En 4º de Matemáticas me dio clase
de Geometría Descriptiva el Profesor Antonio Torroja Miret. No se trataba de lo
que normalmente se conoce como geometría descriptiva (planta y alzado,
perspectiva caballera, perspectiva cónica, etc) que estudiábamos en primero, aunque
sí de representaciones más complejas. El Profesor Torroja llegaba a clase, se
sentaba y comenzaba a explicar pausadamente como representar, por ejemplo, una
superficie de grado doce en un plano de forma que a cada punto de la superficie
correspondiera un punto del plano y a cada punto del plano, uno de la
superficie, salvo quizás un punto singular que representaba a toda una línea en
la superficie. Y esto con una claridad meridiana y sin dibujar un solo punto en
la pizarra. Ocasionalmente nos regañaba además por ir por la calle pensando en
las musarañas en lugar de ejercitar nuestra mente analizando si los números de
las matrículas de los coches eran primos o deleitándonos con el maravilloso
contenido matemático del dodecaedro.
El Profesor D'Ors, que nos daba
Análisis 4º, tampoco escribía nada en la pizarra. Era yo el que escribía.
Siempre me sacaba a mí porque de los otros tres alumnos que cursábamos cuarto,
dos eran curas (un jesuíta y un carmelita) y el tercero un viudo que siempre
iba de negro, con lo que al que menos se le notaba en el traje el polvo de tiza
era a mí.
Otra de las asignaturas de cuarto
era "Mecánica racional". El profesor, cuyo nombre no recuerdo, nos
recomendó un libro en italiano: "el Finzi", como lo conocíamos por
estar escrito por el catedrático Bruno Finzi de la Universidad de Milán.
El libro, como corresponde a un
libro sobre esa materia, estaba lleno de ecuaciones y fórmulas matemáticas en
las que abundaban los diferenciales. Lo curioso es que al profesor Finzi no
parecía gustarle la palabra "diferencial" y prefería decir en su
lugar cosas como "Abbiamo un intervallo di tempo che si fa piccolo, più
piccolo, più piccolo... evanescente", que es una correcta definición para
un diferencial de tiempo con un ligero tinte poético.
Con una también correcta
utilización de las matemáticas, cada vez que en una expresión aparecían
sumandos con diferenciales elevados a potencias de distinto grado, el Profesor
Finzi prescindía de los sumandos con diferenciales de grado superior. El
problema, para nuestro profesor de Mecánica Racional, era que prescindía
(despreciaba) tantos y en tantas ocasiones que a lo mejor, sumando todos,
resultaban no ser tan despreciables.
A los cuatro alumnos nos propuso
un trabajo para aprobar la asignatura. A mí me propuso que comprobara que efectivamente
se podían despreciar todos aquellos diferenciales, cosa que hice conservando
hasta el final los diferenciales de segundo grado y despreciándolos todos
juntos tan solo al final.
Buenos recuerdos sin duda de tu época de estudiante...
ResponderEliminarSaludos desde Caracas, amigo Floren
Un profesor de matemáticas diferenciales que no le gusta llamarlas diferenciales...
ResponderEliminarTodo muy coherente, sin duda. Me recuerda a los precursores de la Física Cuántica, que no creían en que sus implicaciones fuesen ciertas.