domingo, 25 de octubre de 2015

Laberinto - 9 - Un pacto

Su Eminencia Yogros III Vanae esperó inquieto en la antesala hasta que un abote de pelaje negro le hizo señas para que entrara en el despacho del Burgomaestre Törwald Smit.

No era la primera vez que Yogros III visitaba el despacho del burgomaestre, que siempre le esperaba sentado ante su mesa de trabajo y no mostraba la mínima cortesía de levantarse para saludarle. Esta vez, sin embargo, Törwald Smit estaba sentado junto al ventanal que daba a  la Gran Plaza y, aunque esperó a que Yagros III estuviera casi a su lado, se levantó, se inclinó levemente en un saludo protocolario, y le indicó con un movimiento de la mano que tomara asiento a su lado.

Yogros III correspondió al saludo con otra leve inclinación y se sentó después de esperar a que el burgomaestre se sentara.

Es una vista magnífica la que se tiene desde aquí, comentó Törwald Smit mirando hacia la plaza. El auditorio comunal a la derecha, el museo arqueológico a la izquierda, y el estanque de los lumirones en el centro. Lástima que al fondo solo se vean las destartaladas casuchas de Ínguelson.

El burgomaestre observó divertido el ligero cambio que sufrió la expresión de Yogros III, a pesar de su esfuerzo por aparentar que no le preocupaba la mención de Ínguelson, el barrio donde residían él mismo y muchos de sus seguidores.

Mejoraría notablemente, continuó Törwald Smit, si, en lugar de esas casuchas, se irguiera un majestuoso templo imperatrixta.

Los imperatrixtas le estamos muy agradecidos, contestó Su Eminencia, por la tolerancia que siempre nos ha mostrado Su Excelencia, a pesar de que nuestra iglesia es considerada una secta ilegal desde la derrota del Imperio. Pero levantar un templo frente a las dependencias de la Comuna...

Dentro de seis meses, interrumpió el burgomaestre, podría aprobarse una ley que declarase legal la iglesia imperatrixta en Arturonova y sus dependencias, y la Comuna estaría dispuesta incluso a sufragar parte de los gastos de la construcción del templo. Al fin y al cabo, buena parte de la población de Arturonova es imperatrixta... ¿Un veinte por ciento quizás?

Yogros III apenas pudo contener el aliento: Dentro de tres meses habrá elecciones, muy reñidas según parece... ¿Crée que el nuevo burgomaestre, sea quién sea, estará de acuerdo con su idea de legalizar nuestra iglesia?

No. Por supuesto que no. A menos que... el nuevo burgomaestre sea nuevamente yo. 
   
Törwald Smit dió un par de sonoras palmadas, y la puerta del despacho se abrió, entrando el abote de pelaje negro con una bandeja, dos copas y una botella del especiado vino rosado de Palisei.              

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