si no lo has leído te lo recomendaría mucho, es un buen ejemplo de la creatividad en esas descripciones); la otra es, por ejemplo, cuando escribes: "...de la Universidad de Johannesburgo (Guinea) y el Doctor Yamamoto Nishina de los Bell Laboratories en San Francisco (Federación Rusa)", eso me hizo reír, jajaja.

    Saludos, Florentino!

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