Su Eminencia Yogros III Vanae esperó inquieto
en la antesala hasta que un abote de pelaje negro le hizo señas para que
entrara en el despacho del Burgomaestre Törwald Smit.
No era la primera vez que Yogros
III visitaba el despacho del burgomaestre, que siempre le esperaba sentado ante
su mesa de trabajo y no mostraba la mínima cortesía de levantarse para
saludarle. Esta vez, sin embargo, Törwald Smit estaba sentado junto al ventanal
que daba a la Gran Plaza y, aunque
esperó a que Yagros III estuviera casi a su lado, se levantó, se inclinó
levemente en un saludo protocolario, y le indicó con un movimiento de la mano
que tomara asiento a su lado.
Yogros III correspondió al saludo
con otra leve inclinación y se sentó después de esperar a que el burgomaestre se
sentara.
Es una vista magnífica la que se
tiene desde aquí, comentó Törwald Smit mirando hacia la plaza. El auditorio comunal
a la derecha, el museo arqueológico a la izquierda, y el estanque de los
lumirones en el centro. Lástima que al fondo solo se vean las destartaladas
casuchas de Ínguelson.
El burgomaestre observó divertido
el ligero cambio que sufrió la expresión de Yogros III, a pesar de su esfuerzo
por aparentar que no le preocupaba la mención de Ínguelson, el barrio donde
residían él mismo y muchos de sus seguidores.
Mejoraría notablemente, continuó
Törwald Smit, si, en lugar de esas casuchas, se irguiera un majestuoso
templo imperatrixta.
Los imperatrixtas le estamos muy
agradecidos, contestó Su Eminencia, por la tolerancia que siempre nos ha
mostrado Su Excelencia, a pesar de que nuestra iglesia es considerada una secta
ilegal desde la derrota del Imperio. Pero levantar un templo frente a las
dependencias de la Comuna...
Dentro de seis meses, interrumpió
el burgomaestre, podría aprobarse una ley que declarase legal la iglesia
imperatrixta en Arturonova y sus dependencias, y la Comuna estaría dispuesta
incluso a sufragar parte de los gastos de la construcción del templo. Al fin y
al cabo, buena parte de la población de Arturonova es imperatrixta... ¿Un
veinte por ciento quizás?
Yogros III apenas pudo contener
el aliento: Dentro de tres meses habrá elecciones, muy reñidas según parece...
¿Crée que el nuevo burgomaestre, sea quién sea, estará de acuerdo con su idea
de legalizar nuestra iglesia?
No. Por supuesto que no. A menos que... el nuevo burgomaestre sea nuevamente yo.
Törwald Smit dió un par de sonoras palmadas, y la puerta del despacho se abrió, entrando el abote de pelaje negro con una bandeja, dos copas y una botella del especiado vino rosado de Palisei.
No. Por supuesto que no. A menos que... el nuevo burgomaestre sea nuevamente yo.
Törwald Smit dió un par de sonoras palmadas, y la puerta del despacho se abrió, entrando el abote de pelaje negro con una bandeja, dos copas y una botella del especiado vino rosado de Palisei.
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