La línea de cambio de fecha es
una línea imaginaria que atraviesa el Océano Pacífico de Norte a Sur. Sea el
día que sea a un lado de ella, al otro es el día siguiente. Su necesidad fue
descrita en 1612 por el francés Nicolás Bergier, aunque no se oficializó su uso
internacional hasta finales del siglo XIX cuando la "ideó" un inglés.
La línea de cambio de fecha no
coincide exactamente con un meridiano, sino que es una línea quebrada, para
evitar que en algún país, isla o grupo de islas, sea un día en una parte y otro
en otra. No obstante hay un islote, aún no descubierto cuando la línea se
trazó, que es atravesado por ella. Se trata del islote de Wanahahu Puh, así
llamado porque su dueño se llama precisamente Wanahahu Puh. Wanahahu Puh vive a
un lado de la línea de cambio de fecha, pero cultiva un pequeño huerto justo al
otro lado. Debido a esto Wanahahu Puh cambia de fecha varias veces al día.
En los atlas ingleses el islote
aparece con el nombre de "Collingwood Island" porque un
marino inglés de ese nombre la vio de lejos desde un mercante. En su momento no
le hicieron caso, porque el marino estaba completamente borracho, pero cuando se
demostró su existencia, los ingleses le pusieron el nombre "Collingwood
Island" siguiendo su inveterada costumbre de ponerle a las islas el nombre
del primer inglés que haya tenido la más mínima relación con ellas.
El tal Collingwood era natural de
Lonestoft, una localidad costera cercana a Londres. Su universidad, relevante
pero poco conocida (está justo detrás de la primera española en el ranking
mundial, a pesar de ser inglesa), se siente por ello muy vinculada con la línea
del cambio de fecha y los eminentes sabios de su claustro, después de analizar
el caso de Wanahahu Puh, decidieron que, si el simple cambio de horario
producido en los viajes intercontinentales tenían efectos perniciosos,
conocidos como "jet lag" (los no ingleses también los sufrían, pero
no se les ocurrió ponerles nombre), más graves debían ser los efectos de un
constante cambio de día. Decidieron por
tanto, utilizando dinero de los Fondos Europeos para la Investigación, enviar un barco a las
inmediaciones de la isla de Collingwood para observar, sin interferir, el
comportamiento de Wanahahu Puh cuando atravesaba la línea del cambio de fecha.
Wanahahu Puh se dio cuenta desde
el primer momento de la presencia del barco a una cierta distancia de su isla,
pero al principio no le dio la más mínima importancia. Al cabo de dos o tres
días, sorprendido de que el barco siguiera allí, se paraba unos minutos a
contemplarlo, intentando averiguar su objetivo. Unos días más tarde, además de
observarlo, comenzó a gritarle preguntando qué hacía allí, pero el barco estaba
demasiado lejos para oirle y, aunque le hubieran oído, como no gritaba en
inglés, no le habrían entendido (los ingleses consideran una
tontería aprender otros idiomas, estando el mundo lleno de tontos que aprenden
inglés).
Wanahahu Puh terminó por llegar a
la correcta conclusión de que le estaban observando a él, entrometiéndose en su intimidad, por lo que, de las voces, no
tardó en pasar a los gestos amenazantes y más tarde a los gestos obscenos
(hacer la peseta, bajarse los calzones y
mostrarles el culo, etc.), terminando por bailar el "haka", la danza de
guerra mahorí.
Los sabios observadores del barco
llegaron a la conclusión de que el constante cambio de fecha había terminado por afectar
mentalmente al pobre Wanahahu Puh y, animados por el éxito de la confirmación
de sus teorías, decidieron, siempre con dinero de los Fondos Europeos para la
Investigación, realizar un par de experimentos más.
El primero de ellos consistía en
lanzar un satélite tripulado y ponerlo en una órbita estable sobre el ecuador.
El satélite debía recorrerlo a la misma velocidad (angular) y en el mismo
sentido que el sol, de tal forma que en el satélite siempre fuera mediodía, no
cambiando nunca de hora solar, pero cambiando de día al pasar por la línea del
cambio de fecha.
Los sabios de la Ye Olde Lonestoft
University estimaban que la situación del tripulante era la más parecida
posible a la eternidad (un instante, el mediodía de cada día, duraba veinticuatro
horas, mientras que el paso del mediodía de un día al mediodía del siguiente
duraba solo un instante). Se trataba de analizar los efectos de la eternidad
sobre un ser humano. Para ello se pidió al tripulante que, al pasar sobre
determinadas longitudes (no a determinadas horas, porque siempre era mediodía),
escribiese en el terminal de a bordo lo que estaba pensando.
Como el tripulante era muy
aficionado al fútbol, los primeros mensajes se referían a las transcendentales palabras del entrenador del Mánchester, al histórico gol que su delantero centro le metió al Bayern o a la filosofía del tiki-taka. De vez en cuando intercalaba
sus meditaciones futbolísticas con algún chiste verde, pero poco a poco fueron
apareciendo cada vez más mensajes del tipo "me aburro", hasta que
finalmente eran casi los únicos que escribía.
Los sabios de la Ye Olde Lonestoft
University llegaron a la conclusión de que la eternidad era un tostonazo y,
animados por el éxito de sus experimentos, decidieron adelantar quince días el
último de ellos.
Se trataba de lanzar otro
satélite tripulado, análogo al anterior, que debía recorrer exactamente la
misma órbita y a la misma velocidad, pero justo en sentido contrario. Si era
medianoche del día x al salir de la línea de cambio de fecha y en un cierto punto
de la órbita eran, por ejemplo, las tres, tardaría tres horas en llegar allí, y
allí serían entonces las seis. Es decir que al llegar a un punto distanciado x
horas de la dichosa línea, la hora al llegar allí sería el doble de x. En
concreto, al llegar al meridiano opuesto al de salida (doce horas de diferencia
horaria) sería allí medianoche, por lo que, al atravesarlo, empezaría el día
x+1.
En recorrer la otra mitad del
globo terrestre, el satélite volvería a tardar doce horas, por lo que al llegar
al punto de salida sería de nuevo medianoche. Pero en vez de pasar al día x+2,
como se atravesaría la línea de cambio
de fecha (en sentido inverso) volvería a comenzar el día x+1. Doce horas más
tarde comenzaría el día x+2 y, otras doce horas después, el día x+2 volvería a
comenzar. Es decir, para el tripulante
se repetirían todos los días una vez, aunque, eso sí, comprimidos en doce
horas.
Los sabios de la Ye Olde, que habían visto varias películas en las que el protagonista se
encontraba atrapado en el tiempo,
repitiendo todos los días el mismo día, querían observar cuales eran los
efectos de la repetición de días en el mundo real y, en concreto, si el tripulante
repetía sus sensaciones y experiencias al repetirse el día.
Muy bueno
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