viernes, 20 de noviembre de 2015

Mimetización

El proceso de mimetización había sido un éxito, pensó Axhmugg. A pesar de la enorme diferencia fisiológica que había entre los habitantes del sistema GLK77483 y los orionitas, la cirugía estética y algunos implantes de otras especies habían conseguido que Axhmugg fuera prácticamente idéntico a uno de los que aparecían en las imágenes que una nave espía no tripulada había conseguido captar por azar en el espacio exterior.

Un análisis psiónico de la zona en la que se encontraba la nave había conseguido determinar que existía vida inteligente en alguno de los planetas que giraban en torno a una minúscula estrella situada a unos 7.000 kulefs/luz.

Aunque por las imágenes captadas no parecía que los habitantes de GLK77483 tuvieran una tecnología muy avanzada, se apreciaba que eran muy irritables y belicosos. Por ello, y antes de intentar establecer unas posibles relaciones diplomáticas y comerciales, se había decidido enviar a un experto en relaciones interestelares, convenientemente mimetizado para no despertar antipatías ni sospechas, para estudiar las posibilidades que ofrecía el mundo recién descubierto.

Cuando Axhmugg estuvo lo suficientemente cerca del sistema GLK77483 determinó que el planeta con vida inteligente era el tercero de los que giraban en torno a su estrella. Examinó la enorme cantidad de ondas radiofónicas que invadían el espacio, seleccionó una de las más potentes, y utilizó el microchip incorporado a su cerebro para analizar y aprender el primitivo lenguaje en que se expresaba.

Una vez cerca del planeta, giró a su alrededor y decidió posar su nave en una zona escasamente habitada para minimizar los posibles riesgos. Analizó el aire del planeta descubriendo que, aunque con un exceso de dióxido de carbono, era perfectamente respirable.

Salió de la nave y contempló admirado el paisaje, distinto pero al mismo tiempo parecido al de su planeta de origen. Había tomado tierra en la falda de una montaña, y ante él se desplegaba un bucólico valle, pletórico de verde vegetación y surcado por un rio de limpias aguas azules.

En un punto no muy alejado, a la orilla del río, había una rústica choza de tres pisos de altura y amplias ventanas acristaladas. Allí, decidió, tendría su primer contacto con los habitantes del planeta.

Se acercó a la choza, subió los amplios escalones de piedra blanca que llevaban al porche de entrada, y dio unos cuantos golpes con los nudillos en la puerta.

En cuanto la puerta comenzó a abrirse dijo "Grüss Gott!" con la tonalidad justa que había aprendido, pero no pudo decir nada más, sorprendido por la apariencia del personaje que le había abierto la puerta: Era idéntico a un niño orionita.

El niño también lo miró sorprendido, pero tras unos momentos de  indecisión corrió hacia el interior de la choza gritando alborozado "Mamá, mamá,... ¡Ha venido el pato Donald!"           

1 comentario:

  1. Jaja final con chispa. Te iba a comentar que sabes crear inicios con los que quedarse prendado, leyendo cada palabra para no quedarse perdido entre tanto "in media res"

    "A pesar de la enorme diferencia fisiológica que había entre los habitantes del sistema GLK77483 y los orionitas, la cirugía estética y algunos implantes de otras especies habían conseguido que Axhmugg"

    Pero, además, tienes buen don para hacer un giro al final. Interesnte.

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