domingo, 25 de mayo de 2014

Tres experimentos sobre la línea de cambio de fecha

La línea de cambio de fecha es una línea imaginaria que atraviesa el Océano Pacífico de Norte a Sur. Sea el día que sea a un lado de ella, al otro es el día siguiente. Su necesidad fue descrita en 1612 por el francés Nicolás Bergier, aunque no se oficializó su uso internacional hasta finales del siglo XIX cuando la "ideó" un inglés.

La línea de cambio de fecha no coincide exactamente con un meridiano, sino que es una línea quebrada, para evitar que en algún país, isla o grupo de islas, sea un día en una parte y otro en otra. No obstante hay un islote, aún no descubierto cuando la línea se trazó, que es atravesado por ella. Se trata del islote de Wanahahu Puh, así llamado porque su dueño se llama precisamente Wanahahu Puh. Wanahahu Puh vive a un lado de la línea de cambio de fecha, pero cultiva un pequeño huerto justo al otro lado. Debido a esto Wanahahu Puh cambia de fecha varias veces al día.

En los atlas ingleses el islote aparece con el nombre de "Collingwood Island" porque un marino inglés de ese nombre la vio de lejos desde un mercante. En su momento no le hicieron caso, porque el marino estaba completamente borracho, pero cuando se demostró su existencia, los ingleses le pusieron el nombre "Collingwood Island" siguiendo su inveterada costumbre de ponerle a las islas el nombre del primer inglés que haya tenido la más mínima relación con ellas.

El tal Collingwood era natural de Lonestoft, una localidad costera cercana a Londres. Su universidad, relevante pero poco conocida (está justo detrás de la primera española en el ranking mundial, a pesar de ser inglesa), se siente por ello muy vinculada con la línea del cambio de fecha y los eminentes sabios de su claustro, después de analizar el caso de Wanahahu Puh, decidieron que, si el simple cambio de horario producido en los viajes intercontinentales tenían efectos perniciosos, conocidos como "jet lag" (los no ingleses también los sufrían, pero no se les ocurrió ponerles nombre), más graves debían ser los efectos de un constante cambio  de día. Decidieron por tanto, utilizando dinero de los Fondos Europeos para la Investigación, enviar un barco a las inmediaciones de la isla de Collingwood para observar, sin interferir, el comportamiento de Wanahahu Puh cuando atravesaba la línea del cambio de fecha.   

Wanahahu Puh se dio cuenta desde el primer momento de la presencia del barco a una cierta distancia de su isla, pero al principio no le dio la más mínima importancia. Al cabo de dos o tres días, sorprendido de que el barco siguiera allí, se paraba unos minutos a contemplarlo, intentando averiguar su objetivo. Unos días más tarde, además de observarlo, comenzó a gritarle preguntando qué hacía allí, pero el barco estaba demasiado lejos para oirle y, aunque le hubieran oído, como no gritaba en inglés, no le habrían entendido (los ingleses consideran una tontería aprender otros idiomas, estando el mundo lleno de tontos que aprenden inglés).

Wanahahu Puh terminó por llegar a la correcta conclusión de que le estaban observando a él, entrometiéndose  en su intimidad, por lo que, de las voces, no tardó en pasar a los gestos amenazantes y más tarde a los gestos obscenos (hacer la peseta,  bajarse los calzones y mostrarles el culo, etc.), terminando por bailar el "haka", la danza de guerra mahorí.

Los sabios observadores del barco llegaron a la conclusión de que el constante cambio  de fecha había terminado por afectar mentalmente al pobre Wanahahu Puh y, animados por el éxito de la confirmación de sus teorías, decidieron, siempre con dinero de los Fondos Europeos para la Investigación, realizar un par de experimentos más.  
  
El primero de ellos consistía en lanzar un satélite tripulado y ponerlo en una órbita estable sobre el ecuador. El satélite debía recorrerlo a la misma velocidad (angular) y en el mismo sentido que el sol, de tal forma que en el satélite siempre fuera mediodía, no cambiando nunca de hora solar, pero cambiando de día al pasar por la línea del cambio de fecha.

