Todos los ojos, incluso los de
Schrödinger (el gato mascota del laboratorio), estaban fijos en la blackberry
que il Dottore Moscati había
depositado en la plataforma de la izquierda. A una señal suya, l'ingeniere Bandinelli, sentado ante el
panel de control, pulsó una tecla, y el
cilindro de cristal de titanio descendió del techo hasta apoyarse en la
plataforma, rodeando la blackberry.
En medio de un tenso silencio, el cilindro
empezó a teñirse de verde fosforescente al tiempo que las luces del laboratorio
- y de todo el edificio - disminuían de
intensidad.
Después de una eternidad de
veinte segundos, la blackberry desapareció, y un ligero "Aaah" escapó
de las gargantas de los presentes (salvo de la de Schrödinger), que dirigieron
inmediatamente sus miradas hacia la plataforma y el cilindro de la derecha.
Veinte segundos más de silencio
expectante y el cilindro de la derecha adquirió por un instante el verde que
antes iluminaba al de la izquierda. Luego se fue apagando, mientras las luces
del laboratorio - y de todo el edificio - volvían a lucir con normalidad.
Y de repente, en la plataforma de
la derecha apareció una blackberry.
Los doctores, sus ayudantes y los
alumnos que presenciaban el experimento estallaron en gritos, en parte de
alegría, y en parte de sorpresa, porque la blackberry era blanca, y no negra
como la que el Doctor Moscati había depositado en la otra plataforma.
El Ingeniero Bandinelli hizo que los
cilindros subieran hasta el techo, y el Doctor Moscati recogió y examinó
la blackberry.
- Sigue estando cargada, tiene
mis contactos, la fecha y la hora son correctos.... - dijo después de
manipularla un rato - Ingeniere
¿puede hacerme una llamada?
El Ingeniero Bandinelli sacó su
teléfono móvil y llamó al Doctor Moscati. La blakcberry entonó las primeras
notas de "Palomitas de maíz".
- Es sin duda mi blackberry o, en
todo caso y salvo el color, una reconstrucción exacta del original. Debo
admitir que, aunque no estaba de acuerdo con il dottore von Heiden en que la reproducción exacta era imposible,
porque violaría el Principio de Incertidumbre, el cambio de color parece
confirmar su teoría. En todo caso, el teletransporte de material inerte ha sido
un éxito. El próximo experimento lo realizaremos con material vivo.
- ¿La cobaya? - preguntó el Ingeniero
Bandinelli.
- No: Schrödinger... Al ser negro
con manchas blancas, nos permitirá averiguar si el teletransporte solo cambia
el negro en blanco o hace también el cambio inverso.
El Doctor Moscati cogió del suelo
a Schrödinger y lo colocó en la plataforma de la izquierda, acariciándole el
lomo para que se sintiera tranquilo.
El Ingeniero Bandinelli hizo que los
cilindros de cristal de titanio descendieran. Las luces de la sala - y las de
todo el edificio - volvieron casi a extinguirse, mientras el cilindro se
iluminaba en verde.
Treinta segundos de silencio, y
Schrödinger desapareció.
Treinta segundos más, y el gato
volvió a aparecer en el cilindro de la derecha.
Y seguía siendo un gato negro
con manchas blancas.
El Ingeniero Bandinelli hizo
subir los cilindros, y el Doctor Moscati volvió a coger a Schrödinger y a
acariciarle el lomo.
Después de un largo silencio lo
depositó de nuevo en el suelo.
- Il Dottore von Heiden parece que tenía razón: aunque Schrödinger
sigue siendo negro con manchas blancas, todos los que lo conocíamos bien podemos asegurar que ha
sufrido una simetría: las manchas de la izquierda están a la derecha, y las de
la derecha, a la izquierda. Es más, después
de haberle palpado superficialmente estoy seguro de que sus órganos internos
también están ahora colocados simétricamente a como estaban antes de
teletransportarlo. No obstante, vive y sigue siendo Schrödinger.
El Doctor Moscati, con una cara
que reflejaba su intensa satisfacción, se agachó ligeramente y llamó al gato,
que inmediatamente acudió a él. Luego, con Schrödinger en brazos, se subió a la
plataforma de la izquierda.
- Pero, Dottore... - protestó el Ingeniero Bandinelli.
- Comprenderán, amigos, - dijo el
Doctor Moscati - que, después del éxito
de mis investigaciones, no voy a permitir que nadie me robe la gloria de ser el
primer hombre teletransportado...
- Pero, Dottore ¿Y los posibles efectos del Principio de Incertidumbre?
- ...Aunque ello suponga que
pueda aparecer con el corazón a la derecha o con la piel de color azulado.
Tras unos momentos de duda, el
Ingeniero Bandinelli pulsó la tecla que ponía en marcha el proceso. Los
cilindros de cristal de titanio bajaron. El de la izquierda adquirió la misma luminosidad
verdosa de las veces anteriores. Las luces del laboratorio - y de todo el
edificio - bajaron hasta apagarse por completo. Siguieron varios minutos de
tenso silencio y, finalmente, la luminosidad del cilindro se apagó, quedando el
laboratorio completamente a oscuras.
Tras otros expectantes minutos, una
fuerte luz verdosa iluminó el cilindro de la derecha para apagarse lentamente
mientras volvían a lucir las luces del laboratorio - y de todo el edificio -.
Y allí estaba el Doctor Moscati,
con Schrödinger en brazos.
Todos los presentes estallaron en
vítores y aplausos, mientras el Doctor Moscati repetía una y otra vez:
- Miaaaaaauuuuuuuuuuu...
Miaaaaauuuuuuu...
No hay comentarios:
Publicar un comentario