martes, 24 de febrero de 2015

4º de Matemáticas

En 4º de Matemáticas me dio clase de Geometría Descriptiva el Profesor Antonio Torroja Miret. No se trataba de lo que normalmente se conoce como geometría descriptiva (planta y alzado, perspectiva caballera, perspectiva cónica, etc) que estudiábamos en primero, aunque sí de representaciones más complejas. El Profesor Torroja llegaba a clase, se sentaba y comenzaba a explicar pausadamente como representar, por ejemplo, una superficie de grado doce en un plano de forma que a cada punto de la superficie correspondiera un punto del plano y a cada punto del plano, uno de la superficie, salvo quizás un punto singular que representaba a toda una línea en la superficie. Y esto con una claridad meridiana y sin dibujar un solo punto en la pizarra. Ocasionalmente nos regañaba además por ir por la calle pensando en las musarañas en lugar de ejercitar nuestra mente analizando si los números de las matrículas de los coches eran primos o deleitándonos con el maravilloso contenido matemático del dodecaedro.

El Profesor D'Ors, que nos daba Análisis 4º, tampoco escribía nada en la pizarra. Era yo el que escribía. Siempre me sacaba a mí porque de los otros tres alumnos que cursábamos cuarto, dos eran curas (un jesuíta y un carmelita) y el tercero un viudo que siempre iba de negro, con lo que al que menos se le notaba en el traje el polvo de tiza era a mí.

Otra de las asignaturas de cuarto era "Mecánica racional". El profesor, cuyo nombre no recuerdo, nos recomendó un libro en italiano: "el Finzi", como lo conocíamos por estar escrito por el catedrático Bruno Finzi de la Universidad de Milán.

El libro, como corresponde a un libro sobre esa materia, estaba lleno de ecuaciones y fórmulas matemáticas en las que abundaban los diferenciales. Lo curioso es que al profesor Finzi no parecía gustarle la palabra "diferencial" y prefería decir en su lugar cosas como "Abbiamo un intervallo di tempo che si fa piccolo, più piccolo, più piccolo... evanescente", que es una correcta definición para un diferencial de tiempo con un ligero tinte poético.

Con una también correcta utilización de las matemáticas, cada vez que en una expresión aparecían sumandos con diferenciales elevados a potencias de distinto grado, el Profesor Finzi prescindía de los sumandos con diferenciales de grado superior. El problema, para nuestro profesor de Mecánica Racional, era que prescindía (despreciaba) tantos y en tantas ocasiones que a lo mejor, sumando todos, resultaban no ser tan despreciables.

A los cuatro alumnos nos propuso un trabajo para aprobar la asignatura. A mí me propuso que comprobara que efectivamente se podían despreciar todos aquellos diferenciales, cosa que hice conservando hasta el final los diferenciales de segundo grado y despreciándolos todos juntos tan solo al final.
   
Que no recuerde el nombre  del profesor de Mecánica Racional no me parece grave, pero que no recuerde el del que nos daba Topología, sí. Porque la Topología fue la asignatura que más me gustó de la carrera, y esto se debe en buena parte, sin lugar a dudas, a su forma de enseñarla. La única pega que tengo contra él es que le hice una demostración original del teorema de la buena ordenación de Zermelo (supongo que sin utilizar el imprescindible axioma de elección, aunque no lo recuerdo), que se quedó para estudiarla y ver donde estaba el fallo, pero nunca volví a saber de ella.   

2 comentarios:

  1. Buenos recuerdos sin duda de tu época de estudiante...

    Saludos desde Caracas, amigo Floren

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  2. Un profesor de matemáticas diferenciales que no le gusta llamarlas diferenciales...

    Todo muy coherente, sin duda. Me recuerda a los precursores de la Física Cuántica, que no creían en que sus implicaciones fuesen ciertas.

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