Los sabios de la Ye Olde Lonestoft University estimaban que la situación del tripulante era la más parecida posible a la eternidad (un instante, el mediodía de cada día, duraba veinticuatro horas, mientras que el paso del mediodía de un día al mediodía del siguiente duraba solo un instante). Se trataba de analizar los efectos de la eternidad sobre un ser humano. Para ello se pidió al tripulante que, al pasar sobre determinadas longitudes (no a determinadas horas, porque siempre era mediodía), escribiese en el terminal de a bordo lo que estaba pensando.

Como el tripulante era muy aficionado al fútbol, los primeros mensajes se referían a las transcendentales palabras del entrenador del Mánchester, al histórico gol que su delantero centro le metió al Bayern o a la filosofía del tiki-taka. De vez en cuando intercalaba sus meditaciones futbolísticas con algún chiste verde, pero poco a poco fueron apareciendo cada vez más mensajes del tipo "me aburro", hasta que finalmente eran casi los únicos que escribía.

Los sabios de la Ye Olde Lonestoft University llegaron a la conclusión de que la eternidad era un tostonazo y, animados por el éxito de sus experimentos, decidieron adelantar quince días el último de ellos.

Se trataba de lanzar otro satélite tripulado, análogo al anterior, que debía recorrer exactamente la misma órbita y a la misma velocidad, pero justo en sentido contrario. Si era medianoche del día x al salir de la línea de cambio de fecha y en un cierto punto de la órbita eran, por ejemplo, las tres, tardaría tres horas en llegar allí, y allí serían entonces las seis. Es decir que al llegar a un punto distanciado x horas de la dichosa línea, la hora al llegar allí sería el doble de x. En concreto, al llegar al meridiano opuesto al de salida (doce horas de diferencia horaria) sería allí medianoche, por lo que, al atravesarlo, empezaría el día x+1.

En recorrer la otra mitad del globo terrestre, el satélite volvería a tardar doce horas, por lo que al llegar al punto de salida sería de nuevo medianoche. Pero en vez de pasar al día x+2, como se atravesaría la línea de  cambio de fecha (en sentido inverso) volvería a comenzar el día x+1. Doce horas más tarde comenzaría el día x+2 y, otras doce horas después, el día x+2 volvería a comenzar. Es decir, para el tripulante se repetirían todos los días una vez, aunque, eso sí, comprimidos en doce horas.

Los sabios de la Ye Olde, que habían visto varias películas en las que el protagonista se encontraba atrapado en el  tiempo, repitiendo todos los días el mismo día, querían observar cuales eran los efectos de la repetición de días en el mundo real y, en concreto, si el tripulante repetía sus sensaciones y experiencias al repetirse el día.

El experimento fue un completo fracaso porque, al adelantar quince días el lanzamiento, habían olvidado que el satélite del experimento anterior se encontraba todavía en la misma  órbita y circulando en sentido contrario. Al cabo de exactamente seis horas, ambos satélites, sus tripulantes, el dinero de los Fondos Europeos y el prestigio de la Ye Olde se fueron al carajo.   

martes, 20 de mayo de 2014

Una tumba en Schimatari

En el año de 2012, al realizarse la obras de excavación para hacer los cimientos de una vivienda en la pequeña localidad de Schimatari, a unos 26 Km al Este de la ciudad griega de Tebas, se derrumbó la bóveda de un antiguo enterramiento.

Retirados los cascotes, se comprobó que la sepultura se encontraba en un muy mal estado de conservación, pudiéndose apenas vislumbrar algunos vestigios de decoración geométrica en las paredes y ningún objeto de valor, salvo unos trozos de cerámica y algunos rollos de papiro, muy deteriorados, desparramados por el suelo.

Se encontraron huesos de varios esqueletos, masculinos y femeninos, diseminados en desorden por el suelo, salvo el de un hombre de entre 20 y 30 años de edad, con el cráneo hundido, que se encontraba completo junto a lo que debía ser la entrada original del enterramiento.

Todos los huesos diseminados fueron datados mediante el Carbono 14 como de finales del siglo XII o  principios del XI a.C. Los del esqueleto completo, sin embargo, resultaron tener un par de siglos menos.   
     
Se estima que la sepultura corresponde a un personaje importante, enterrado probablemente con su esposa y un par de sirvientes, que fue saqueada dos siglos más tarde, perteneciendo el esqueleto completo a uno de los saqueadores, asesinado por sus propios compañeros.

Según el Profesor N. Papadopoulos del Departamento de Antigüedades Protohelénicas de la Universidad de Atenas, la importancia de la tumba se debe sobre todo a los papiros encontrados en ella, ya que están escritos en un griego muy arcaico en bustrofedon (las líneas se leen alternativamente de izquierda a derecha y de derecha a izquierda).

El alfabeto griego, como se sabe, procede del fenicio, siendo sus principales mejoras que las letras corresponden a sonidos consonantes y no a sílabas como en aquel, y que se introducen las vocales en la escritura, empezando por la épsilon, que es la única que aparece en los textos de Schimatari (salvo, excepcionalmente,  alguna ómicron). En todo caso, las letras están siempre escritas en mayúsculas, correspondiendo las minúsculas a una evolución posterior.

El Profesor Papadopoulos y su equipo están entregados a la labor de traducir los papiros al inglés y al griego moderno. Nos proponemos publicar aquí su versión al castellano, en los casos en los que el deterioro de los papiros permita una lectura mínimamente coherente.       

sábado, 10 de mayo de 2014

Romance anónimo de la zorra y el gallo

Por alguna razón que no termino de entender, los gestores de GOOGLE  parece que han decidido que no quieren que pongamos música en los blogs. así que han dejado de funcionar los reproductores que yo usaba. Pero, por lo visto, si admiten videos. Arreglaré poco a poco con videos las anteriores entradas con música, como la que le puse a este romance anónimo.


- Mucho madruga la zorra
pa estar el tiempo tan malo.

-No madrugo mucho, amigo,
para el oficio que traigo;
en este lado derecho
yo traigo un diente muy malo;
sácamele tú si puedes
que yo te haré otro mandado.

- Cierra los ojos, zorrita.

Y el gallo subió al tejado.

-Baja aquí, pito, pitón,
baja aquí pitón de un gallo.

- Una vez que me cogiste
me pelaste todo el rabo;
y otra vez que me cojas
no me dejas hueso sano.

lunes, 5 de mayo de 2014

Villasís

Con trece años cambié de colegio. Fui al de los jesuitas en Villasís, aunque allí estuve solo un año, porque el colegio se trasladó a Portaceli, fuera del centro urbano de Sevilla.

De ese año recuerdo poco. Apenas tres cosas:

Como yo era rubito y tenía cara de no haber roto nunca un plato, los curas pensaron que era perfecto para el papel de príncipe en la función de Navidad. Me dieron un texto cortito que debía memorizar, y me llamaron para un primer ensayo. Tardé un poco, pero como no volvieron a llamarme (ni a decirme nada), terminé por darme cuenta amargamente de que mi futuro no pasaba por ser actor de teatro. De hecho no he vuelto a actuar en ninguna función, salvo que se cuenten las de marionetas que organizaba para mi hermano pequeño y sus amigos, o la participación en alguna "lectura teatral" en el Colegio Mayor en que residía cuando estudiaba en la Universidad. 
  
El segundo recuerdo, parecido al primero, fue cuando quisieron organizar un coro. Nos fueron llamando de uno en uno para que entonásemos la escala musical. Como yo había estudiado solfeo, quedó perfecta y fui seleccionado, pero solo me llamaron un par de veces a los ensayos. Después, silencio.  De resultas de esto, con la excepción de quedas nanas a mis nietos e hijas, cuando pequeñas, no canto ni en la ducha. Le he puesto música a algunas poesías españolas, y las publico en el blog, pero sin cantarlas, con la esperanza de que a alguien le gusten y me las devuelva cantadas.

El tercero es totalmente distinto. A veces nos ponían películas y documentales en el amplio patio del colegio. Afortunadamente (para las películas) no las cortaban cuando había una escena escabrosa (generalmente mínimos besos que ya habían sido debidamente recortados por la censura), simplemente una negra mano gigantesca se interponía entre la escena y la pantalla. Naturalmente el griterío de la chiquillería se oía hasta en la calle. Pero el día en que más griterío se organizó fue con un documental sobre patinaje artístico. Apareció la mano en el momento oportuno, pero se retiró antes de tiempo: la pareja patinadora se acercaba rápidamente -ella con una pierna levantada en dirección a la cámara- hasta que pudimos contemplar un primerísimo plano de su entrepierna abierta, sus muslos y sus bragas.